Blanco reza por Rajoy

A Rajoy le ha salido un impresionante aliado en el PSOE. Nada menos que José Blanco, número 2 del aparato y de toda campaña de agitación y descrédito del PP que se precie, a la espera de sustituir algún día al número 1 indiscutible en tales menesteres que es Alfredo Pérez Rubalcaba. Afirma con aire apesadumbrado Blanco que Rajoy es una víctima de la ambición desmedida de Aguirre y Gallardón. Y que reza todos los días a la Virgen para que mantenga a Rajoy en su puesto, que es lo que contó a un grupo de periodistas, según relata Eduardo San Martín en su blog.

Lo que sitúa la cuestión de los enemigos y de los compañeros de partido en la realidad de la lucha política y no en la famosa ocurrencia de Konrad Adenauer, tan celebrada por los comentaristas políticos. Aquello de que en política la hostilidad tiene tres grados, en orden creciente, los adversarios, los enemigos y los compañeros de partido. O aquella otra atribuida a Winston Churchill de la advertencia al joven diputado conservador: no se confunda, joven, enfrente tiene a los adversarios; los enemigos los tiene usted detrás, en su propio partido.

En la lucha partidista real y no en la dramatizacion que tanto nos excita a los observadores, los enemigos más peligrosos están en el partido de enfrente. Sobre todo para los votantes, no sólo para los dirigentes. En los Blancos y en los Rubalcabas que tienen siempre la razón más poderosa para destrozar a Rajoy y a cualquier líder del PP, el triunfo electoral. Algo que los populares tienen que tener presente en primer lugar en el escándalo de Madrid. Cuidarse sobre todo de Blanco, del que reza a la Virgen, de ese político tan interesado en lavar los trapos sucios de los demás y tan experto en ocultar los suyos propios.

Una recomendación que, por otra parte, no necesita Rajoy. Si ganó el Congreso de Valencia lo hizo en buena medida porque es percibido por los militantes como un líder que pone siempre por delante la cohesión y la unidad del partido. Fue su mensaje más importante del discurso del pasado domingo y la clave para que el PP no salga electoralmente tocado de la crisis del espionaje de Madrid.