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Columnas / PROVERBIOS MORALES

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Lo que hay que defenderen el País Vascono es el eusquera,lengua que nadie ataca

Día 13/03/2011

UN diputado autonómico del PSE, don Vicente Reyes, ha considerado intolerables mis pronunciamientos sobre el eusquera en una columna que ABC publicó hace dos semanas. La prensa nacionalista y El País presentan el caso del señor Reyes como si todo el partido que actualmente gobierna la comunidad autónoma vasca suscribiera dicha censura, a propósito de dos tormentosas comparecencias parlamentarias de la consejera de Cultura, Blanca Urgell, el miércoles y el jueves de esta semana, durante las cuales fue instada de nuevo por todos los partidos abertzalesa destituirme de mi condición de vocal en el Consejo Asesor de política lingüística del País Vasco.

La información periodística sugiere que un servidor de ustedes no contaría con otros apoyos para permanecer en dicho puesto que los del PP y UPyD, aunque, en realidad, la única opinión contraria procedente de los socialistas vascos es la del mentado señor Reyes, que asegura sentirse ofendido, como defensor que es de la lengua vasca, por mis declaraciones sobre la misma. No voy a insistir en lo que ya he repetido demasiado a menudo, arriesgándome a aburrir a mis lectores, o sea, que no he insultado al eusquera, pequeña lengua rústica que, históricamente, no ha sido vehículo de una cultura letrada vigorosa y original, y cuyo futuro, por más que en otro tiempo yo mismo la utilizase y cultivase, no es de mi incumbencia, sino de la de sus actuales hablantes y escribientes. Qué haya de insultante en esta definición es algo que todavía no han explicado de manera satisfactoria el señor Reyes y sus conmilitones —nacionalistas— en la defensa de una lengua que nadie ataca.

Sospecho que mi permanencia en el Consejo Asesor de marras se les está haciendo verdaderamente incómoda al lehendakari López y a la consejera Urgell. Más de una vez ha cruzado por mi cabeza estos últimos meses la idea de dimitir, para ahorrarles unas molestias que no se merecen. En rigor, ¿qué se me ha perdido a mí en esta bronca? Incluso los viajes desde Madrid a las reuniones del Consejo los pago, por decisión propia, de mi bolsillo. Contra lo que los nacionalistas expanden, le salgo gratis al erario vasco. Es cierto que accedí a tomarme un café con el lehendakari, pero solo y sin azúcar. No lo volveré a hacer. En lo sucesivo, iré desayunado.

Porque, después de darle algunas vueltas al asunto, va a ser que no. Que no dimito, vaya. Y no sólo por chinchar. Es cierto que me gusta sacar de quicio a los abertzales, pero se me ocurre un montón de actividades más divertidas y, desde luego, más lucrativas. Tampoco por la política lingüística en sí misma, que es un muermo, y menos aún por la supervivencia del eusquera. Según los datos oficiales éste sigue siendo la lengua habitual de un veinte por ciento de la población vasca. Con el doble de las subvenciones derramadas hasta la fecha, el porcentaje podría alcanzar el veintidós en quince o veinte años. Su futuro, pues, aunque me sea indiferente, parece asegurado. No. No dimito porque mi continuidad en el Consejo se ha convertido, gracias a los nacionalistas, en una cuestión básica para la conquista de la democracia real en el País Vasco, donde lo que hay que defender no es el eusquera. Es la libertad, estúpidos.

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