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Columnas / HAY MOTIVO

La caída de la masía Usher

A partir de ahora, gobierna CiU. No en Barcelona, que por supuesto. Gobierna en Madrid

Día 30/11/2010
LA derrota del socialismo en Cataluña ha sido tan rotunda y tan atrabiliaria que puede darse el caso de que los árboles caídos enmascaren la jungla que arraiga a sus espaldas. Es obvio que las exequias de Montilla son el primer capítulo de un funeral de Estado y todo el mundo sabe a ciencia cierta por qué y por quién doblan las campanas. Pero es verdad, también, que, cuando se disipe el entusiasmo, habrá que aquilatar hasta qué punto los resultados del domingo despejan la ecuación del conjunto de España, o si, por el contrario, el futuro del común se encuentra ya definitivamente hipotecado.
Sus 62 diputados dan a CiU el mayor éxito político de su historia. Que es la historia de la corrupción en Cataluña. Éxito, no sólo por el cómputo global; no ha habido un rincón de Cataluña en el cual los de Durán y Mas no hayan ganado. ¿No es mayoría absoluta? ¿Y qué más da? Con los 62 escaños se puede gobernar holgadamente y, además, no cargar con la imagen abusiva que dan las mayorías absolutas. No existe literalmente ningún terreno o anécdota en el cual el resto de los parlamentarios catalanes pueda ponerse de acuerdo contra esa fuerza mayoritaria. Pero la gran partida de CiU se juega en Madrid. El primer síntoma de ello fue la noche de triunfo en el Majestic. A la hora de los discursos, ante lo que hubiera debido ser estupor de los devotos, no fue Mas sino Durán y Lleida quien llevó la voz cantante. Pocos dudan que sobre él recaerá la tarea decisiva: imponer la política de CiU a un Presidente del Gobierno español en estado de postración mental y política terminal.
El PP puede felicitarse de la mejor cifra de escaños de su historia catalana. Es cierto. De haberse, incluso, acercado bastante a las cifras de los socialistas. Es cierto que no le aportará mucha ventaja política en Cataluña, pero la extrapolación podría ser decisiva en unas generales. Y, aunque tal vez no lo formulen sus dirigentes explícitamente, asume el PP además un éxito importante: gracias a su final toma en consideración del problema inmigratorio, ha podido frenarse la temida irrupción de una extrema derecha xenófoba, representada por Plataforma per Catalunya.
Esquerra retornó a sus orígenes de rencillas e intereses personales. Devolvió a CiU un parte de los votos que le arrebató en anteriores comicios. La otra parte se fue por el desaguadero del histrionismo populista que representa Laporta. Los de Rosa Díez sirvieron para lo que estaba previsto: no sacar escaño alguno, pero sí, con sus pocos votos, privar a Ciudadanos de un par de escaños decisivos. Una elemental fidelidad a sus principios hubiera debido llamar a los de Díez a desistir en favor de los dos únicos partidos que en Cataluña representaban su misma defensa de España, a ambos lados del arco ideológico: PP o Ciudadanos. Será difícil para UPyD dar una justificación del favor hecho a los nacionalistas catalanes.
A partir de ahora, gobierna CiU. No en Barcelona, que por supuesto. Gobierna en Madrid. Mientras todo el edificio no se les acabe por caer encima. A ellos y a nosotros, a todos. Cuando la realidad aquí comienza a parecerse tanto a aquella fantasmal casa Usher del relato de Edgar Allan Poe. Sólo que ahora en versión masía.
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