El nudo marca la diferencia
Dicen que la corbata es una prenda en extinción. Para sus incondicionales, la clave está en el nudo

La corbata es, desde 1800, un signo de elegancia y distinción. Llevarla demuestra una actitud formal y seria. Pero desde hace unos años, esta prenda, cuyo origen se remonta al reinado de Luis XIV, se encuentra en peligro de extinción. Hoy no siempre forma parte del uniforme de un hombre de negocios y la tendencia es utilizarla cada vez menos; en ocasiones, en los círculos donde era impensable no usarla: desde las finanzas hasta la diplomacia, pasando por el Congreso de los Diputados.
Esto era algo inimaginable hace años, pero gracias al casual friday («viernes casual», donde los ejecutivos pueden vestir de una forma más relajada en la empresa) y a preferencias personales de algunos políticos que consideran que así están «más cerca del pueblo», la corbata ya no es una prenda obligatoria.
Los primeros en querer «matarla» fueron los mismos diseñadores. Una de las anécdotas más sonadas es la del difunto Gianni Versace, que un buen día, allá por el año 92, declaró «the tie is dead», o lo que es lo mismo: la corbata ha muerto. Esto lo haría desde su maravillosa mansión de Miami Beach, donde, a 40 grados a la sombra, una soga al cuello no era muy apetecible.
Contradicciones
El apunte de estilismo de Versace no fue bien recibido, porque su clientela siguió demandando dicha prenda, por mucho que el diseñador hubiera decretado su muerte. La gran contradicción era que en la boutique de Versace de Bond Street de Londres, lo que más se vendían eran corbatas.
Sólo un consejo para los que sigan usando la prenda en cuestión. Lo que sí debería estar extinto es uno de los nudos que hemos visto recientemente, conocido como nudo Windsor, ancho y en forma de triángulo. El nudo que se lleva es el denominado «nudo simple» con una vuelta, mejor que dos.
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