Con cinco millones de parados, ¿estamos para exigir conciliación?
-Sí. Siempre que se despide a trabajadores se piensa en los que se van, lo que está muy bien; pero igual hay que pensar en los que se quedan y cómo se quedan, personas que han perdido compañeros y están preocupadas por su situación y la de su entorno familiar, mientras que la empresa necesita gente motivada, y ahí la flexibilidad es una herramienta muy útil.
-Crece la amenaza de aniquilar las conquistas laborales: hoy se trabaja más a cambio de menos.
-Eso es un paradigma, un pensamiento que nos condiciona a la hora de tomar decisiones y que está hecho de medias verdades. Por ejemplo, no es verdad que todas las medidas de flexibilidad conlleven inversión. Y si no cuestan dinero, ¿por qué eliminarlas?
-Por ejemplo, ¿qué saldría gratis?
-Flexibilizar los horarios, que la gente pueda organizarse para cumplir con sus obligaciones personales entrando o saliendo más tarde o acortando el tiempo para comer. Eso no tiene coste. Organizar un turno de bolsa de horas, tampoco. Que los trabajadores reciban formación en horario laboral no supone invertir más dinero, y su coste en tiempo es mínimo.
-Dice el CIS que el 45% de los trabajadores prolongan su jornada, la mitad a cambio de nada, y el 32% lo hacen de modo habitual.
-Claro, porque trabajan en empresas que no son flexibles, y ese es un problema.
-A veces fulminante: según Salud Laboral de CC.OO., una de cada tres muertes es por estrés y presión psicosocial en el trabajo.
-Y el 25% de las bajas por estrés, por prácticas de escaso equilibrio vida personal-vida laboral. Lo que más nos estresa es no llegar a tiempo a cumplir con nuestras obligaciones, sean familiares o no, porque hay quien quiere estudiar, colaborar con una ONG o irse al cine. Nos genera estrés que el jefe ponga una reunión a última hora cuando habías quedado para hacer deporte o salir de compras, y eso en menor medida que cuando a donde no llegas es a por tu hijo a la guardería o a por tu madre a un centro de dependencia. Por eso las empresas que trabajan en flexibilidad reducen radicalmente el absentismo. Hefame, distribuidora farmacéutica de Murcia, lo ha rebajado de un 16% a un 1% en cuatro años. Además, los trabajadores están motivados y aumentan su productividad.
-Pero en ser flexibles también hay mucho de pose. Usted y yo hemos conocido políticas de luces apagadas y empleados trabajando a oscuras.
-Debe pasar de ser moda a pertenecer al ADN de la organización. Una vez más, es una cuestión de personas. Si los directivos no se lo creen, los directores de recursos humanos —cuya su probabilidad de no tener amigos en la empresa es del 75%, según el CIS— podrán poner empeño e imaginación, pero no cala.
-Ilusos, pensamos que la tecnología nos liberaría.
-Hemos ganado mucho con ella, aunque falta aprender a usarla mejor, lo mismo que la gestión de nuestro tiempo, separando trabajo y ocio.
-Madre, empresaria, estudia interpretación y hasta escribe novelas. Usted sí que es un paradigma.
-Lo que ocurre es que pasada la barrera de los 40 pierdes todos los complejos. Llega el momento de hacer todo lo que quise y nunca pude. Fui madre joven, y ahora con mis hijos de 14, 17 y 21 años, con una vida más o menos organizada, disfruto de más tiempo. Y escribiendo y estudiando interpretación aprendo cosas valiosas que sirven a mis clientes para comunicar mejor. Porque se puede saber teoría, pero no esas emociones que cambian hábitos y formas de actuar.
-1.800 empresas han pasado por la lupa de su premio Empresa Flexible. ¿La mejor para trabajar?
-Para mí, ninguna. Llevo mucho tiempo siendo independiente, preocupada por mejorar y dejar mi impronta. Soy feliz, y esa es la clave del progreso.
-¿La próxima conquista de la flexibilidad?
-Que las mujeres nos creamos de verdad iguales a los hombres en capacidades, productividad y remuneración.
BLANCA
TORQUEMADA
ANTONIO
ASTORGA
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