La magia anoche no sólo vino de Oriente. El Córdoba también convirtió la noche de Reyes en mágica para el cordobesismo, que sueña con colarse por tercera vez en su historia en los cuartos de final de la Copa del Rey. Los goles de Borja García y Caballero, tras fallar un penalti Pepe Díaz —al parecer injusto por la tele—, dieron un merecidísimo triunfo a los blanquiverdes, que completaron una remontada épica en los últimos minutos al gol de Sergio García, jugando en superioridad numérica casi toda la segunda parte por la expulsión del meta españolista Casilla (m. 50).
El Córdoba dio una lección de fútbol, especialmente en el segundo acto, a uno de los mejores equipos de Primera. Y lo hizo con un once plagado de poco habituales en la Liga. Tanto, que posiblemente sólo tres futbolistas de la alineación inicial repitan el domingo ante el Girona. Y eso que el Español salió con todo su arsenal. No se reflejó esa diferencia ni tampoco de categoría durante los noventa minutos. El Córdoba fue superior, aunque le costó arrancar en una primera mitad igualada en la que apenas hubo acercamientos.
El estilo Jémez salió a relucir con todo su esplendor en la segunda mitad. A esta plantilla le da igual el rival que esté enfrente. Tampoco le pesa la responsabilidad de tener a casi 20.000 almas pendientes de su juego (19.735 espectadores de asistencia y 152.702 euros de recaudación) en el récord absoluto de asistencia a El Arcángel en los 18 años que lleva en pie en sus diferentes formatos. El Córdoba salió para jugar bien, presionar arriba, recuperar pronto, darle velocidad al ataque y mucha intensidad al juego. Ese dinamismo se comió al Español tras el descanso, beneficiado por la expulsión de Casilla.
Tiene un mérito impresionante lo que consiguió el Córdoba, que acabó jugando con una defensa de tres (regresó a cuatro con el 2-1) para buscar el empate y la posterior remontada. Este bloque va muy serio. En la Liga y en la Copa. Sólo la falta de fuelle por la escasez de efectivos le puede jugar una mala pasada en el tramo final de la temporada. Esto ya no es un sueño. El Córdoba es una realidad con la que hay que disfrutar. Da igual lo ocurra en la vuelta en Barcelona. Este plantel ilusiona como hace cuatro décadas que no ocurría. Hartos de crisis en el mundanal día a día, el Córdoba hace olvidar los problemas a cualquier. Es un saco de gozo. ¡Anoche los coches hacían sonar sus claxon para festejar un triunfo del blanquiverde!
El Córdoba partió con una baja de última hora. López Silva, con fiebre, no pudo entrar en la lista, de la que también se cayeron habituales como el capitán Gaspar. Salió con una alineación con muchas novedades en el once titular respecto a la Liga. Hubo cambios en todas las líneas. La principal fue ver Taira con la camiseta cordobesista por segunda vez en partido oficial. Todo lo contrario sucedió en el Español. El técnico perico, Mauricio Pochettino, situó al once gala, con el único cambio de Casilla en la portería. Ni derbi ante el Barça del domingo le condicionó.
El duelo comenzó con el empuje inicial de los blanquiazules. El espectacular ambiente de las gradas no intimidó a los catalanes. Fue un leve arreón. Luego, el Córdoba volvió a su estilo, aunque le costó muchas dificultades generar juego con continuidad. El Español, muy bien posicionado, paralizó la conexión con los atacantes y las bandas. Por momentos, los locales dominaron territorialmente, aunque nadie ganó la partida posicionalmente en el primer acto.
En el cómputo de oportunidades también hubo equilibrio. Apenas un acercamiento de peligro por bando. Primero avisó Sergio García para los españolistas con una vaselina a Carlos Arias, que salió desviada por centímetros (m. 8). La respuesta fue una gran jugada individual de Borja, que finalizó con un buen disparo que repelió Casilla (m. 13).
Al balón le faltaba ritmo. Córdoba y Español se atascaban en el último cuarto de terreno. Había más emoción que juego y ocasiones. Así discurrió la primera mitad, hasta que un error en la salida de Arias acabó con el 0-1 del Español (m. 37). Sergio García se encontró un balón suelto después de que Prieto sacase el esférico en la línea de gol. El delantero fusiló.
Jugada decisiva
Nada más arrancar el segundo acto llegó la jugada clave del partido. Forlín realizó una mala cesión, Pepe Díaz atrapó el balón y fue derribado por Casilla. Undiano Mallenco señaló el penalti y expulsó al portero. Pepe Díaz lanzó el penalti, pero Cristian Álvarez (Pochettino retiró al delantero Álvaro Vázquez) detuvo la pena máxima (m. 54) en su primera intervención. El Córdoba dejó escapar la primera buena oportunidad de cazar al Español.
Lejos de descomponerse por el error, el Córdoba arrolló cuando tuvo superioridad numérica en el campo. La plantilla puso criterio con el balón para manejar la situación. Se hizo dueño del esférico para encerrar a los blanquiazules en su área. Los flancos comenzaron a percutir con el ímpetu habitual. Especialmente, cuando Fede Vico se incorporó por la izquierda. Taira, con una vaselina; Díaz, de cabeza; y un par de córneres, con remates altos de Aguilar y Prieto, fueron el preludio de la explosión de El Arcángel con la remontada.
El Córdoba merecía mucho mejor premio del que reflejaba el marcador. Jémez se jugó los últimos movimientos de naipes. Entraron Hervás y Balsas para dejar defensa de tres. La fortuna esquiva en el 0-1 y en el penalti, se acumuló para que un lanzamiento de Borja desde la frontal supusiese el empate a uno (m. 80). A partir de ahí, el campo y la grada fueron un vendaval. Una buena acción de Fede y Fuentes llegó al corazón del área para que Caballero certificase con un toque sutil la remontada (2-1, m. 84). Y pudo ser más. Cristian tuvo que desviar un lanzamiento de Vico. Fue una noche mágica y épica. Como el equipo, que ahora quiere ser histórico.