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Columnas / FUERA DE MICRÓFONO

Luis de Vega

Cuando escuché que le disparaban, cuando sentí el sonido de los impactos y del motor del caza, se me heló el corazón

Día 07/03/2011

DOS y media del miércoles pasado, el periodista José Miguel Azpiroz hablaba en Punto Radio con Luis de Vega, el enviado especial de ABC a Libia. La conversación transcurría con la aparente normalidad de un país en guerra. En un momento de la conexión Luis sube el tono de voz, rompe con lo que dice, y anuncia un temor; un espanto que contiene una vocación, un compromiso y toda la grandeza de un oficio en cuestión. Sin aire en los pulmones, pero con determinación, Luis dice: «Nos están disparando. Ahora mismo un avión de Gadafi está abriendo fuego contra nosotros… Disparan a los periodistas….». Luis se movía, buscaba refugio junto con el resto de los colegas. No se lamentaba, no, porque sabe que está en una guerra donde el odio y la violencia se confunden entre los que luchan y los que informan.

Cuando escuché que le disparaban, cuando sentí el sonido de los impactos y del motor del caza, se me heló el corazón. Primero pensé en él, luego, no sé por qué, en los oyentes. Después, tampoco sé por qué, en los padres de Luis, a continuación reparé en lo grande y moderno que es un medio como la radio. Cuando encontré la calma y supe que volvía la aparente normalidad, me emocioné sabiendo que pertenezco a la misma profesión, a la misma raza y oficio que Luis de Vega. Es verdad que él es quien lo hace grande, pero yo me llamo periodista como se llama también Mikel Ayestarán; es verdad que ellos están allí, pero yo comparto la grandeza de un oficio viejo que nunca acabará mientras Álvaro Ybarra dispare su cámara de fotos pensando durante tres segundos que sólo importa lo que está viendo por el visor. Todo esto es verdad, tan verdad que cuando Luis, Mikel, Álvaro y Daniel Iriarte enseñan sus credenciales sus carnets dicen lo mismo que el mío: Periodista, prensa, press.

A veces, cuando dicen que el de periodista es un oficio sin futuro, dudo. La crisis, los marquetinianos que dicen lo que es y lo que no noticia, los vendedores de refrescos que anuncian el fin del oficio y los que dicen que para qué viajar si está Internet… Pero cuando leo y escucho a mis compañeros pienso: No podrán con nosotros. Este oficio es grande, generoso, necesario y urgente, como el mejor de los poemas… Pienso en mis compañeros, y en Enric González, en Tomás Alcoverro, Carla Fibras, Javier Espinosa… y los imagino leyendo la lista que ayer publicaba ABC de los rostros de televisión que ganan más de un millón de euros, con Belén Esteban a la cabeza. Los imagino muertos de risa mientras escriben la crónica de mañana para sus medios. El periodismo es una maravillosa escuela de vida, decía Carpentier. Por lo general, esas escuelas te enseñan a vivir, pero no a ser millonarios. Luis de Vega: gracias por tanta vida. Y por hacerme sentirme bien un día como hoy. Y que espere el millón de euros.

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