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El CSI de la Lotería de Navidad

Un laboratorio de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre restaura los décimos rotos o pasados por la lavadora para determinar si son válidos

El CSI de la Lotería de Navidad

mónica arrizabalaga

«Si ha roto el décimo pensando que no le había tocado o lo ha metido en la lavadora en un descuido... ¡no lo toque! Llévelo tal cual a una administración de Lotería ». Quien así habla es Pilar Fernández , la experta que desde el Laboratorio de Artes Gráficas de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (FNMT)ha devuelto la ilusión perdida a quienes tuvieron la desgracia de tener algún contratiempo con su décimo premiado.

En su sencilla mesa, ayudada por una lente de aumento y unas agujas hipodérmicas («para no perderlas continuamente entre los fragmentos»), Pilar derrocha una infinita paciencia para desplegar con sumo cuidado cada pedacito de papel. Los expedientes que habitualmente le llegan desde Loterías y Apuestas del Estado contienen un pequeño sobre de plástico con un décimo desmigado o convertido en una bola de papel tras un lavado a 60 grados.

Una vez ha separado cada fragmento y ha logrado alisar un poco el papel, llega la hora de rearmar el puzzle. Sobre un décimo virgen, fabricado en la misma FNMT , va identificando el lugar que le corresponde a cada pieza... un trabajo de chinos. Su primer objetivo es recuperar la numeración, que inicia de atrás hacia delante, en dirección opuesta a la escritura, «por las terminaciones, que son importantes por los premios».

Picaresca o ignorancia

Una vez que el décimo vuelve a parecerse a lo que era, Pilar abandona su mesa y se dirige al Docucenter, el ordenador en el que se examina con detenimiento la fecha, el número del sorteo, los colores del fondo y se compara con el original, buscando las claves de seguridad que todo décimo esconde . Las falsificaciones no son usuales, pero también existen, aunque cada vez más elaboradas. «Antes alguno intentaba hacer pasar el 3 por el 8, ahora te encuentras con más reconstrucciones de un décimo con fragmentos de más e uno», comenta la técnica del laboratorio.

En estos casos, no se aprecia si están manipulados de forma intencionada o por ignorancia. «A veces la gente intenta reconstruirlos en casa, sin darse cuenta de que en la manipulación que hacen pueden destruir información esencial». Al pegarlos con celo se suele dejar parte del papel arrugado y «al despegarlo te llevas el papel», añade.

En el 90% de los casos, los décimos deteriorados han pasado por la lavadora con resultados dispares según la temperatura del lavado («si se ha lavado a 90º suele ser muy difícil»), pero también llegan hasta este laboratorio fracciones de Lotería atacadas con disolvente, con acetona del pintauñas, con alcohol, con restos de basura...

Una treintena de expedientes en 2012

Del Sorteo de Navidad de 2011 restauraron y peritaron 29 décimos, otros 17 de la Lotería de El Niño y 16 de otros sorteos de 2012, un número que se mantiene estable en los últimos años, según señala José Mejía, director de este laboratorio de artes gráficas en el que trabajan siete técnicos.

En sus diez años de experiencia, Pilar Fernández ha conocido todo tipo de casos. En 2009 recibieron en el laboratorio una caja grande de tiritas con 50 pliegos que habían pasado por una destructora de papel. «Tardamos dos años en restaurarlos, aunque no con dedicación exclusiva», recuerda.

En otra ocasión, les enviaron para peritar los décimos de una administración de lotería de Málaga que se incendió. Se empaparon con el agua con que los bomberos sofocaron el fuego y para cuando llegaron al laboratorio un mes después, « tenían moho, bichitos... de todo ». Por su gesto de desagrado al describirlo, uno se puede imaginar el «regalito». «Nos llevó dos o tres meses reconstruirlos», relata la experta.

Su trabajo se limita a la reconstrucción y peritación del décimo, por lo que desconoce si Loterías y Apuestas del Estado paga finalmente a su dueño en caso de premio. «A veces nos enteramos por la prensa», señala Pilar, que así supo que un agraciado pudo cobrar en su día 14 millones de pesetas gracias a su labor en la sombra.

«Para una vez que le toca a uno -explica- me pongo en la piel del dueño e intento hacerlo lo mejor posible». Sin embargo, no siempre consigue su propósito. «Hacemos lo imposible por sacar la mayor información del décimo, pero de lo que no queda no podemos inventar ni suponer».

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