Dos días después del 11-S, con su hijo Greg desaparecido, escribió junto a su esposa una carta que dio la vuelta al mundo: pedían a George W. Bush que no hiciera la guerra en nombre de su vástago muerto.
-Y nuestra forma de ver las cosas no ha cambiado desde entonces, sino que lamentablemente los sucesos que han ocurrido fortalecen aún más las ideas que expresamos en esa carta. Las dos experiencias traumáticas para el pueblo norteamericano en Afganistán e Irak no deberían haber sucedido porque están basadas en ideas muy erróneas de cómo se combate el terrorismo. Eso me hace sentir muy mal porque es una forma pésima de querer ganar la razón después de tantas muertes de afganos, iraquíes y tantos soldados que han muerto, también españoles. Es necesario bregar con la violencia de una forma diferente a como lo ha planteado mi país.
-Y qué propone.
-En cierto sentido la experiencia española contra el terror así como la de Irlanda del Norte puede ser un modelo para EE.UU. Sé que la ETA y el IRA no están en la misma categoría de Al Qaeda, pero EE.UU. debería aprender de todos los países que han bregado con el terrorismo. No es algo fácil pero me parece que su política es más sensata que la norteamericana.
-Al Qaeda persigue por cualquier medio la islamización del mundo. Es complejo defenderse de eso.
-Pero también es cierto que ningún movimiento político violento puede sobrevivir sin el respaldo de personas en los pueblos donde operan y para Al Qaeda es clave la ayuda financiera, lo que consiguen apareciendo como héroes y víctimas ante ellos; algo a lo que contribuye la política norteamericana, lo mismo que a que se identifiquen en gran parte con las acciones que explotan los seguidores de Al Qaeda. Por ejemplo, la oposición a una mezquita junto a la zona de los atentados en Nueva York, que en realidad es un centro cultural islámico, es muy buena propaganda para los radicales y los arma.
-El grupo terrorista Hamás ha declarado su apoyo a esa mezquita que llaman «Casa Córdoba».
-Hamás usa esto como combustible para su propaganda. Cuando esto surgió no existía tal apoyo expreso y es evidente que ahora no van a decir que están en contra. Así que me parece que eso no tiene nada que ver con los méritos de la idea de tener un centro cultural islámico a 10 metros de la Zona Cero.
-¿No es una provocación? Ahí mataron a su hijo.
-No. De acuerdo a nuestras garantías constitucionales toda organización tiene derecho a construir una cosa legítima donde quiera y eso no es discutible. Al contrario, considero que es positivo, como dijo el alcalde nuestra ciudad. Los que ahora lo tildan de provocación no decían eso cuando surgió la idea, así que veo todo esto como una cuestión de propaganda política bastante burda y que reabre la llaga.
-Expertos en islamismo advierten que nuestras garantías legales y libertades serán utilizadas por los radicales para imponer su dictadura.
-Nuestra libertad y nuestra ley no serán usadas en nuestra contra. Al contrario, cuánto más amplias y garantistas mejor podremos demostrar al mundo que la actividad de los terroristas no está basada en la realidad. El hecho de que Zacarías Moussaoui (uno de los organizadores del 11-S) viva y no haya sido condenado a muerte le ha quitado a Al Qaeda un mártir. Por la misma lógica, si se impide al centro cultural islámico establecerse donde le dé la gana será un triunfo de los radicales.
-¿Se ha hecho justicia por el asesinato de Greg?
-No, no. No ha habido justicia. Hay quien piensa que el hecho de que el Gobierno decidiera atacar a los talibán de Al Qaeda lo es, pero para mí la única justicia posible es un juicio en una corte internacional con los detenidos en Guantánamo y con Bin Laden, si lo encuentran, como se ha hecho con los criminales de guerra. Eso daría al mundo una idea más positiva de las posibilidades del sistema norteamericano.
-¿Cómo recordarán a su hijo en el IX aniversario?
-Pudimos recuperar algunos restos identificados mediante el ADN y tuvimos la dulce y triste experienciade poder sepultar lo que quedó de él en el cementerio de White Plains, en donde vimos. Desde entonces, cada 11-S un cura, que era capellán en mi universidad, reza ante su tumba con mi esposa, mi madre y mi hija. Ya ve, un cura católico, yo, protestante, y mi esposa judía. Porque eso es Nueva York.



