Consejos y reflexiones para abordar la jubilación. Ha dado en el clavo de lo que interesa con su nuevo libro...
-Es un tema de rabiosa actualidad porque a todos afecta: a unos porque ya están jubilados, y a otros porque ni siquiera saben si cobrarán la pensión...
-Por eso recomienda planificar esa etapa con mucha antelación.
-Digo que a veinte años vista. Con la particularidad de que lo que antes era solo una sugerencia (la de que había que ir haciendo una hucha) se ha convertido en una absoluta necesidad. No creo que lleguen a desaparecer las pensiones porque ningún gobierno se atreverá a eliminarlas. Pero sí pueden reducirlas o exigir más años de cotización. Y todos los beneficios adicionales, como las pensiones no contributivas, se van a acabar, con lo que urge mucho más tener algo complementario.
-Me ha llamado la atención una de sus consideraciones: «Cuando nos jubilamos, la mala noticia es que el dinero es importante; la buena, que no nos hace falta tanto como creíamos».
-Porque uno se encuentra con que los gastos disminuyen. Los grandes gastos, como la vivienda o la educación de los hijos, están ya hechos, e incluso los pequeños también. Me comentaba Víctor Márquez Reviriego: «Yo, de calzoncillos y calcetines ya no tengo necesidad de comprar más». Y a mí seguramente me pasa lo mismo con las corbatas, ja ja ja.Además, se pueden aprovechar las rebajas porque hay más tiempo para buscar gangas y se viaja más barato cuando no lo hace la multitud.
-Hace también apología de la frugalidad.
-Decía Marañón al hablar de las edades que en la juventud hay que cometer excesos, aunque solo sea para recordarlos más adelante. Y la vejez es el momento de ser mucho más espartano. En lo que se refiere a la comida, soy un enemigo radical de las cenas, nada beneficiosas en esta edad.
-«Ver la tele es dejar la mente en punto muerto», se asevera en su manual.
-Totalmente. Los dos grandes peligros en esta etapa son la falta de ejercicio físico y la falta de ejercicio mental, y la tele conlleva ambos riesgos. Por eso yo recomiendo mucho el ejercicio mental de leer, que es estupendo, como también lo es jugar al dominó o hacer crucigramas. La televisión es una importante ventana al mundo, pero hay que dosificarla. Y es básico mantener la actividad física.
-¿Qué hay de esa necesidad de crear lo que llama «el nido»?
-Consiste en conservar cosas del que ha sido tu mundo, que, por otra parte, va desapareciendo del mundo real. Mi nido son mis películas (una colección de 1.300 de los años treinta y cuarenta, en blanco y negro) y mis libros. Yo ahora releo ya casi más que leo. Ese universo personal es muy importante porque hay que contar con el factor soledad, a medida que avanzamos en la vida.
-¿Y el vértigo?
-El vértigo depende de cada uno. Si a uno le asusta la muerte, más que vértigo los existencialistas dirían pánico. Pero una persona religiosa afronta la muerte como la entrada en la verdadera vida. Sin embargo, tampoco hace falta tener una fe religiosa si se acepta que la vida es un ciclo, como se asume que el verano viene después de la primavera.
-Otro mandamiento es conservar la curiosidad.
-Es fundamental para mantenerse vivo. El gran privilegio de la vejez es que uno es dueño de su tiempo, y el que es dueño de su tiempo es dueño de su vida. Pero el problema es que muchos no saben después qué hacer. Por eso es absolutamente necesario preparar bien la jubilación. Quien se jubila debe saber el primer día a qué hora tiene que levantarse y qué tiene que hacer durante la jornada, y así el otro día, y el siguiente... Hay que tenerlo perfectamenta planeado, y lo hace muy poca gente. Por eso entra pánico. En esto las mujeres lleváis ventaja, porque no os jubiláis: siempre tenéis qué hacer.