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Columnas / EL ÁNGULO OSCURO

«Requiescat in pace», Zapatero

El olor a cadaverina embriaga de tal modo a los panegiristas que pierden incluso el dominio de los tiempos verbales

Día 31/01/2011
CÉSAR González-Ruano llamaba «semana del duro» a esa porción de tiempo —que a veces ni siquiera alcanza los siete días— en que al muerto recientito, antes de que ingrese para siempre en los desvanes del olvido, se le dispensan discursos panegíricos, artículos encomiásticos y algún homenaje póstumo con ofrenda de flores a la viuda. Durante la «semana del duro», mientras arrecian los piropos tardíos, se desenmascara la naturaleza necrófaga del peculiar temperamento español, que en vida del difunto se reconcome de envidia, o bien se repliega en la mezquindad del silencio, para transformarse, al olor de la carne fiambre, en una efusión postiza que no es sino la segregación renegrida de la mala conciencia. Nuestra época, más benévola o hipócrita que la de González-Ruano, ha preferido anticipar esta «semana del duro», que ya no se celebra tras el fallecimiento del homenajeado, sino cuando se intuye que tiene las horas contadas; en lo que, al parecer, se pretende aliviar el regusto funeral de la «semana del duro», aunque el efecto logrado sea más bien el contrario.
A Zapatero sus conmilitones le están organizando por anticipado una «semana del duro», antes de darle pasaporte. Y, como siempre ocurre en estas «semanas del duro» anticipadas, el olor a cadaverina embriaga de tal modo a los panegiristas que pierden incluso el dominio de los tiempos verbales. Así le ha ocurrido al inefable Manuel Chaves, que ha echado mano del subjuntivo (todo un alarde, en un hombre que repudia la gramática) para sentenciar: «Hubiese preferido que Zapatero siguiera». Frase que merecería un estudio freudiano, pues si el subjuntivo es el modo verbal con el que se expresa una realidad vista a través de las emociones o juicios de valor de quien lo enuncia, el empleo del pretérito imperfecto en combinación con el pluscuamperfecto le añade una connotación cruel: Chaves no sólo afirma como cosa hecha que Zapatero no va a seguir, sino que además, se refiere a esa cosa hecha con una anterioridad a la cosa misma («hubiese preferido»), omitiendo lo que prefiere ahora, una vez que la decisión ha sido tomada. Y la omisión de su preferencia actual denota que es de naturaleza distinta a su preferencia pasada, lo que es tanto como decir: «Hubiese preferido que Zapatero siguiera; pero, puesto que no va a seguir, prefiero que no lo haga».
Más brutal resulta todavía el ditirambo que don José Blanco ha dedicado a Zapatero en la convención del duro celebrada este fin de semana, en donde se ha despojado de las sinuosidades subjuntivas de Chaves, para resolver expeditivamente con el pretérito perfecto de indicativo, que como bien se sabe se emplea para referirse a acciones que han ocurrido en el pasado, sin ninguna conexión con el presente; por lo que es el tiempo verbal que suele emplearse en los discursos fúnebres y en los epicedios, ante la tumba de quien está criando malvas, como hace Manuel Machado en su célebre epitafio a Alejandro Sawa: «Jamás hombre más nacido/ para el placer, fue al dolor/ más derecho». Resulta improbable que don José Blanco haya leído a Manuel Machado (resulta improbable, incluso, que haya leído a Antonio), pero el piropo que ha dirigido a Zapatero («No conocí un socialista mejor nunca») parece una paráfrasis de los versos machadianos, con su mismo aroma de responso y crisantemos marchitos.
Sólo les ha faltado añadir, fingiendo un puchero y enjugándose una lagrimita de cocodrilo: «Requiescat in pace, Zapatero». Pero esto hubiese quedado muy poco laico y morigerado.
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