Suscribete a
ABC Premium

VIDAS EJEMPLARES

El que calla otorga

Los silencios del Gobierno no son rentables, suponen cederle toda la cancha al separatismo

El que calla otorga

Aquel directivo pasaba por ser un cerebro. La tarjeta de presentación que lo avalaba es que había sido un estudiante único: todo matrículas de honor en Derecho. Pero en la práctica, instalado en la realidad de una empresa, era un tronco. Carecía de pensamiento creativo, su capacidad de empatía era nula y una negatividad radical dominaba todas sus aportaciones. Se limitaba a frustrar cualquier avance. Para circular con éxito por la vida hay que alcanzar un delicado equilibro entre la ambición y el escepticismo. Un ambicioso alocado acaba sucumbiendo por su imprudencia. Pero un escéptico absoluto simplemente no hace nada.

La categoría de abogado del Estado habla bien de quien la ostenta. Presupone que estamos ante una persona laboriosa e inteligente, pues ha superado una oposición dificultosa. Pero no podemos inferir que todo abogado del Estado será un buen político. Cuadrar una hoja Excel, dirigir ordenadamente una reunión, saber leer un presupuesto, trabajar muchas horas y no decir barbaridades son cualidades muy valiosas, pero comunes. El gran político ha de aportar algo más: debe generar ideas para mejorar el estado de la nación y ha de poseer una fuerte capacidad de empatía con su pueblo, al que ha de saber transmitir una ilusión colectiva y al que debe unir ante desafíos complejos. Entre la buena burocracia y la alta política media un paso, que es el que aún no ha dado el Gobierno.

Rajoy heredó un país en semiquiebra. Pero el nocivo legado de Zapatero iba mucho más allá. Tras una engañosa fachada risueña y naif, trabajó con denuedo para dinamitar los consensos básicos sobre los que se había levantado –con gran éxito– la democracia española. Zapatero echó sal a las heridas de la guerra civil, en un mezquino ejercicio de revisionismo; intentó estigmatizar al PP con un «cordón sanitario»; recuperó el anticlericalismo decimonónico, en un país donde el 70% de la población se declara católica; dio alas al separatismo y abrió a los etarras las puertas del poder político, con la rendición imperdonable de Pascual Sala. Zapatero debe de ser el único presidente de la historia que puso en cuestión la propia nación que presidía (su famoso «España es un concepto discutido y discutible»). El problema es que su alevosa erosión de los pilares de la convivencia caló en parte de la población y en algunos altavoces mediáticos, que han acabado dando aire desde Madrid al tertulianismo nacionalista y al sectarismo de un PSOE a la deriva.

Zapatero dejó malherida a España. Por eso la tarea que aguardaba a su sucesor era ingente, y no solo económica. Había que volver a restablecer los cimientos, empezando por el primero: ganar la batalla ideológica en Cataluña y el País Vasco para salvar la propia existencia de España. En un envite así no se triunfa con una mera gestión aseada. Hay que comunicar, persuadir y creer. Cuando Mas y sus portavoces manipulan la realidad y nadie replica se les está cediendo todo el espacio mediático. Falta una vicepresidencia política activa. Falta comunicación didáctica (¿cómo puede ser que el Estado esté salvando a Cataluña día tras día y no se sepa allí?, ¿cómo no se ha logrado poner en valor la ley de educación en un país que hace el ridículo en los informes Pisa?). Falta incluso tacto humano (la morosa reacción monclovita ante la humillación de Estrasburgo). El Gobierno necesita un portavoz y una fe activa en su ideario. Defender la España constitucional es moderno y solidario. Lo retrógrado es invocar el anacronismo del fuero, la insolidaridad, la superioridad de unos sobre otros. Pero se actúa de manera acomplejada, con temor a molestar a los sediciosos que cada día esgrimen nuevas ilegalidades. ¿Qué recordamos de Churchill? Pues su «sangre, sudor y lágrimas», no la cifra de la inflación de 1943.

El que calla otorga

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación