Se llama Jo y está recibiendo su dosis de premio tras haber realizado bien su misión. Forma parte del escuadrón de rescate del proyecto Hero Rats de la ONG Apopo. Está entrenada para colarse bajo escombros y llegar hasta los supervivientes de un derrumbamiento.
En su mochila lleva un equipo de vídeo, un rastreador de ubicación y un micrófono, de modo que los supervivientes puedan comunicarse con los equipos de rescate. Un pitido las llama de regreso a la base y reciben su jeringazo de recompensa. Las entrenan en Morogoro, en Tanzania, y están encantados con su respuesta: «Las ratas son perfectas para labores de rescate porque son listas y se cuelan por sitios imposibles», explica su adiestradora Donna Kean.
Apopo entrena ratas en su Centro de Capacitación e Innovación en Tanzania. Las preparan también para localizar minas anti personas: son más ágiles y ligeras que los perros. Con nueve meses de entrenamiento ya están listas para ser enviadas a los campos de minas. Las ratas de Apopo limpian artefactos explosivos en Camboya, Angola, Zimbabue, Sudán del Sur y Turquía. Han detectado 150.000 minas, mejorando así la vida de 1,8 millones de personas. Son heroínas.
Como son ligeras no detonan los explosivos que detectan con su olfato. Y a diferencia de los detectores de metales no se despistan con la chatarra u otros objetos metálicos, con ellas se evitan las falsas alarmas.
Y no es su única labor. Las ratas de Apopo también son soldados en la lucha contra la tuberculosis. Casi 200 clínicas de Tanzania, Mozambique y Etiopía trabajan con ellas. Las ratas analizan esputos de posibles enfermos de tuberculosis, una dolencia que, según la Organización Mundial de la Salud, contraen diez millones de personas al año y mata a un millón y medio.
Las ratas son más rápidas que los microscopios: en solo diez minutos son capaces de analizar cien muestras. Y descubren un 40 por ciento más de casos. El año pasado captaron 15.000 que no se habían diagnosticado en los hospitales. Ese es un gran problema, se calcula que hay 4,1 millones de personas sin diagnosticar y, por ende, sin tratamiento. Y la tuberculosis se cura si se trata. De ahí la importancia del trabajo de las ratas de Apopo.