Ya tenemos el «trending topic» callejero de esta campaña: lo de «yo también soy un bellaco», que ayer se pudo leer en las camisetas de algunos entusiastas en la plaza de toros de Zaragoza, donde los recortes (y no los de la tauromaquia, precisamente) se convirtieron de nuevo en munición contra Zapatero. Saca tajada el Partido Popular de que el presidente del Gobierno los niegue cerrilmente, pero ahora falta comprobar si la ofensiva en clave económica (ya algo cansina, por monocorde) será suficiente para afianzar las expectativas de los de la calle Génova.
Los actos en un coso son siempre un reto arriesgado, pues fletar el mismo número de autobuses de anteriores ocasiones no garantiza idénticos resultados de asistencia. Ni de pasión. Así que lo de la capital aragonesa servía como termómetro de movilización, a ocho días del 22-M, con la desventaja para el PP de que toreaba primero, antes del paseíllo de Zapatero hoy en ese mismo ruedo.
Ambientazo hubo (aunque no lleno), caldeado por el cantante David Civera y dos bailarinas despendoladas, como prólogo de la efervescencia mitinera. Desde las diez de la mañana habían ido afluyendo a La Misericordia riadas de ciudadanos con una compartida preocupación («a ver si llenamos»), después de las fallidas maniobras del PSOE para que a los populares no se les cediera este fin de semana el recinto. Luisa Fernanda Rudifue fiel a su línea, más recia que populista, y Rajoy intentó una estocada al morlaco (antes era el dóberman) del miedo a la derecha.