ALFILERITOS
Perjudicados y apaleados
Al consejero murciano de Agricultura y Agua, Antonio Cerdá, le molestan las quejas de Toledo y Talavera sobre el estado agónico de las aguas del Tajo a su paso por ambas ciudades, y nos indica que menos protestar por el escaso caudal ecológico y más cuidar las depuradoras para sanear la columna vertebral del río, olvidando que la suciedad del Tajo llega principalmente de los afluentes madrileños que en él desembocan. Poca culpa tenemos pues en el problema.
A lo que se suma el caudal mínimo que se destina al río desde los pantanos de cabecera de Entrepeñas y Buendía, porque esta riqueza acuática sin contaminación alguna se dirige de forma perenne a los frutales y campos de golf de la región de Murcia, con una parte de ella, más bien pequeña, para el consumo humano.
Al señor consejero levantino no le interesa detenerse en la cantidad de hectáreas que año tras año se transforman en huertas recuperando terrenos resecos y baldíos, merced al agua limpia que reciben a troche y moche porque los euros son los euros y hay que mantener el sistema agrícola de Murcia, aunque por los campos de Castilla-La Mancha el cultivo de frutales sea mínimo por ese agua que nos quitan para entregársela a ellos.
Y el susodicho Cerdá estaría mucho más correcto haciéndose el despistado con nuestras justas y constantes reivindicaciones; pero no, encima tiene que incordiar y con un desconocimiento total del asunto tratar de enseñarnos cómo obtener aguas transparentes. Pero qué se le va a hacer, somos los perjudicados y encima ahora apaleados verbalmente por la autonomía que de forma total se beneficia de un río cuyo cauce natural le pilla a cientos de kilómetros. Tiene guasa la cosa.
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