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Columnas / UNA RAYA EN EL AGUA

Presidente de facto

El presidente del Gobierno irá el jueves al Congreso a explicar una decisión que tomó y ejecutó Rubalcaba

Día 07/12/2010
SI nos atenemos a la sucesión de hechos a la vista, que es lo que constituye la secuencia del lenguaje político, se diría que el presidente del Gobierno irá el jueves al Congreso a explicar una decisión que tomó y ejecutó Rubalcaba. La sospecha de abdicación de factose ha convertido este turbulento fin de semana en la evidencia de una suplantación de funciones en la que el vicepresidente ha asumido no sólo el poder sino su representación pública. Rubalcaba ha dirigido el gabinete de crisis, Rubalcaba ha comparecido ante la prensa y la tele, Rubalcaba ha aportado el aplomo que se le escapaba a un Blanco descompuesto, Rubalcaba ha dado las órdenes al Estado Mayor, Rubalcaba se ha mantenido a los mandos y Rubalcaba ha dirigido la coreografía del estado de alarma. Incluso la intensa dramatización política de la larga noche de los cielos cerrados —el despliegue militar en los aeropuertos, la lóbrega declaración de emergencia en plena madrugada, la sobreactuada solemnidad de la emergencia— llevaba el sello escénico del co-presidente. La desaparición de Zapatero en la crisis de los controladores ha tenido el carácter simbólico de una entrega de poderes. Recluido en Moncloa, su papel se ha limitado a firmar los decretos que le iba pasando el hombre que estaba al frente de las operaciones.
Si alguien albergaba aún alguna duda sobre quién manda en España habrá tenido en estos tres días sobrada ocasión de disiparla. Cada vez parece más claro que la última remodelación del Gabinete no fue producto de una decisión soberana aunque improvisada del presidente sino de un verdadero putschinterno en el seno del PSOE, a consecuencia del cual ciertos sectores de influencia en el partido han impuesto un relevo de hecho que deja a Zapatero en una posición meramente interina. La especulación sobre su tercera candidatura resulta ya meramente retórica; ahora la única duda verosímil es la de si terminará su mandato o cederá también los poderes de derecho en una maniobra similar a la de Suárez con Calvo Sotelo. La figura de Rubalcaba no es la de un vicepresidente que actúa de portavoz y coordina de forma delegada la actividad del Gobierno, sino la de un presidente en funciones que fija los objetivos, modula el discurso y decide la estrategia. Y también, como expresión máxima de liderazgo, el rostro que se dirige al país en medio de una situación crítica.
Hasta ahora, esa suplantación funcional venía expresándose de un modo más o menos delicado, con un cierto equilibrio formal, pero el motín de los controladores ha acelerado la dinámica de los acontecimientos con un auténtico ninguneo del presidente, una autoevaporación clamorosa. La imagen que los españoles han visto en estos días es la de un hombre que da un paso atrás y otro que da un paso al frente. Eso es un mensaje político, una declaración de intenciones y probablemente un anuncio electoral.
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