Crónica de una compra anunciada

Tan solo dos días después de recibir en sus salas de Villanueva a un huésped de excepción (Renoir), el Museo del Prado amanece hoy con otra buena nueva: la compra de «El vino en la fiesta de San Martín», de Bruegel el Viejo, es un hecho. Noticia, no por esperada, menos celebrada en la pinacoteca. La ministra de Cultura presidirá hoy la reunión del Patronato, donde se aprobará dicha compra. Sorprende, gratamente, la celeridad y diligencia del Departamento de González-Sinde a la hora de ejercer su derecho preferencial de compra y conseguir del Estado los siete millones de euros que piden sus actuales propietarios (una colección privada que permanece en el anonimato), algo que no es nada fácil en los tiempos que corren.

Según ha podido saber ABC, se trata de una partida extraordinaria. Es decir, el dinero no saldrá del presupuesto ordinario con que cuenta el museo para sus gastos habituales. Hubiera sido imposible sacar de ahí los 7 millones de euros, teniendo en cuenta el tijeretazo que le han dado a los grandes museos nacionales en los dos últimos años. Tampoco se ha optado por una fórmula gracias a la cual se ha incrementado el Patrimonio español en los últimos tiempos. Hablamos de la dación, que permite pagar impuestos con obras de arte. Siempre, claro, que Hacienda dé el beneplácito.

Y es que los legados con que ha contado el Prado (véase Villaescusa) no se pueden estirar eternamente. Gracias a él se pagó, por ejemplo, «La condesa de Chinchón», de Goya, que vendió la familia Rúspoli en 2000 por 4.000 millones de pesetas. «El barbero del Papa», de Velázquez, fue la última gran compra del Prado antes del bruegel. Costó 23 millones de euros y también se pagó con un crédito extraordinario. Las oportunidades únicas se presentan raramente y no hay que dejarlas escapar.

Todos los expertos coinciden en que el cuadro de Bruegel el Viejo valdría el triple en el mercado. Bien es cierto que habría que sumarle a los siete millones todo el trabajo de restauración de la obra que está llevando a cabo Elisa Mora en los talleres del Prado. Trabajos que dieron más fruto incluso del esperado, pues salió a la luz la firma del maestro flamenco. Según el informe técnico, el estado de conservación de la obra no es perfecto: «Ha habido pérdidas en toda la superficie y la vasta forración que sufrió en el siglo XX ha causado deformaciones en el soporte original que distorsionan algunas figuras». Ahora que el cuadro es del Prado habrá que decidir si se quita el entelado de la obra. Los trabajos de restauración aún se prolongarán al menos unos nueve meses. Será entonces cuando el público pueda admirar el segundo bruegel del Prado. Colgará junto al único que había hasta ahora, «El triunfo de la muerte».

Hay que recordar que «El vino en la fiesta de San Martín» se suma a las cuarenta obras autógrafas reconocidas del artista flamenco en todo el mundo. Es, además, la de mayor tamaño que se conserva del maestro (1,48 por 2,70 metros). Como ya publicó ABC, la obra perteneció a la colección del IX duque de Medinaceli, que probablemente la adquirió en Italia (fue embajador en Roma y virrey en Nápoles). «El vino en la fiesta de San Martín» lleva desde noviembre de 2009 en el Prado.

Ahora solo falta por saber si, tras este millonario gasto cultural inesperado, se resentirá la negociación de la colección Thyssen. La ministra de Cultura advirtió en una entrevista con ABC que era optimista y que se llegaría a buen puerto en breve. Pero, ¿habrá dinero para afrontar, si no la compra, sí el alquiler de la Colección Carmen Thyssen? ¿O se decidirá finalmente aplazar un año más la cesión gratuita a la espera de tiempos más boyantes? Esta segunda opción parece la más viable.