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José Manuel Fernández Castiñeiras ni vendió el Códice ni posiblemente ninguno del resto de libros y objetos que durante casi dos décadas robó de la catedral de Santiago.
¿Cómo se explica entonces que guardara en sus casas la nada modesta cantidad de 1,2 millones de euros? ¿Cómo había atesorado tal dineral o incluso más? La respuesta, uno de los asuntos que aún se están investigando, la ha proporcionado con su habitual soltura el deán de la catedral, José María Díaz, sin ser preguntado, en «El programa de AR» (T5).
El que era canónigo archivero cuando desapareció el Códice ha reconocido que el electricista sustrajo dinero del templo e, incluso, ha detallado que tenía un diario de los robos, que ha sido recuperado por los investigadores (como se aprecia en la fotografía que ilustra esta información) en uno de los registros.
La meticulosidad de Castiñeiras ha jugado en este caso a favor de las pesquisas, sobre todo porque está permitiendo a los agentes seguir el rastro temporal de su anónima carrera delictiva y cotejar esos datos manuscritos con lo encontrado en los registros. Dado el nivel de detalle, el juez José Antonio Vázquez Taín, ha ordenado otra búsqueda en Milladoiro esta mañana y no se descarta que se produzcan más a lo largo del día.
Por este motivo, los investigadores han decidido apurar el plazo de 72 horas para poner a disposición judicial al antiguo electricista y a su mujer María Remedios Nieto Mayo, tras dejar en libertad al hijo de ambos y a la novia de éste.
Incógnitas y debate
La inesperada revelación del deán, que ha sorprendido a quienes se afanan en busca de todas las pruebas, aunque no sea la primera vez que ocurre, abre varias incógnitas y un peliagudo debate. ¿Sabían los responsables de la catedral que se estaban cometiendo esos robos a lo largo de los años, en cantidades muy importantes que van más allá de las habituales colectas o «cepillo» o ni siquiera los detectaron?
«Si no se dieron cuenta, es posible que se hayan producido más sustracciones», señalan fuentes del caso. Y, por el contrario, si se percataron de que les estaban expoliando, ¿por qué no lo denunciaron y solo se dio cuenta a la Policía ante la evidencia de la desaparición del Códice Calixtino?