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ATLÉTICO DE MADRID

El Atlético es un Poltergeist

Tras dos títulos, el club vive la crisis total, lejos de sus metas. Quique no es el único culpable

EFE

TOMÁS GONZÁLEZ-MARTÍN

Nadie encuentra la razón. Es un síndrome histórico. El Atlético es capaz de lo mejor y de lo peor. El único equipo que le ganó al Barcelona en la pasada Liga cae estrepitosamente en la actual ante modestos como el Levante, el Sporting y el Aris de Salónica. Su irregularidad es constante. El año pasado conquistó la Liga Europa y de la Supercopa catorce años después de sus últimas celebraciones, las del doblete 95-96, pero acabó el campeonato español en la novena posición, con 47 puntos, a 52 del Barcelona (99). Seis meses después ya ha sido eliminado de la Liga Europa en la primera ronda y de la Copa del Rey en la segunda. Y en el campeonato nacional suma 30 puntos en 20 jornadas y ya se encuentra a 25 del líder. La Champions está muy lejos.

Nadie sabe la causa de esta caída libre. El equipo se siente maniatado por los espíritus de Poltergeist, dominado por fenómenos parapsicológicos. Cuando un defensa rojiblanco va a por el balón, un espectro paranormal le teledirige, como le sucedía a Carol Anne al ver la televisión de su casa en la famosa película. Ahora, Quique está en la diana. pero no es el único culpable. Se marchará probablemente en junio, porque el club buscará otra solución. Y Agüero se lo pensará. Si el equipo no entra en Europa, no sería lógico que se quedara.

Y eso que la entidad se quitó por fin el lastre del «Pupas» en 2007, con su retorno a la Champions. Sin embargo, la fiesta en la Copa de Europa, que duró dos años, no impidió que sus dos «conseguidores», Aguirre y Abel, fueran despedidos en febrero de 2009 y 2010, ocho meses después de lograr cada uno la cota más alta que les exigieron. Ni uno ni otro pudieron acabar con el síndrome de los vaivenes de rendimiento. Ahora, la vieja historia de «Poltern» (hacer ruido) y «Geist» (espíritu) se repite.

Quique, el hombre que le llevó a la gloria con dos coronas europeas en 2010, obtiene peores números en estas últimas dos Ligas que sus dos predecesores defenestrados. Y peores cifras que todos los grandes técnicos que dirigieron más de 50 encuentros en la historia de la casa. Sánchez flores celebró esos dos títulos y consiguió ser finalista de Copa hace ocho meses, pero se quedó fuera de las seis plazas europeas de la Liga, con un balance de 12 victorias, 14 derrotas y 4 empates. En comparación, Aguirre fue destituido en 2009 después de ser cuarto en 2008. Abel vivió la misma situación doce meses después. Extrañas sensaciones que Manzano sufrió también hace siete años. Era echado en julio de 2004 por quedar fuera de la Copa de la UEFA, al ser séptimo. Un mero gol de diferencia con el Sevilla en el cómputo total le despidió de su gran sueño. Hoy, al Atlético de Quique solamente le queda el difícil reto de alcanzar la cuarta posición Y en Gijón dio miedo. Incluso a sí mismo.

Presupuesto a la baja

Al club le haría falta Zelda Rubinstein, la médium del inolvidable film, para solucionar su diatriba. La visión económica de la entidad encuentra argumento. El razonamiento cíclico de este salto hacia el vacío es la existencia de un equipo que futbolísticamente no es poderoso y que intenta mantener el estatus mediático de tercer equipo de España que los pinchazos televisivos le otorgan. La crisis obliga a sus dirigentes a reducir paulatinamente el gasto, pero defienden que el objetivo deportivo es la Liga de Campeones. El Atlético tenía un presupuesto de 136 millones de euros en la campaña 08-09. Hoy es de 110. El coste de la plantilla era de 90 millones en 2009. Actualmente es de 75.

Hay otro dato explicativo. Aguirre consiguió la cuarta plaza en la Liga 07-08 gracias a una inversión de 84 millones en fichajes. En la campaña actual, los dueños se han gastado 27,3: Elías (7 millones), Juanfran (4), Diego Costa (1 millón), Mario Suárez (1,8); Filipe Luis (10), Godín (11) y Tiago (500.000 euros por su cesión). Fran Mérida llegó libre.

Rebajas de gasto que son obligatorias por la exclusión de la Champions. No disputarla supone una pérdida de ingresos de 20 millones. Y los patrocinadores pagan menos. Es la pescadilla que se muerde la cola. Con menos dinero se arriesga menos en contrataciones y no se traen futbolistas de alto nivel.

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