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IMPLANTE DE RETINA ARTIFICIAL

El primer sordociego que recibirá un ojo biónico: «Lo primero que haré es viajar a París a ver la torre Eiffel»

ABC entrevista a Carlos, paciente que susfre síndrome de Usheriego, y que se convertirá en el primero de Europa y el segundo del mundo en recibir un ojo biónico

Isabel, compañera de Carlos, le coloca las gotas en su habitación INÉS BAUCELLS

ESTHER ARMORA

A Carlos Martínez la vida le ha jugado malas pasadas. Nació con una sordera congénita pero no imaginó nunca que antes de cumplir los cuarenta se quedaría totalmente aislado del mundo tras perder la visión. Aproximadamente a los 30 años, le diagnosticaron síndrome de Usher, un raro trastorno genético que provoca sordera y pérdida gradual de la vista. Durante estos últimos 20 años, este barcelonés de espíritu rockero, se ha comunicado a través de un peculiar lenguaje gestual y táctil, del que se ha convertido ya en un auténtico experto. Este martes, la ciencia le da una oportunidad para poner luz a una vida que él siempre ha querido vivir en colores.

A solo 24 horas de entrar en el quirófano para recibir un implante de retina artificial, lo que se conoce como «ojo biónico», Carlos explica a ABC qué supone para él esta nueva «aventura». Lo hace desde su habitación, en la quinta planta del Centro Oftalmológico Barraquer de Barcelona, el primero que realizó esta técnica en España, y acompañado de Andrea, su intérprete –con la que demuestra absoluta sintonía– y de su madre y su actual pareja, Isabel. Sabe que este martes se convertirá en el primer sordociego de Europa y el segundo del mundo en someterse a esta operación, que consiste en estimular eléctricamente la retina a través de un sofisticado mecanismo para aumentar la percepción visual.

Con los nervios y la emoción contenida por lo que le depara, Carlos hace un repaso rápido a lo que ha sido su día a día. Su triple incapacidad ( es sordo, mudo y ciego ) no le ha impedido, según reconoce, salir a la calle, tener cierta autonomía diaria (aunque siempre va con perro-guía y bastón), casarse tres veces y tener una hija, viajar a diversos países e incluso tirarse con paracaídas. «No creo que cambie tanto mi vida», añade este barcelonés apasionado y vital. No obstante, se confiesa «nervioso» e «ilusionado» ante la perspectiva de «poder enfocar su vida».

Tras la intervención, tendrá un campo visual de 20 grados, podrá ver en blanco y negro y definir siluetas

Jeroni Nadal

«No siento miedo, pero sí respeto. Puede ir bien o mal», afirma el paciente. Por eso, prefiere «esperar resultados» antes de dar rienda suelta a sus emociones. «He tenido momentos realmente duros en mi vida y por eso prefiero contenerme», apunta. El peor de todos lo vivió a los 35 años cuando tras una visita a la Clínica Barraquer el especialista le dijo que perdería la visión.

«¿Qué sintió en ese momento?», le pregunta ABC. Pide tiempo con las manos para responder a la pregunta. Tras unos segundos sin perder la sonrisa, Carlos se arremanga el suéter dejando sus tatuajes a la vista y responde palpando con pasión las manos de Andrea. «Tenía dos opciones: pegarme un tiro o aceptar esta situación, y opté por lo segundo», precisa emocionado.

Tras sus gafas oscuras hay optimismo y desbordante vitalidad. «Por eso he salido adelante», subraya. Tras la operación deberá pasar unas semanas de rehabilitación que serán decisivas para evaluar el resultado. «A peor seguro que no voy», dice y avanza que lo primero que hará es ir a París a ver la torre Eiffel. «Estuve de muy pequeño pero tengo una ilusión enorme de ver la torre», declara.

Doctor Jeroni Nadal I. BAUCELLS

Estimular células sanas

Unas plantas más abajo, el doctor Jeroni Nadal, coordinador adjunto del departamento de vítreo retina del centro y uno de los dos únicos especialistas en España habilitados para realizar esta cirugía , define lo que será a partir de ahora el día a día de Carlos. «Tendrá un campo visual de 20 grados, podrá ver en blanco y negro y definir siluetas. Si hay contrastes podrá ver realmente bien», asegura.

Acto seguido, recuerda lo que será la intervención: «A través de una microcámara situada en las gafas del paciente se captan imágenes que se envían a un pequeño ordenador que lleva encima donde se procesan y transforman en instrucciones que se transmiten de forma inalámbrica a la antena del implante de retina». «Estos impulsos estimulan las células sanas que quedan en la retina y transmiten la información al cerebro a través del nervio óptico para crear la percepción de patrones de luz que los pacientes aprenden a interpretar» , añade Nadal. El jueves operará a su segundo paciente de la semana, el tercero con el que se usa esta técnica. Ambas operaciones serán posibles gracias a los fondos de la cátedra de investigación del centro.

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