Los días más largos, el sol… En general, el verano es fuente de energía y de bienestar, sobre todo si disfrutamos de unas vacaciones. Sin embargo, también lleva asociado un aumento de diversos riesgos para la salud.
En el caso de los enfermos con patologías cardíacas, el incremento de la temperatura ambiente es un factor clave y puede derivar en que el corazón nos dé un susto cuando hay una ola de calor. De hecho, hay estudios que indican que por cada grado que aumenta la temperatura, el riesgo cardiovascular sube entre un 3 y un 4%; otros cifran que la exposición es aún mayor.
La doctora Raquel Campuzano, presidenta de la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardíaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), afirma que al igual que aumenta el infarto de miocardio con las temperaturas muy bajas, también existe una relación clara con las temperaturas altas y con las olas de calor.
Infarto, arritmias, crisis relacionadas con la tensión…
“En los días de calor extremo – explica- hay un incremento del 7% en el riesgo de padecer un infarto de miocardio, que se mantiene en los días posteriores, aumentando un 4% las crisis hipertensivas o un 6% las arritmias cardíacas. En olas de calor, el riesgo de infarto se multiplica hasta por 1.6”.
“En los días de calor extremo hay un incremento del 7% en el riesgo de padecer un infarto de miocardio”
Esto no significa que debamos permanecer en casa o no salir de viaje, sino recordar las precauciones extra que debemos tomar en esta época.
Las olas de calor afectan a todos los enfermos cardiovasculares, pero entre ellos deben tener más cuidado los pacientes con patología cardíaca más avanzada, los de mayor edad y aquellos con enfermedades asociadas. “Estas personas son más vulnerables y hay que prestarles más atención”, explica la doctora Campuzano.
Disfrutemos de la comida con control
Entre los consejos a seguir destaca el cuidado de la dieta, mantener una buena hidratación, mantenernos activos pero tomando precauciones respecto al esfuerzo físico, y seguir controlando los indicadores habituales como el azúcar, el colesterol, y la tensión.
Hablando de alimentación, la recomendación es seguir la dieta mediterránea, pues es la que ha demostrado mayor protección cardiovascular. Pero hay que ajustar las calorías al gasto energético que hagamos en verano, intentando mantener el peso y teniendo cuidado con los excesos.
De hecho, la doctora indica que “dado que en esta época tenemos más oferta de frutas y verduras, y posibilidad de elegir platos menos calóricos, como gazpachos o ensaladas, incluso es un buen momento para perder peso”.
Beber agua según la pérdida de hidratación
El otro peligro asociado al verano y a las altas temperaturas es la deshidratación, que aumenta el riesgo para el corazón porque le resta capacidad para eliminar el calor del cuerpo, provoca cansancio, mareos y alteraciones en la tensión.
Tampoco por ello debemos beber en exceso. La doctora Campuzano explica que “hay que mantener la ingesta en función de las pérdidas. Por tanto, en días de mucho calor en los que se pierde más agua por el sudor, es aconsejable aumentar los líquidos que ingerimos, y también si incrementamos la actividad física. Además, debemos extremar el cuidado de la deshidratación con los niños y las personas de mayor edad, porque tienen menos sed”.
En el caso de los pacientes que toman diuréticos “puede plantearse ajustar la pauta de forma personalizada. Hay que hidratarse siempre, pero cuidado con beber mucho más de lo habitual, pues en algunas cardiopatías puede ser perjudicial”, señala la doctora.
El deporte, a primera o última hora del día
Respecto a la práctica del ejercicio físico, la recomendación es mantenerla. El verano es una etapa excelente para retomar y mantener buenos hábitos.
“Aprovechemos los días libres, para ponernos en forma. Debemos hacer ejercicio, como mínimo 150 minutos de moderada intensidad a la semana, y dos días de ejercicio de fuerza. La clave es evitar las horas de máximo calor – aconseja Raquel Campuzano-. Es mejor realizar actividades deportivas a primera o última hora del día. Estos meses, también podemos incorporar deportes acuáticos. Si vamos a estar trabajando, debemos pasar el menor tiempo sentados, e intentar levantarnos cada hora”.
“Es bueno reservar 5 o 10 minutos al final de hacer ejercicio para una buena recuperación”
A la hora de practicar deporte, conviene llevar ropa ligera y transpirable, y calzado adecuado, sobre todo personas con diabetes. Debemos cuidar también la exposición solar, proteger la piel, y siempre empezar el ejercicio progresivamente. También es positivo reservar entre 5 y 10 minutos para recuperarnos bien al finalizar. Y siempre, insistimos, mantenernos hidratados.
Para las personas con insuficiencia cardíaca, las pautas son las mismas, pero poniendo atención a la cantidad de sal en las comidas, sobre todo al comer fuera de casa. La razón es que puede influir en la tensión arterial y en la hinchazón.
Debemos hacer deporte evitando las horas más calurosas.
Como vemos, las precauciones son sencillas y no impiden en ningún caso disfrutar del periodo estival. Hay cuestiones, sin embargo, de sentido común. “En el caso, de las personas con hipertensión pulmonar, deben evitarse las grandes altitudes como destino de vacaciones, si bien tanto el mar como la montaña son estupendos para todos -explica la doctora-. Para aprovechar el verano, hay que descansar de la rutina, pero manteniendo el autocuidado, los controles analíticos, el tratamiento y no excederse en la dieta”.
Seguir con el tratamiento todas las vacaciones
Un aspecto importante para reducir posibles eventos es mantener la adherencia al tratamiento pautado por el médico. Se sabe que alrededor del 90 por ciento de los pacientes que han sufrido un accidente cardiovascular lo abandonan pasado un año, porque creen que ya ha pasado el peligro, y el verano puede ser otro motivo de excusa. Porque las vacaciones invitan a que nos relajemos, pero hay que recordar que la enfermedad no se toma días libres.
“Es aconsejable llevar la medicación duplicada y protegida del calor”
Se recomienda llevar siempre la medicación en bolsos de mano, incluso duplicada por si se pierde el equipaje, protegida de altas temperaturas, e intentar mantener los horarios de las tomas. Podemos utilizar diversas ayudas para no olvidarlas como pastilleros, alarmas, o aplicaciones móviles.
Como resumen, la doctora Campuzano sugiere que “debemos plantearnos como objetivo que el verano juegue a favor de la salud cardiovascular. Es una época para dedicarnos más tiempo, para retomar el ejercicio, mejorar el estrés, perder peso y estar con quienes más nos importan. Decididamente el verano puede ser un gran aliado de nuestra salud cardiovascular”.
Alianza Médica Contra el Cambio Climático
El Consejo General de Colegio de Médicos (CGCOM) ha alertado este año sobre la relación entre salud y cambio climático y se ha presentado el proyecto Alianza Médica Contra el Cambio Climático, por el que se comprometen a trabajar con los 250.000 médicos españoles en la tarea de sensibilizar a la población sobre los riesgos que supone la pérdida de calidad del medioambiente.
Pedro Cabrera, presidente del Colegio de Médicos de Las Palmas, institución promotora del proyecto, que está avalado por la OMS, ha explicado que la lucha médica contra el cambio climático es pura medicina preventiva y que “no podemos permitirnos contribuir a la pérdida de salud de la población o a desestabilizar a nuestros enfermos crónicos de respiratorio o cardiovascular”.
La institución recordó que llevamos años con un progresivo aumento de las temperaturas extremas y de las olas de calor. La mayor cantidad de muertes en Europa se producían históricamente en invierno, y en la actualidad está ocurriendo en verano.