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Lo que dejó la misión Kepler

¿Pero qué demonios es esto? La apasionante caza de exoplanetas

Los científicos nunca habían visto nada igual. Un objeto gigantesco e irregular, que parecía construido por algún ser inteligente. Fue uno de los últimos descubrimiento de la misión Kepler, que entre 2009 y 2018 se dedicó a localizar planetas más allá de nuestro sistema solar. La misión terminó pero sus misterios siguen ahí para ser 'desvelados'.

Miércoles, 24 de Agosto 2022

Tiempo de lectura: 5 min

Si alguna vez encontramos vida en el universo, habrá que agradecérselo a un cabezota llamado Bill Borucki, el padre de la misión espacial Kepler.

Ingeniero de la nasa desde los años sesenta, es uno de esos empleados de la vieja guardia, que sabe

de todo. Pero los viajes a la Luna terminaron y nadie sabía dónde meterlo para que no estorbase... Lo cierto es que a este hombre, que se acaba de jubilar a los 76 años, sus jefes de la NASA le recomendaron calma. Y tiraron a la papelera cuatro veces su gran proyecto: lanzarse a buscar exoplanetas, es decir, planetas fuera de nuestro sistema solar.

Hoy, la misión Kepler puede considerarse un gran éxito. Más de 4000 candidatos a exoplanetas descubiertos, más de 1000 confirmados, 19 parecidos a la Tierra.

Este satélite artificial que orbitó alrededor del Sol fue una caja de sorpresas. A trancas y barrancas, con averías y cancelaciones, pero tirando de ingenio, nos deparó emociones fuertes. El último sobresalto todavía tiene a los astrónomos rascándose la coronilla. ¿Qué demonios es esa cosa que orbita alrededor de la estrella KIC 8462852 y que se parece a un planeta lo que un montón de cajas rotas a un balón?

El buscador de mundos. Sus jefes de la NASA tiraron a la papelera cuatro veces su gran proyecto: lanzarse a buscar exoplanetas, es decir, planetas fuera de nuestro sistema solar. La misión Kepler, ideada por el físico Bill Borucki, ya ha encontrado 19 planetas parecidos a la Tierra.

Kepler era una misión espacial low cost: 600 millones de dólares (544 millones de euros). En 2014, su telescopio estuvo a punto de 'desenchufarse'. La nave tenía dos volantes de inercia hechos cisco (los giróscopos que le permiten apuntar siempre al mismo lugar del cielo), pero siguió aprovechando el empujoncito de la radiación solar, como una barca al pairo mecida por las olas, para mantener la posición a duras penas...

Una misión llena de 'achaques'

Todo empezó en 1983 con un artículo firmado por Borucki y un colega. La idea la resume el astrofísico Daniel Marín en el blog Eureka: «Si tenemos la suerte de que un planeta pase delante del disco de su estrella, podremos detectar su presencia a través de la disminución de brillo del astro. Cuanto más grande sea el planeta, mayor será esta disminución». Esta técnica fue bautizada ‘método del tránsito’. Si esa reducción del brillo se repite periódicamente, hay que sospechar que se trata de un objeto en órbita. Elemental, ¿no?

Los científicos, en un principio, pensaron que los datos podían ser erróneos o deberse a un zarandeo de la nave. Tras analizar las diversas posibilidades lo han descartado

Pero hay problemas. Uno de ellos, y no menor, es que no se trata de un gran apagón. Es más bien un minieclipse apenas apreciable. Como dijo el propio Borucki: «Es como mirar los faros de un montón de coches a kilómetros de distancia, y en uno de esos faros encontrar una pulga».

Total que cuando Borucki propuso poner un telescopio en órbita para cazar tránsitos planetarios, la NASA le dio largas... Borucki tardó varios lustros en convencer a sus jefes de que su propuesta no era descabellada. Construyó unos cuantos prototipos, cada vez más baratos...

Desesperanzado, pasó una temporada recluido como un ermitaño en el observatorio Lick del monte Hamilton, en California; unas instalaciones precarias infestadas de ratones. Hasta que, por fin, la NASA incluyó su proyecto en la misión Discovery. Era el año 2001. Pero el telescopio, instalado en una nave de una tonelada, no fue puesto en órbita hasta 2009. Funcionó durante cuatro años y se prorrogó la misión hasta 2016. Pero los 'achaques' obligaron a suspender operaciones en 2013. No obstante, sigue dando guerra y proporcionando datos, aunque no tan precisos, como si el telescopio se hubiese contagiado del carácter indomable de su creador.

Un cazador de exotierras. Concebido por la NASA para descubrir planetas parecidos a la Tierra fuera de nuestro sistema solar. El plano focal está compuesto de 42 sensores de imagen CCD. Es la mayor cámara en el espacio.NASA

El telescopio mide 1,3 metros de diámetro y tiene una resolución de 95 millones de píxeles. Hace una 'foto' cada seis segundos (en realidad, escanea el cielo y toma medidas del brillo de cada estrella) y envía los datos a la Tierra. Hay billones de datos por analizar. Un auténtico pajar donde seguir buscando agujas.

Su extraño descubrimiento

La extraña estrella KIC 8462852, que está a unos 1500 años luz de la Tierra, fue descubierta por Kepler en 2009. «Nunca hemos visto nada igual. Pensamos que los datos podían ser erróneos o deberse a un zarandeo en la nave, pero lo hemos comprobado y son correctos», declaró Tabetha Boyajian, de la Universidad de Yale, a The Atlantic. Lo que se aprecia son varios tránsitos. Ocurrieron entre los días 788 y 795 de la misión Kepler. Y entre los días 1510 y 1570. Los investigadores los han bautizado como el 'evento D800 y D1500'. El D800 parecer ser un simple tránsito de un objeto gigantesco y de forma irregular (no es redondo como un planeta) que bajó la luz de la estrella un 15 por ciento. Y el segundo parece ser una pasada de varios tránsitos, indicando un enjambre de objetos, forzando una bajada del brillo del 22 por ciento.

En 2016, los radiotelescopios de Nuevo México apuntarán a esta extraña estrella por si se captan emisiones inteligentes

En un sistema solar joven y en formación se dan estos amontonamientos. Hasta que la gravedad lo organiza todo, 'limpia' el polvo, barre los escombros y pone a cada planeta en su sitio. Pero esta estrella no es joven. Su señal infrarroja delata una edad más bien madura. Una 'madurita' interesante... Boyajian ha indagado las posibles explicaciones naturales: defectos del instrumental, la metralla de un cinturón de asteroides, una colisión planetaria... Pero ninguna es del todo plausible. Como en las investigaciones policiales, todas las hipótesis siguen abiertas.

En busca de un mensaje inteligente

Y la hipótesis que se ha convertido en viral es la de Jason Wright, astrónomo de la Universidad de Penn State.

Una supertierra. Con las proporciones que se muestran en esta imagen. A la derecha Kepler 452b, es un exoplaneta que orbita una enana amarilla, identificado por el telescopio Kepler y confirmado por la NASA el pasado verano. Es el primer cuerpo planetario que cuenta con dimensiones similares a las de la Tierra y que orbita dentro de una zona de habitabilidad parecida a la de nuestro Sol. Está a 1400 años luz. Tardaríamos 25 millones de años en llegar a él. Su temperatura media: 29º. Entre los exoplanetas con mayor índice de similitud con la Tierra, 7 han sido descubiertos por Kepler

«Parece la clase de cosa que esperarías que una civilización alienígena construyera». Wright sugiere que el patrón de luz se corresponde con un sistema de megaestructuras artificiales, quizá paneles solares en órbita de una civilización tecnológicamente muy avanzada, capaz de 'ordeñar' hasta el último vatio de energía de su estrella. Wright y Boyajian le han pedido ayuda a Andrew Siemion, director del Instituto SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) de la Universidad de California en Berkeley. Les han concedido un turno para que el complejo de radiotelescopios de Nuevo México apunte a esa estrella con sus antenas por si capta emisiones inteligentes. Lo hará en 2016.

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