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La paz sigue muy lejos

Día 04/09/2010 - 03.02h
TENIENDO en cuenta la larga historia del conflicto israelo-palestino y todos los intentos de negociación en las últimas décadas, que se mantengan conversaciones directas entre Mahmud Abbas y Benjamin Netanyahu ha de considerarse como un elemento positivo. Pero precisamente porque son bien conocidos los resultados de otros intentos precedentes de buscar una solución pacífica al conflicto, se comprende la sensación de desconfianza y escepticismo que prevalece en todo Oriente Próximo. Las posiciones en las cuestiones más espinosas de cualquier negociación —asentamientos, capitalidad de Jerusalén, seguridad mutua, etc.— son tan conocidas a través de la larga historia del conflicto, que se hace muy difícil imaginar cómo pueden ponerse de acuerdo cuando queda tan poco margen de maniobra para que ninguna de las dos partes pueda ceder o aceptar un acuerdo pasando por encima de tanta línea roja.
Y por si la propia complejidad de las negociaciones no fuera suficiente, se sabe que hay muchos adversarios de la paz que no estaban invitados en Washington y que aprovecharán cualquier oportunidad para hacer saltar por los aires todo el proceso, como ha sucedido también con anterioridad. De modo que lo más razonable en este caso es seguir alentando al primer ministro israelí y al presidente de la Autoridad Nacional palestina a que mantengan esa predisposición al diálogo, que es algo ya de por sí mejor que las habituales relaciones tormentosas, y que ambos traten al menos de neutralizar a las fuerzas que prefieren la continuidad del conflicto y que esperan agazapadas para boicotearlo. No hay ninguna garantía de que el proceso vaya a funcionar, pero esto es preferible a cualquier otra alternativa conocida.
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