La menor cubrió con cascotes el cuerpo de Cristina tras golpearla y rajarle la muñeca

La menor sospechosa del crimen de Cristina Martín de la Sierra ya ha sido internada en un centro por orden judicial, como pidió la Fiscalía que considera «contundentes» las pruebas obtenidas y no descarta calificar los hechos como «asesinato». En la declaración que prestó la detenida no mostró ningún signo de arrepentimiento ni «sentimientos de culpa». Su actitud altanera y fría desconcertó a los psicólogos que se entrevistaron con ella, máxime tras la reconstrucción inicial de cómo sucedieron los hechos.

La adolescente llamó a Cristina el martes poco antes de las once de la mañana desde el teléfono fijo de la casa familiar y se citó con ella para «pegarse», según confesó a los investigadores. Quedaron junto a la yesera abandonada que hay a la salida de Seseña. Allí sostuvieron una violenta discusión, igual que habían hecho desde meses antes. No explicó con claridad a qué se debían esas rencillas. Sostuvo que Cristina, compañera de instituto, se metía con ella y con su origen cubano -aunque tiene nacionalidad española-, y ella, al parecer, no se quedaba atrás.

Un chico y «Tuenti»

Algunos conocidos del instituto apuntan que las diferencias eran por un chico con el que salía la presunta agresora y con el que chateaba en la red social «Tuenti» la víctima con asiduidad. La detenida no mencionó ni una palabra sobre ese asunto a los agentes.Tras discutir, la adolescente golpeó en la cabeza a la víctima con una piedra, un palo o incluso una barra de hierro (presentaba un fuerte traumatismo), antes de rajarle la muñeca con un objeto cortante -se cree que una navaja, cúter, cuchilla o similar-. Esa herida provocó que la chica se desangrara, según los resultados preliminarles de la autopsia. Luego la empujó y Cristina se precipitó a una fosa semiderruida de la yesera. Antes de abandonar el lugar, arrojó cascotes sobre el cuerpo para intentar ocultarlo, según ha podido saber ABC. Los escombros al caer sobre la niña le causaron moratones y golpes en el rostro, tal y como comprobaron sus familiares cuando tuvieron que identificarla.

Ayer la Guardia Civil volvió a registrar la casa, donde la presunta autora del crimen vivía con su madre y el compañero sentimental de ésta, en busca del objeto cortante que no ha sido hallado. Los agentes creen que podía llevarlo consigo cuando salió de su vivienda para encontrarse con Cristina. En el interrogatorio con los investigadores no contó nada sobre esa arma ni sobre los cascotes. Aun más: primero negó saber algo del caso, después despistó a los investigadores y habló de un pozo asegurando que no recordaba el lugar exacto donde estaba el cadáver. La Guardia Civil encontró una diadema de la víctima y pañuelos de papel con sangre junto a la fosa.

Nada más recuperar el cuerpo el sábado, la sospechosa, de 14 años, fue arrestada -aunque ya llevaba varias horas «custodiada»-. No se inmutó cuando le comunicaron que estaba detenida. Ayer prestó declaración ante el fiscal de menores de Toledo durante dos horas, en presencia de su abogado. Tras esa diligencia, y a la vista de las pruebas recabadas que la Fiscalía considera «contundentes», se pidió al juez de Menores la medida cautelar de internamiento en un centro, que fue acordada.

El fiscal jefe de Toledo, José Javier Polo, explicó que se solicitó esa medida dada «la gravedad de los hechos y los indicios racionales y contundentes de la participación de la menor en los mismos». Polo sostuvo que la imputación «no descarta la calificación jurídica de asesinato», si bien es pronto para determinarlo. El juez ha ordenado el secreto del expediente en atención al interés de la investigación y de la menor, que en principio será recluida en un centro de Albacete o de Ciudad Real hasta un máximo de seis meses prorrogables tres más. Si pasado ese tiempo no hubiera concluido la instrucción del caso, la chica quedaría en libertad a la espera de juicio.