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Córdoba / PERDONEN LAS MOLESTIAS

Veladores

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El velador es a la política urbanística lo que el moño a la teoría estética. Usted haga el reglamento que ya me lo coloco yo donde considere oportuno

Día 10/08/2012

Por lo visto, el señor alcalde no sabía que en la Plaza del Potro acaban de colocar un velador en toda regla. Con sus raciones de salmorejo y sus tintos de verano de toda la vida. El caso es que llamó una señora por teléfono a una emisora de radio y le planteó la cuestión a bocajarro, que es un terreno siempre resbaladizo para regidores y ministros. Un alcalde no está obligado a conocer al dedillo el mapa de los veladores de su ciudad, ni el número de metros cuadrados que ocupan en la vía pública, ni si cumplen escrupulosamente con las restricciones urbanísticas que exige la ley. Pero se produce la circunstancia de que la del Potro no es una plaza cualquiera. Es, ni más ni menos, uno de los escaparates públicos de la ciudad, según hemos ido observando machaconamente a lo largo y ancho de la monumental obra turística publicada en dípticos, guías, pasquines, carteles, folletos, tarjetones, etcétera, etcétera, etcétera.

El señor alcalde, al parecer, mostró su sorpresa por la existencia de un velador en una plaza considerada a todos los efectos Bien de Interés Cultural y anunció que se interesaría por el asunto. Ayer, 9 de agosto de 2012, el velador continuaba ocupando la vertiente sureste de la plaza, no sabemos si con todos sus papeles en regla o en fase de tramitación. No dudamos de las buenas intenciones del señor regidor y seguramente, en este preciso instante, estará analizando pormenorizadamente la ordenanza municipal que regula la ocupación temporal de espacios exteriores para ver si el velador al que aludimos encaja o no en la normativa prevista.

En caso de que el señor Nieto desee comprobar «in situ» la realidad del velador de la Plaza del Potro, le sugerimos que de paso le eche un vistazo a la calle de Enrique Romero de Barros, justo en dirección a la Ribera. No intente atravesarla en hora punta, señor alcalde. No podrá. Por razones que suponemos de puro aprovechamiento comercial, la calle ha sido literalmente expropiada por los amables hosteleros de la zona, al modo en que el señor Sánchez Gordillo expropió antes de ayer cinco carritos de alimentos básicos de un supermercado de Écija. Quiere decirse que los señores propietarios llegaron un día, tomaron medidas de la calle, calcularon la cantidad de mesas por metro cuadrado y se repartieron la vía pública a partes iguales.

De la ordenanza municipal que regula la ocupación temporal de espacios exteriores no queda ni rastro. O mejor dicho: quedan los despojos de una norma que aquí se salta a la torera hasta Manolete. Dicho sea sin ánimo de polémicas tauromáquicas. En todo caso, los viandantes o se toman un gazpacho con ensaladilla rusa o se ven obligados a circunvalar la calle Enrique Romero de Barros, que hasta nueva orden es de uso privado.

El velador es a la política urbanística lo que el moño a la teoría estética. Usted desarrolle el reglamento que luego me lo colocaré yo donde considere oportuno. Y así está el cotarro en nuestra querida ciudad. Las ordenanzas por un lado y los moños campando a su aire por plazuelas y callejas. Muy en plan estética retro hippy. Poco más o menos.

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