Columnas

cubierto-111

Columnas

Drásticas rebajas

Día 10/05/2011 - 06.37h

NOS enseñó Emilio di Roccabruna, señor de Ventimiglia, más conocido como El Corsario Negro, que cuando un barco hace agua es prudente, antes de achicarla, taponar la vía por la que el océano trata de instalarse en sus bodegas. Lo sabía hasta Emilio Salgari, que no consiguió superar las pruebas para convertirse en capitán de la marina mercante italiana. No es el caso del socialista Giorgios Papandreu y de su equipo en el Gobierno griego, que, después de haber recibido 110.000 millones de euros de la UE y del FMI, ya necesita, y con cierta premura, 30.000 millones más. Ni los potentes flotadores de la moneda europea son capaces de sostener la economía helénica y van teniendo consistencia los susurros informativos, tal que los de Der Spiegel, que auguran la posibilidad de que Grecia abandone el euro y vuelva al dracma. Imprimir papel moneda y devaluar son las armas de quienes, en la desesperación, han agotado las que aconseja la prudencia. Además, perdida la autoridad por el uso del engaño, el Gobierno griego tiene pocas posibilidades de nuevas ayudas. Algo de ello podría contarnos nuestra Elena Salgado, que este fin de semana, en sesión secreta, se ha reunido con sus colegas de Alemania, Francia, Luxemburgo e Italia para estudiar el asunto y considerar la firme posición británica de no aportar un penique más al «rescate» de Grecia y sus falaces gobernantes.

En estos tiempos en que pintan bastos, no hay probabilidades de que vuelvan a brillar los oros y, mientras brillan las espadas islámicas y algunos se hartan de copas, conviene mantener la cabeza serena y centrarse en unas pocas ideas, firmes y solventes. Hay que sacar del armario, por doloroso que resulte, las tijeras de podar el ya demasiado frondoso Estado de bienestar que predican los socialdemócratas y que, por rentabilidad electoral, riegan conservadores y liberales en todo el Viejo Continente. Es una lástima porque muchas de las conquistas alcanzadas, especialmente en lo sanitario y asistencial —no tanto en lo educativo—, resultan deseables; pero, como se ve, no nos las podemos permitir en un país como el nuestro en el que doblamos las tasas de paro de la media europea. Aquí y ahora, lejos de predicar bobalicona y electoreramente la ampliación de los derechos que tanto le complace al PSOE, debiéramos renunciar a las fantasías mentirosas y ajustar los deseos a la dura, durísima, realidad económica de la Nación. Habrá que empezar, quiérase o no, con el severo recorte del gasto público, una necesidad de la que todos son conscientes —taponar el agujero— pero que, en campaña, todos tratan de ocultar. La verdad cuesta votos.

Búsquedas relacionadas
  • Compartir
  • mas
  • Imprimir
publicidad

Copyright © ABC Periódico Electrónico S.L.U.