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Muere Gal Costa, diva eterna de la música Tropicalia, a los 77 años

La artista brasileña tuvo que cancelar un concierto en el festival Primavera Sound de Sao Paulo el pasado fin de semana tras ser intervenida quirúrgicamente en septiembre para extirparle un nódulo de la cavidad nasal

Entrevista de Gal Costa en ABC

Gal Costa AFP
David Morán

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En las entrevistas, siempre que le preguntaban a Gal Costa por sus primeros recuerdos de infancia, la brasileña aseguraba que no recordaba otra ambición que ponerse delante de un micrófono. «Nací queriendo cantar», decía cada poco Costa, musa del tropicalismo, pieza clave de la música brasileña y leyenda asociada a titanes de la talla de Caetano Veloso, Tom Ze, Gilberto Gil, Tim Maia y Maria Bethania. «Cuando comencé a entenderme como individuo, ya quería ser cantante profesional», añadía.

Así que cantante nació y, tras una carrera de más de cinco décadas salpicada de discos legendarios y colaboraciones de impacto, cantante murió en Sao Paulo. Tenía 77 años y una nueva gira programada para los próximos meses. El pasado fin de semana, sin ir más lejos, tendría que haber actuado en el Primavera Sound de la ciudad brasileña, actuación que canceló a última hora por motivos de salud. «Nuestro país ha perdido una de sus grandes voces. Fue una de las mayores cantantes del mundo, una de las principales artistas que llevó el nombre y el sonido de Brasil por todo el mundo», lamentó a través de sus redes sociales Lula da Silva.

Razón no le falta al presidente carioca: nacida en 1945 en Salvador de Bahía como Maria da Graça Costa Penna Burgos, la cantante jugó un papel capital en la revolución tropicalista de mediados de los sesenta. Debutó en 1967 con ‘Domingo’, disco grabado a medias con Caetano Veloso, y sólo un año después su voz de terciopelo se hizo fuerte en ‘Tropicália: ou Panis et Circenses‘, álbum fundacional de la nueva bossa nova psicodélica al que contribuyó con éxitos como ‘Baby’, ‘Mamãe coragem’ y ‘Parque industrial’.

Dictadura militar

Esquivando la dictadura militar -o no: la portada de ‘India’ fue censurada por dejar poco espacio a la imaginación- y fundiendo bossa nova, jazz, R&B y pop psicodélico, Costa abrazó la contracultura mientras Veloso y Gil vivían exiliados en Londres y transformó su pasión juvenil por Jobim en un canto a la trasgresión y la sensualidad. No tardó en conquistar un estrellato que ya había empezado a cocinarse en discos como ‘Gal’ y ‘Legal’ y que salió definitivamente de órbita con la canción ‘Festa do interior’.

Con ‘Fantasia’ entró en los ochenta por todo lo alto y ahí se quedó, alternando la samba y la música disco y publicando discos que, como ese ‘Nenhuma dor’ que lanzó el año pasado, regresaban con frecuencia a sus días de gloria y revolución tropical. «Para mí, ser tropicalista era, y aún es, buscar siempre lo nuevo, no quedarse en la zona de confort. Y eso es una manera de reivindicar que hay que jugar con el arte», aseguraba la artista en 2018 en una entrevista con este diario. Así que, después de todo, cantante nació y tropicalista murió.

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