Hazte premium Hazte premium

Un Gobierno insolvente

STANDARD and Poor´s bajó ayer la calificación de la deuda española y la puso en perspectiva negativa, episodio ante el que el Ejecutivo socialista no puede alegar sorpresa o desconocimiento, ni traspasar su responsabilidad. Como presidencia europea de turno, ha fallado estrepitosamente en prevenir la crisis y en coordinar una respuesta eficaz; como Gobierno español, ha vuelto a errar en el diagnóstico, se ha visto totalmente superado por los acontecimientos y ha carecido de la más mínima capacidad de reacción. No se podía esperar otra cosa de un equipo dirigido por un presidente que desprecia las leyes económicas y una vicepresidenta que desconoce los fundamentos de su ministerio. Rodríguez Zapatero sigue en su mundo virtual, jugando a la economía de la décima, como si algo fuese a cambiar porque el INE registre un crecimiento de esa magnitud en el primer trimestre o el paro de abril caiga en esa cantidad. Salgado -sin ninguna experiencia previa por decisión explícita del presidente, que no quería más expertos pesimistas- pierde el tiempo identificando molinos de viento, como la oposición, los especuladores, las agencias de rating, en vez de preparar una respuesta coherente y creíble. Esta crisis se podía haber evitado perfectamente si el Gobierno tuviera un plan B y hubiera escuchado los múltiples avisos que le han llegado desde todo tipo de instituciones nacionales e internacionales, incluidos la oposición, el Banco de España y el Ministerio de Economía.

Lo ha resumido dramáticamente el director ejecutivo del FMI. Los escépticos tenían razón y el diseño de la Unión Monetaria estaba incompleto, lo que quiere decir que está en cuestión la viabilidad de España en el euro. Ya no es un problema de deuda, sino de confianza en que este «Gobierno de España» entienda que el euro comporta obligaciones y no sólo derechos. Escribirlo no es catastrofismo, sino condición necesaria para entender lo que está pasando y lo que continuará pasando si se mantiene el tancredismo presidencial. Las reformas necesarias son conocidas y Zapatero debería conocerlas ya de memoria de tanto negarlas: recorte de gasto público, reforma laboral, reestructuración bancaria y mejoras de competitividad. Hoy tendrán que ser más duras que hace un año. La cuestión se resume en si este presidente tendrá la voluntad y el coraje necesarios para desdecirse a sí mismo y enfrentarse a la realidad. Los inversores necesitan comprobar que la España de Zapatero no es la Argentina de Alfonsín.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación