1. No hay en realidad cinco millones de parados.El debate de cifras no consuela de una situación devastadora. Es cierto que existe una amplia red de trabajo sumergido pero también lo es que los prejubilados de mayor edad no se inscriben como despedidos y que el Gobierno maquilla los números del INEM sacando de ellos a quienes perciben cursos de formación. El dato de la EPA revela un veinte por ciento de españoles buscando empleo, casi un millón y medio de hogares con todos sus miembros en situación pasiva y dos millones de jóvenes fuera del mercado laboral. Una catástrofe social de proporciones descomunales.
2. El paro no es responsabilidad del Gobierno, sino de una crisis global originada por la quiebra de las burbujas financiera e inmobiliaria. El Gobierno es responsable en primer lugar de haber provocado un déficit que bloquea la recuperación. Lo es también por la falta de respuestas y estímulos para dinamizar la actividad económica. Lo es por haber pasado tres años sin aceptar la necesidad de medidas de reforma estructural. Y lo es de forma objetiva en tanto la destrucción de empleo comenzó en España un año antes de la caída de Lehman Brothers.
3. Hemos tocado techo.No necesariamente. Puede haber un ligero alivio durante el verano por los contratos estacionales del turismo, pero el crecimiento económico está estancado, la inversión paralizada y las previsiones son pesimistas. El FMI calcula que España crecerá por debajo del 2 % como mínimo hasta 2017, y hay vaticinios más sombríos; con un ritmo similar al de los mejores años del aznarismo, no volveríamos a las cifras de 2007 antes de 2021. Con la escalada de los precios hemos entrado en riesgo serio de estanflación, y la subida del Euribor compromete las reservas familiares y domésticas. En la mejor hipótesis no habrá descensos significativos a corto plazo, sin descartar repuntes por encima de los cinco millones de parados. En 2009, el Gobierno aseguró que jamás llegaríamos a los cuatro millones.
4. Ya no se pueden hacer más reformas ni recortes. Es la peor de las falsedades porque aboca al conformismo político. Están pendientes reformas estructurales neurálgicas en la energía o la educación. Falta por culminar la reestructuración del sistema financiero. La reforma laboral reciente ha sido un fracaso y necesita revisión. Y la Administracion pública, sobre todo la autonómica, requiere una poda tajante —que, en principio, puede generar más paro—, límites drásticos a su déficit y una agilización de sus pagos que dé oxígeno a las pequeñas empresas de proveedores.
5. El cambio de Gobierno no servirá de nada.Un argumento tramposo para aferrarse al poder. Un nuevo Gobierno supondría un revulsivo y, en el peor de los casos, una nueva legitimidad política para plantear reformas. Agotado y fracasado este proyecto, al menos merecería la pena probar una alternativa…


