Cayó la aguja de Notre Dame en el incendio del 15 de abril de 2019; se dañó el órgano principal, una maravilla de cinco teclados y 8.000 tubos; se agujereó la bóveda y ardió el armazón de madera del siglo XIII. Pero se salvaron muchas cosas, entre
ellas los cuadros de los siglos XVI y XVII que adornaban las paredes de la naves, el coro y las capillas.
A los cuadros los llevaron al Louvre para restaurarlos. Tres años y medio después del fuego, algunos de ellos como El triunfo de Job, de Guido Reni (en la fotografía superior) están ya limpios y preparados para regresar a la catedral de París.
Las llamas todavía seguían vivas cuando el presidente francés Emmanuel Macron prometía restaurar la catedral de París a toda velocidad. El objetivo es abrir las puertas del templo (un poderoso imán par el turismo con 12 millones de visitantes al año) en el verano de 1924, cuando París acogerá los Juegos Olímpicos. ¿Dará tiempo? Habrá que acelerar. No contaba Macron con el parón obligado por la pandemia del Covid-19, ni con los destrozos menos visibles que provocó el incendio como la 'lluvia tóxica' de partículas de plomo que se liberaron al derrumbarse el tejado de Notre Dame lo que supuso retrasos en el proceso de restauración.
La tarea es ardua. Como la catedral estaba en reparaciones cuando se desató el incendio, el fuego ha soldado las 250 toneadas de aluminio y acero de los andamios que estaban instaladados. Hay que retirar esa mole de metal derretido sin provocar males mayores.
Al frente de la reparación está el general del ejército Jean-Louis Georgelin y se van a gastar (si todo va bien) 844 millones de euros. Ha habido que tomar muchas decisiones. El Senado, por ejemplo, votó sobre si se debía levantar de nuevo la aguja (que quedó destruida) tal y como era o si era más conveniente sustituirla por un diseño moderno. Se decidió reproducir la que se quemó.
La idea de añadir novedades a Notre Dame también ha provodado debate y diferencias de opinión. Esta vez se optó por el cambio: la Comisión Nacional de Patrimonio y Arquitectura de Francia ha aprobado ideas para modernizar el interior de Notre-Dame con obras de arte contemporáneo. Por supuesto, esta decisión no ha agradado a todos y ha disparado la polémica.
Los cambios también afectarán al exterior y los alrededores de la catedral. También serán distintos la plaza y los estacionamientos subterráneos, incluida la cripta arqueológica, la plaza Jean XXIII ubicada detrás de la catedral, las orillas del río Sena y las calles adyacentes. Habrá más plantas y más espacio peatonal. «Notre Dame tiene que recuperar su belleza y que todo lo que la rodea sea un escaparate de esa belleza», ha explicado Anne Hidalgo, alcaldesa de París.