APENAS hablamos de ellos. El mundo mira vergonzante hacia otro lado mientras los de siempre aplastan tan «panchos», como si nada, a más de 200 millones de personas, cristianas, por los cinco continentes. Y parece que les va en el sueldo. ¡Qué silencio más humillante! Tan solo un 15 por ciento de la población mundial habitamos en países donde existe libertad religiosa. El resto es perseguido, aplastado y asesinado. La religión más humillada del planeta es el cristianismo. Y lo es por gobiernos como China o Vietnam, por sociedades regidas por poderes silenciosos como en Egipto, Argelia, Líbano, Siria... o por regímenes brutales hacia otras confesiones como Arabia Saudí, Yemen o Nigeria.
Apenas pensamos en gente como Gopy, un cristiano de Orissa (India), al que Álvaro fotografió sin saber si al día siguiente estaría vivo. Tan solo en la India la ¿minoría? cristiana está formada por 25 millones de personas, equivalentes a más de la mitad de España. Y malviven escondidos, avergonzados. La democracia va ligada a la libertad. Y a la libertad religiosa también. Esa es la ventaja de la intolerancia. Que saben que la reciprocidad no existe para nosotros.