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Columnas / AD LIBITUM

Las apariencias

Chacón es a Miguel Barroso, su recóndito e inteligente marido, lo que el cuervo de Rockefeller era a José Luis Moreno

Día 11/05/2011

EL tanatorio más famoso de Alicante se llama «La siempreviva» y el lugar más notorio de Tomelloso en materia de bodas, bautizos y convenciones opera bajo el rótulo de «Salones Epílogo». Siempre hemos tenido en España una cierta confusión con los nombres con que bautizamos las instituciones, las cosas y las personas y, por ejemplo, se le dice Cámara Alta a la que no da el nivel más bajo de funcionalidad y servicio a la Nación. Supongo que eso forma parte del espíritu nacional que tiende a ser contradictorio con el pasado, incompatible con el futuro e incómodo para el presente que nos toca vivir. Los ministros de José Luis Rodríguez Zapatero, por ejemplo, van por los mítines diciéndose parte de un «Gobierno de progreso» cuando, en verdad, han conducido y gestionado el mayor retroceso, no solo económico, desde que la Constitución vigente nos marcó un nuevo rumbo político.

Tengo la costumbre, no sé si buena o mala, de guardar en los libros de mi desordenada biblioteca muchos de los papelitos en los que anoto circunstancias y frases de los actos a los que acudo, sea por obligación o por devoción, a lo largo de los días. Ahora, cuando me dispongo a redactar estas líneas, se me han caído de las Memorias de un setentón, en donde buscaba la memoria de Ramón de Mesonero Romanos sobre los epílogos, unas notas tomadas durante una conferencia —no sé ni cuándo ni dónde— de Valentín García Yebra. Reflexionaba el académico leonés sobre la circunstancia de que en nuestra lengua palabras tan tremendas como guerra y muerte son femeninas mientras que sus equivalentes alemanas son masculinas. Ello me llevó, sin escalas, a los «Salones Epílogo» de Tomelloso y se me llenó la cabeza —¡compadézcanme!— de Carme Chacón, la catalana que para hacer méritos frente al aparato de su partido, del que lo espera todo, se bajó hasta La Mancha para ayudar a un candidato del PSOE que, para poder repetir mandato, no quiere dejarse ver ni con Chacón ni con ningún otro notable del ámbito monclovita.

Chacón es a Miguel Barroso, su recóndito e inteligente marido, lo que el cuervo de Rockefeller era a José Luis Moreno. Una apariencia con ambiciones y, lo que es más inquietante, con posibilidades de sucesión en el PSOE. De ahí que resulte significativo que, en el epílogo de Zapatero, los «Salones Epílogo» le suenen a «prólogo de cosas maravillosas». ¿Qué cosas serán esas? ¿Serán maravillosas para ella, para Castilla-La Mancha, para el PSOE, para España? Aunque su guionista sea inmejorable, Chacón no es una primera actriz y, lo propongo con la mejor intención, debiera subtitular sus apariencias públicas con discurso.

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