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La guerra de los acomplejados

Los mismos argumentos que negaban el derecho de injerencia en Irak se ponen del revés para justificar Libia

Día 29/03/2011

SI Libia es la guerra de los intelectuales progresistas como Irak fue la guerra de los neoconservadores, comparación de Margaret Wente en The Globe and Mail, añadamos que Libia es también la guerra de los acomplejados. Sobre todo en España, donde nos hemos quedado cortos quienes predijimos que Zapatero no usaría una sola vez la palabra guerra. Pues la izquierda, empezando por el Gobierno, no sólo evita la palabra, sino que niega incluso la existencia misma de la guerra.

Lo ha hecho el propio comandante al mando de las operaciones que ha dicho textualmente: «No hay ningún argumento técnico que diga que estamos en guerra». Un bochorno intelectual que tiene, en su caso, la excusa de la obediencia que debe un militar al Gobierno, pero que no la tiene en esa izquierda intelectual que ha planteado sin el más mínimo rubor el debate de si lo de Libia es o no es una guerra. Reflejo de los complejos ideológicos que le supone el apoyo a tal guerra. Consciente como es de que ha aceptado las tesis neoconservadoras sobre el uso de la fuerza militar, incómoda en su coincidencia con los neocon en el apoyo a la intervención en Libia.

E insegura con el diccionario progresista de la guerra elaborado a marchas forzadas para refrendar la guerra de Zapatero y de Obama. Diccionario sin la palabra guerra pero con mucho «multilateralismo» frente al «unilateralismo» de Irak, en la confianza de que nadie se tome la molestia de contar los casi 50 países que apoyaron la guerra de Irak, entre ellos la mayoría de los europeos, frente a los 15 que firmaron el documento de París. Con abundante «apoyo europeo» frente a la «división de Europa» y el «corazón de Europa opuesto a Irak», sin que ahora la oposición de Alemania cuente para el corazón europeo.

Y con la particular reconversión de las palabras «masacres» e «insurgentes». Si una masacre describía en Irak las acciones de los aliados y no las de Sadam Husein, en Libia se refiere a los actos del Ejército de Gadafi, mientras que los insurgentes son ahora los oponentes a Gadafi pero en Irak lo eran los hombres de Sadam, oponentes de los aliados.

Como colofón, la adaptación del derecho de injerencia. Los mismos argumentos que negaban el derecho de injerencia en Irak, no se puede intervenir en todas las dictaduras, es peor la guerra que la represión de Sadam, morirán muchos inocentes, se ponen del revés para justificar Libia. Quizá por eso haya decidido Almudena Grandes eludir Irak y recurrir a Franco, o el derecho de injerencia, de Franco a Gadafi. La comunidad internacional debe apoyar a los rebeldes libios como debió hacerlo a los republicanos españoles, asegura el sí, progresista, a la guerra.

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