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Columnas / FUERA DE MICRÓFONO

Invitación a vivir

Mourinho tiene cosas de Zapatero, pero se diferencia porque sabe lo que es la verdad incluso cuando la bordea. Exagera, pero no disparata

Día 02/05/2011

JAVIER Marías presenta Los Enamoramientos y lo hace ante un público que va al Instituto Cervantes con la novela leída. Aunque invita al engaño, lo último del joven Marías, a punto de cumplir 60, no es una novela de amor y sí una hermosa historia en la que caben las pasiones que lo acompañan: la muerte y la mentira; la impunidad y la esperanza y, al final, el de-sencanto que marca el transcurrir del tiempo sabiendo que vivimos un mundo pasionalmente explorado hace miles de años. Sí, he disfrutado leyendo el libro de Marías, un rara avis lejos del oropel oficial y de los premios ministeriales que no acepta. El libro, ya digo, no es una historia de amor y sí de enamorados, que como se sabe no es la misma cosa. Así lo es en la medida en que pretendo hablar del fútbol, pero no de fútbol. Y eso que en el acto del Cervantes y siendo Marías un hombre con muchas famas y un solo equipo, explicó qué es a lo que Mourinho le obliga: «Estoy casi buscando equipo». Ya saben que hay pocas verdades, pero una de ellas es que uno puede cambiar de casa, de familia, de mujer, de religión y de amigos, pero nunca jamás de equipo. Mañana juega el Madrid en Barcelona, y ante este encuentro que me tiene hermosamente distraído, pienso que es verdad lo que se dice en Los enamoramientos, que la ficción, y el fútbol lo es en buena medida, tiene la facultad de enseñarnos lo que no conocemos.

A la salida de un cine me encuentro a Ignacio Camacho, vecino de página y barrio. Ha visto Inside Job, yo vengo del Bernabéu de ver cómo pierde el Madrid. A él no le ha convencido la película de Charles Ferguson, a mí la de Mourinho ante el Zaragoza me ha parecido deplorable. Despachamos la película en un santiamén y en plena calle Narváez nos entregamos con fruición al fútbol y a las penas y penitencias que arrastra nuestro Madrid. Lo hacemos de tal manera que entran en conversación los amigos que nos acompañan, algunos distantes y ajenos al fútbol pero no a lo que les rodea. En un momento digo: «Esto del fútbol empieza a ser para mí el único espectáculo con fuste, desde luego muy por encima de la política». Entonces Ignacio, un madridista sevillano y en consecuencia raro con autenticidad manifiesta, reclama la atención de alguien cercano: «Mira, mira lo que dice Félix. No soy el único». Al llegar a mi casa me acuerdo de Ignacio cuando miro los periódicos en Internet y leo que Zapatero dice que está combatiendo el paro que no ha generado. La majadería me parece tan monumental que enseguida Mourinho, al que deseo corta vida en el Madrid, me parece un ser apreciable. Tiene cosas de Zapatero, pero se diferencia porque sabe lo que es la verdad incluso cuando la bordea. Exagera, pero no disparata. Y jamás se esconde.

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