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Ezequiel Teodoro «Liquidé a Bin Laden en mi libro y a los pocos días se cumplió»

«Lo lógico era que yo en la novela hubiera dejado vivo al terrorista para hacerlo todo más real. Y sin embargo, no sé por qué, no lo hice»«También hubo otra casualidad. En la trama hice aparecer destrozada la escalera de una iglesia de un pueblo de Burgos, y después me enteré de que se había quemado»

Día 18/05/2011

Estrena un libro de ficción donde retrata una Al Qaida sin Bin Laden y resulta que, a los pocos días de publicarlo, Estados Unidos aniquila a la bestia. ¿Se siente profeta?

-No sé si fue un presentimiento o simplemente que mi inspiración me llevó a ello. Cuando empecé a escribir la novela en 2008, ya la primera versión contaba con que no estaba Bin Laden. Él aparece al principio del relato, en 2002, cuando está en Afganistán, y después la acción salta a lo que es ya la trama principal, en 2011, y hay ya otro terrorista al frente de la organización.

-Con el cual el fanatismo islamista se vuelve aún más turbio y destructivo.

-Sí, es todavía peor y con una parte más oscura y más oculta. Una especie de sindicato del crimen a todos los niveles, quizá desde una idea un poco gótica del terrorismo. Lo que es curioso es que, cuando me puse a racionalizar todo lo que había escrito, aquellas partes que veía poco verosímiles las eliminé y las cambié. Y sin embargo esto, que también chocaba un poco con la realidad, lo dejé intacto, no lo toqué.

-Cuando realmente la circunstancia de que Bin Laden esté vivo o muerto no habría torcido demasiado el sentido del relato...

-Lo lógico, por sentido común, es que yo hubiera dejado vivo a ese personaje porque lo habría hecho todo más real, y sin embargo no lo hice. Además, es la segunda casualidad, por no llamarla premonición, que se recoge en mi libro.

-¿Qué me dice? Cuente, cuente...

-En un pueblo de Burgos que se llama Leande hay una iglesia con una torre que tiene un papel importante en la novela y que yo visité para documentarme antes de empezar a escribir. Pero a mí me interesaba a la hora de contar la historia que esa torre no se pudiera utilizar, porque venía bien para la trama. Entonces lo que hice fue destrozar las escaleras por dentro, dije que estaban quemadas. Y cuando la novela estaba ya en la imprenta y volví a ese pueblo, el alcalde me comentó que la torre se había incendiado ocho meses antes y que él había estado a punto de morir dentro.

-A ver si me va a empezar a dar usted un poco de miedo... Cualquier cosa que anuncie, nos vamos a tener que echar todos a temblar.

-¡Espero que no, y que hayan sido dos casualidades! La verdad es que a la primera, la de la torre, no le di ninguna importancia, lo consideré una anécdota. Pero luego, cuando ya surgió lo de Bin Laden, fue un «shock», pues se repitió la misma sensación que había tenido en el pueblo de Burgos, pero lógicamente con mucha más repercusión.

-Y como un maná llovido del cielo para las ventas de la que es su primera novela.

-Eso espero. Como me decía un amigo: «Escribes bien y tienes capacidad, ahora solo te falta un poquito de suerte». Pues ya la he tenido.

-Lo que no anticipa es cómo muere Bin Laden.-No, ja, ja, ja. Eso ya habría sido la bomba. En la segunda edición he hecho alguna modificación pequeñita y digo «tras la muerte de Bin Laden», para darle actualidad. Es que si llego a contar que murió a manos de los Navy Seals, entonces directamente pongo un programa de videncia en televisión. Seamos sensatos: esto ha sido casualidad, y yo no soy ningún «friki». Simplemente, me viene muy bien, para qué voy a ocultarlo, que esto haya casi coincidido con la aparición de mi novela. Pero con lo que de verdad me quedo es con que todos los que la han leído me dicen que engancha, que es muy entretenida y de acción trepidante, aunque ni me conozcan a mí de antes ni se conozcan entre sí.

-Alguna crítica le ha comparado con Pérez Reverte.

-Y cómo lo agradezco, porque es verdad que me siento deudor de todo lo que él escribe, me apasiona.

ANTONIO

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VIRGINIA

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