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Gibraltar

JUAN LUIS BECEIRO GARCÍA

La solución del problema de Gibraltar no es de tan difícil solución como parece. La economía de la colonia se basa en tres pilares (podemos quitarles dos): el turismo (en 1999 entraron en Gibraltar siete millones de personas, procedentes en su mayoría de España), el abastecimiento de combustible a los buques en alta mar y los servicios financieros. El turismo lo podemos terminar cerrando el puesto de Policía y Control (que no tiene por qué estar abierto, puesto que el Tratado de Utrecht prohíbe taxativamente la comunicación por tierra entre Gibraltar y el resto del territorio español), y con ello acuso al Estado español, y por ende al Gobierno actual, de violar sistemáticamente dicho tratado, en perjuicio de nuestra economía y de nuestra dignidad como Estado soberano. Cuente usted, además, que más de mil gibraltareños tienen en España sus viviendas, sus negocios o sus segundas residencias, otra vergüenza más intolerable. El abastecimiento de buques en aguas de la bahía de Algeciras (mar territorial español) se puede evitar prohibiendo a la refinería la venta del combustible. Pero ¿cómo es posible que le estemos dando oxígeno a un enemigo de España? ¿Es que estamos locos, o nos hemos convertido en una colonia británica más? Gibraltar no se podrá sostener sólo con los servicios financieros y, sobre todo, con la imposibilidad de viajar por nuestro país.

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