La falta de liquidez que atenaza a la Junta de Andalucía ha impedido que a fecha de hoy ni siquiera hayan salido publicadas en el Boletín Oficial de la Junta (BOJA) las convocatorias de ayudas y subvenciones destinadas a organizaciones sociales sin ánimo de lucro, lo que está provocando un auténtico colapso para este tipo de asociaciones cuya subsistencia depende casi exclusivamente de esa financiación. Así, por ejemplo, en Córdoba la Asociación Provincial de Padres y Amigos de los Sordos (Aspas) se ha visto obligada a solicitar un expediente de regulación de empleo (ERE) temporal para tres de los cinco profesores que atienden las labores de atención temprana, logopedia y rehabilitación auditiva para niños de cerca de 70 núcleos familiares cordobeses, tal y como se señala en una misiva enviada a esas familias por el presidente de la asociación, Librado Carrasco.
Y es que las citadas convocatorias por parte de las consejerías de Salud y de Igualdad y Bienestar Social suelen publicarse cada año en febrero, con lo que en mayo las asociaciones afectadas tienen una idea aproximada de las cantidades asignadas con las que pueden contar para funcionar durante el curso siguiente y solicitar a los bancos algún tipo de crédito en concepto de adelanto de las ayudas.
En el caso concreto de Aspas, esas subvenciones adquieren un carácter obligatorio, puesto que la asociación tiene transferida de la Administración la atención temprana que reciben los niños sordos, y eso significa que «por ley, nos tienen que dar una cantidad económica por los niños, aunque luego no sea suficiente para llegar a final de mes», explicó a ABC el presidente, lo que agrava aún más su situación. Pero no son los únicos que lo están pasando mal.
En Fernán Núñez, la Asociación de Padres y Protectores de Niños Discapacitados de la Campiña Sur (Apapnidicsur) confesó ayer tener la soga al cuello y que, de seguir por estos derroteros, tendrá que echar el cierre. Su encargada de captar subvenciones, Teresa López, apuntó que su plantilla ya se ha tenido que reducir de seis a tres trabajadores, a pesar de que «dos monitores que estaban en plantilla siguen colaborando con nosotros ya de forma voluntaria».
Los bancos cierran el grifo
Es más, este año, por vez primera, «vamos a montar una caseta de feria para recaudar, porque los bancos han cerrado el grifo, incluido Caja Navarra, que ahora nos da 800 euros cuando nos llegó a aportar 10.000, y los colaboradores habituales no pueden tirar siempre del carro», insistió.
Otros que tienen que echar mano de galas, eventos y otras actividades del tipo de barras solidarias para financiarse es la Asociación de Padres de Autistas de Córdoba (APAC). Su coordinadora, Manuela Romero, reconoció no estar tan mal como Aspas y tener incluso los pagos al corriente, pero, a cambio, «hemos limitado toda nuestra actividad a la mitad y contamos con la mitad de financiación». En su caso, Bancaja y La Caixa «nos han cortado la ayuda», mientras que Cajasur lo dejó en un tercio.
Para otras asociaciones más potentes, como Acpacys, el problema no es tan grave, ya que «contamos con otros recursos», pero su directora, Mariela Luque, reconoce que necesita esa subvención para preparar el programa de cada curso.