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El himno como síntoma

AL margen del espectáculo puramente deportivo en la final de la Copa de su Majestad el Rey, los abucheos al himno nacional de un sector del público merecen, además de la más severa condena, una profunda reflexión, aunque resulta excesivo suponer que representan la opinión mayoritaria entre los seguidores de F.C. Barcelona y del Athletic de Bilbao. Algo falla en los resortes morales y políticos de una sociedad cuando los símbolos comunes son objeto de rechazo por sectores significativos de la afición de dos equipos tan representativos en la historia del fútbol español. Tal vez, convenga mirar a Francia y reflexionar sobre la norma impulsada por Sarkozy que impone la suspensión de cualquier acontecimiento deportivo si se produce algún tipo de ofensa a la Marsellesa.Dice Rodríguez Zapatero que España no se rompe y que la oposición solo anuncia catástrofes cuando pone el acento en el fracaso de los mecanismos de integración política. Sin embargo, los hechos acaecidos en Mestalla son un pésimo síntoma del desapego hacia el fondo común de sentimientos compartidos que configuran una sociedad democrática. Resulta lamentable que amplios grupos de seguidores se dejen manipular por sectores extremistas. Es cierto, no obstante, que una gran mayoría disfrutó del espectáculo al margen de unos hechos profundamente antidemocráticos, cuyo desarrollo debería mover a una análisis sereno del comportamiento de algunos dirigentes. La solidez de la democracia española y la profunda descentralización de la organización territorial del Estado merecen el respeto. Sin embargo, este tipo de acontecimientos de gran relevancia mediática dejan la sensación de que falta mucho por hacer en el plano de la psicología social para reforzar los elementos comunes de la nación española y los símbolos que representan la unidad. En este contexto, la política permisiva hacia los nacionalistas radicales crea un caldo de cultivo que solo favorece a los extremistas dispuestos a negar la evidencia de la España democrática y constitucional. A mayor abundamiento, TVE cometió en Mestalla algo más que un error al eludir las imágenes en directo mientras sonaba el himno nacional, aunque después las transmitiera en diferido. Aunque pueda tratarse de un «error humano», la cadena pública tiene que analizar con rigor las causas y las consecuencias de una decisión que, en todo caso, si lo que pretendía era poner sordina a los pitos de un sector del público, ha servido para todo lo contrario.

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