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EL BLOC DEL CARTERO

Lenguas

Lorenzo Silva

Sábado, 23 de Octubre 2021

Tiempo de lectura: 4 min

Gracias a nuestra proverbial afición a complicarnos la vida, los españoles hemos convertido uno de nuestros activos, la coexistencia de varias lenguas con una rica cultura expresada en ellas, incluida la segunda del mundo en hablantes nativos, en motivo de discordia. Como sugiere un lector, acertar a protegerlas todas, entre todos, sería un excelente factor de cohesión de un país con sensibilidades diversas y algunas cicatrices no del todo bien cerradas. Sin embargo, ese empeño no solo no impide, sino que tendría su justa contrapartida en ir todos a una y lealmente en la promoción y el aprovechamiento sensato de la que nos es común, el castellano o español, que encierra, además, un potencial enorme, tanto cultural como económico. Lástima que algunos no estén por la labor.

Cartas de los lectores

•Se nos va de las manos

Aquí y allá oigo resonar con fuerza creciente las voces de quienes, legítimamente, abogan por la protección de las vidas animales. Trabajo en emergencias y estoy de acuerdo con ellos. No lo estoy, sin embargo, con quienes pretenden anteponer la vida de cualquier animal a la vida de una persona. Personas (incluyendo la propia integridad), animales y cosas: este es el orden de prioridad cuando se trabaja en emergencias. Todas ellas son importantes, pero no todas lo son en la misma medida: si hay que elegir, porque no hay más remedio y no se pueden preservar ambas cosas, es lógico optar por salvar a una persona antes que a un gato. Quien dice 'gato' dice 'perro', 'dodo', 'lince ibérico' o el último espécimen de 'cacatúa constantinopolitana': me es igual. La vida, para mí, es sagrada. Cualquier vida, animal o humana, pero también la propia: nadie exija, desde su cómodo sofá, que alguien arriesgue su propia vida para salvar la de un animal.

Samuel García Moreno. Logroño


• Obstinada ilusión

Así calificaba Einstein la distinción que todo hijo de vecino realiza entre pasado, presente y futuro. Y es que, según la teoría de la relatividad, el tiempo es una cuarta dimensión en la que se suceden las 'instantáneas', las 'rebanadas' de realidad que conforman las tres dimensiones espaciales en cada momento. Así pues, si lo que afirmaba el despeinado físico es cierto, no existiría un ahora único, pues para los protagonistas de cada instantánea ese sería su presente. Además, la duración de los acontecimientos también variaría en función de la ubicación temporal del observador, de la misma manera que dos paisanos sentados en esquinas opuestas de la plaza del pueblo juzgarían diferente la longitud de la sombra del campanario. En esta época en que muchos predican y defienden a capa y espada certidumbres políticas, económicas o culturales, que supuestamente jamás podrían ser de otra manera, las ideas de Einstein –bien más listo, seguramente, que muchos de esos acérrimos– sobre la abrumadora relatividad del universo deberían hacernos un poquito más humildes.

Manuel Suárez Botana. Correo electrónico


• Proteger todas las lenguas

Ahora, con la próxima aprobación de la nueva ley audiovisual se le presenta, a mi entender, al Gobierno de Pedro Sánchez una magnífica ocasión para demostrar que sus promesas de proteger las lenguas cooficiales españolas son ciertas, haciendo posible que en dicha ley se incluyan cuotas que permitan la producción y la exhibición, en las distintas plataformas digitales, de obras tanto en castellano como en las demás lenguas cooficiales. Con relación a ello, hace unos días, y ante el requerimiento de los partidos catalanes instando al Gobierno a establecer por ley dichas medidas protectoras, la ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, respondió que su Gobierno cree en la protección del catalán, del gallego y del vasco, pero que, ante todo, debe proteger también el castellano, porque es la lengua que «nos une a todos». Yo, como ciudadano catalán, con el catalán como lengua materna, desearía decirle a la señora ministra que, para mí, aquello que realmente me une a todos los demás ciudadanos españoles es el respeto que los distintos gobiernos e instituciones españolas puedan mostrar por mi lengua, así como por todas las demás lenguas cooficiales. Dicho de manera clara y precisa: cuanto más respeten y protejan mi lengua propia, más integrado me sentiré dentro de este gran país –«una nación de naciones», a mi modo de ver– llamado España.

Josep Vilà Batlle. Olesa de Montserrat (Barcelona)


• Reyes sabios

En el artículo dedicado a Alfonso X el Sabio (n.º 1769) se dice que «Alfonso X de Castilla y León es el único rey español apodado 'el Sabio'». Creo que al autor no le resultará difícil comprobar que Sancho VI de Navarra (c. 1133-1194), entre otras cosas fundador de Vitoria y San Sebastián, también pasó a la Historia como Sancho VI el Sabio.

Ignacio Janín Orradre. Pamplona

Vivo con miedo a que mi volcán entre en erupción. Asistimos atónitos a las imágenes que vemos en televisión o en las redes sociales de las grandes coladas de fuego en La Palma arrasando viviendas y plantaciones enteras, destruyendo hogares. Enmudecemos ante ellas porque no sabemos ni qué decir, salvo la lágrima que recorre en nuestros rostros por la impotencia y frustración. Hace dos años me diagnosticaron esclerosis múltiple. Desde entonces vivo con miedo a que mi propio volcán entre en erupción y destruya lo que doy por hecho que forma parte de mi existencia. Este volcán, aunque benévolo conmigo hasta el momento, se ha mostrado ante mí con pequeños sismos, pequeños movimientos de tierra que recuerdan que está ahí, que sigue despierto. Casi todos nosotros tenemos algún volcán en nuestro interior que yace latente de alguna u otra forma y que en algún momento entrará en erupción para recordarnos que somos perecederos, no eternos. Sin embargo, no podemos sumergirnos en las tinieblas del averno y hemos de recordar que, mientras existamos, hemos de disfrutar de nuestros pequeños paraísos vitales, que son aquellos que creamos.

Adelaida Ibeas Marinero. Burgos

Por qué la he premiado… Por el oportuno recordatorio de la razón por la que ningún drama humano nos es ajeno.

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