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Columnas / MONTECASSINO

Plañideras del nuevo che

Algunos no han dudado en defender a Bin Laden como un nuevo Che con túnica. Andan cortos de iconos de asesinos

Día 03/05/2011

ESTÁ bien eso de levantarse con buenas noticias, como sucedió ayer. Aunque pierdan cuidado, que no nos vamos a acostumbrar. Porque la buena noticia del Tribunal Supremo en el caso Bildu nos la puede reventar el Tribunal Constitucional en próximos días con lo contrario. Eso sí, no nos podrán arrebatar la alegría de saber que ha recibido un tiro en la cabeza el principal responsable de la muerte de más de tres mil inocentes que trabajaban en las Torres Gemelas y el Pentágono el 11 de septiembre del 2001. Al saberlo he recordado aquellas trágicas siluetas que se lanzaban de los pisos más altos de las torres cuando ya ardían los pisos inferiores. Y las historias de los padres que meses después recuperaban un llavero encontrado entre las cenizas de la Zona Cero, los hijos que nunca enterraron al padre o la esposa que se hundió para siempre en la depresión por la ausencia. Para ellos fueron mis primeros pensamientos al ponerme en la mañana de ayer a conocer los detalles de esta operación magnífica en Pakistán de unos soldados que nos defendían allí a todos. Muchos pormenores son contradictorios. Da igual. Muchos no los conocemos y en parte no los sabremos nunca. Eso espero y creo.

No parece que me vayan a seguir en mi entusiasmo amplios sectores de la progresía patria que se pasaron ayer todo el día poniendo peros a la operación. Que nuestro Gobierno tenía de manifestar su felicitación a Obama estaba claro. No hacerlo habría sido un escándalo. Y estoy seguro que esa congratulación es sincera por parte de millones de votantes socialistas españoles, que saben muy bien quiénes son los enemigos auténticos de la democracia y nuestro sistema de vida. Pero en la reacción de los más ardientes defensores del presidente y sus medios más leales se hacía patente ayer el fruto de la siniestra semilla que ha estado sembrando durante muchos años el zapaterismo en ciertos sectores de la izquierda. Han sido incapaces de alegrarse ni siquiera por el éxito que supone para este presidente norteamericano, al que encumbraron a los altares como «santo laico», en la muy paleta creencia de que era uno de los suyos. El antiamericanismo carpetovetónico tradicional aderezado por el cutre radicalismo izquierdista de nuestros tiempos llevó ayer a disquisiciones auténticamente grotescas sobre la pertinencia de la operación contra el mayor terrorista del mundo. Algunos no han dudado en defender a Bin Laden como una especie de nuevo Che con túnica. Andan cortos de iconos de asesinos. Mucho pesar en todo caso. Plañideras clamando contra la canallada del «Imperio del Mal». No nos debe extrañar. Son los mismos que apoyan flotillas hacia Gaza en apoyo a Hamás, la organización terrorista palestina que condenó ayer «el asesinato del gran héroe combatiente árabe». La fobia a la libertad hace extraños amigos.

Como recordarán, hará año y medio dije en el «Diario de la Noche» de Telemadrid que había que estar dispuesto a matar a los terroristas. Porque quien hace una guerra sin coraje para matar al enemigo pierde la guerra, además del respeto de aliados y enemigos. Me insultaron y una cadena amiga del presidente manipuló un vídeo para presentarme como un asesino vocacional, exponiéndome como un ser odioso que merecería todo el reproche social y algo más, por parte de los ciudadanos progresistas y por parte de los musulmanes a los que yo supuestamente querría matar. Ahora Obama ha hecho lo que yo defendí. Espero que al «santo laico» de Washington lo traten mejor, ahora que Zapatero lo felicita por ello tanto como yo.

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