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Columnas / AD LIBITUM

El mutante continuo

El zigzagueo y la contradicción de Zapatero cuestionan que tenga principios firmes

Día 11/09/2010
DECÍA César González Ruano, gran maestro del género, que la entrevista es algo maravilloso: «La hace uno y la cobra otro». Así sería entonces pero, a juzgar por la presencia de José Luis Rodríguez Zapatero, ayer en la SER, la entrevista la hicieron los mismos que la cobraron porque el presidente del Gobierno no dijo nada y, menos todavía, nada nuevo. Lo más singular de sus palabras vacías e inconsistentes pueda encontrarse en la más chocante de todas sus expresiones: «No está en mis planes una remodelación de Gobierno». Ese es el auténtico Zapatero, una contradicción que respira. Tiene ante sí el problema de la sustitución de Celestino Corbacho y, muy posiblemente, la de Trinidad Jiménez. Aun en el supuesto de que el deseo de Cristina Garmendia de volver a la vida privada no sea cierto, como aseguró el presidente, el cambio de titulares en Trabajo y Sanidad, ¿no es una «remodelación del Gobierno»? Aunque con él siempre sea predecible el más de lo mismo otros nombres, otros DNI, sentados a la mesa son, necesariamente otro Gobierno.
El presidente se mostró encantado de sí mismo. Si se trata de un ejercicio de disimulo, hay que reconocerle maestría en el arte interpretativo. En caso contrario, a la vista de las circunstancias, sería una exhibición de irresponsabilidad y alejamiento de la realidad. «No siento que haya traicionado mis principios con la reforma laboral», dijo también. El zigzagueo y la contradicción que imprimen su conducta presidencial cuestionan que tenga principios políticos y sociales firmes. Es un mutante continuo, un oportunista de la política; pero, incluso de esa manera, lo que resulta inquietante es que pueda estar convencido de haber hecho una reforma laboral, algo que el país necesita, exigen los mercados, aconseja Bruselas y prescriben todas las fuentes de sabiduría económica. Ha rebajado el coste del despido, pero eso no es una reforma. Con eso no se crea empleo, que es lo fundamental, y solo se alivia la tensión de tesorería de las empresas en crisis.
Si de lo que trataba Zapatero con su presencia radiofónica de ayer era recuperar la confianza de sus electores, le salió el tiro por la culata. Evidenció su esencia principal, la vaciedad, y descubrió que, en lo que constituía su principal virtud, la adaptación camaleónica al terreno, ha perdido destreza. Es un náufrago a la deriva que, sostenido por la irresponsabilidad de los suyos y la incapacidad de Rajoy para ofrecer, tal que con una moción de censura, una alternativa evidente, nos arrastra hacia el precipicio. Ahora, con el salvavidas que le ha regalado el PNV para que, sin nadar, pueda seguir flotando.
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