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Sequía y especulación

El negocio del agua, ¿otro mercado a punto de estallar?

La sequía es preocupante 'per se', pero añada la especulación bursátil y el futuro que se vislumbra es alarmante. El agua ya se negocia en bolsa, como el petróleo o las materias primas. Le contamos cómo funciona este mercado porque, aseguran los expertos, «con el cambio climático el agua será, cada vez más, un activo financiero».

Sábado, 03 de Septiembre 2022

Tiempo de lectura: 7 min

El agua también se negocia en Wall Street, como el petróleo, las materias primas, el trigo, el oro… Es un bien básico (una commodity, en la jerga), pero no uno cualquiera. Si la gasolina se encarece, siempre queda el recurso de coger menos el

coche. Pero si el agua escasea, dejar de beber no es una opción.

El primer mercado de futuros sobre el agua que opera en el mundo se puso en marcha en Estados Unidos en diciembre de 2020, impulsado por el índice tecnológico Nasdaq y la Bolsa Mercantil de Chicago. Se trata del Veles California Water Index. Fue una decisión muy polémica. Sus defensores la justificaron argumentando que este instrumento financiero tiene como misión proteger a ciudadanos y agricultores de la incertidumbre que el cambio climático está generando. Y que los inversores no compran el agua físicamente, sino que negocian con los derechos de uso y aprovechamiento. Y presentaron estudios de economistas que pronosticaban que no influiría en los precios.

Lo que la sequía deja ver. Europa está inmersa en la peor sequía en 500 años. Imágenes como está del embalse de San Juan, en Madrid, son clara muestra de ello. La mitad de la población mundial vivirá en regiones estresadas hídricamente en 2050. |getty images

Pero no ha sido así. De hecho, Bloomberg señala que, en la actualidad, los precios del agua en California son los más elevados de la historia. Desde que empezó a operar en la bolsa van camino de triplicarse. Los detractores alegan que es inmoral sacar tajada de un derecho inalienable de los seres humanos. Y que supone dar carta blanca a los especuladores en un mercado tan complejo como es el de los futuros y derivados (se cierran los precios que se pagarán en una fecha futura como si fuera una apuesta). En ese mercado, municipios y empresas agrícolas tienen poco que ganar, a diferencia de los fondos de capital riesgo, que han entrado a saco y que pueden provocar fluctuaciones salvajes en los precios cuando se acerca el momento de liquidar el contrato, sin importarles que sea un momento de máxima necesidad. No sería la primera vez. Ya pasó, con el cereal, en la crisis alimentaria de 2010 que desencadenó la Primavera Árabe.

Los críticos tienen el respaldo de Naciones Unidas. El español Pedro Arrojo es el relator especial de la ONU sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento. Y su mensaje es contundente: «No se puede poner un valor al agua como si fuera un bien mercantil. Si los derechos humanos se compraran y vendieran, los pobres no tendrían derechos».

El 70% del planeta es agua, pero solo el 3% es dulce; de ese 3%, el 70% está congelada y, de la que no lo está, tres cuartas partes están contaminadas. El agua es un bien escaso

Dos iniciativas legislativas del Partido Demócrata promueven ahora la prohibición de este mercado de California. El debate es tan intenso que, en julio, el Financial Times lanzó el titular: «Agua: ¿demasiado preciosa para ser una commodity?». Y examinó la cuestión. «Ni siquiera en el mundo desarrollado se puede dar ya por sentado que el agua esté garantizada», señala.

Un negocio similar al de la industria farmacéutica

Y donde la mayoría vislumbra una amenaza, algunos ven una oportunidad. «Con el cambio climático el agua será, cada vez más, un activo financiero», advierte Christopher Gasson, editor de Global Water Intelligence. «A la gente le gustaría que fuera barata, pero potabilizarla y transportarla es caro», añade. Quizá el mejor resumen es el de Matthew Diserio, presidente de uno de los mayores fondos de inversiones especializados en el líquido elemento: «El agua potable y escasa es el recurso que define a este siglo, como el petróleo y el gas definieron al siglo XX».

La desalinizadoras como esperanza. La única tecnología madura como para recurrir a ella en caso de necesidad es el agua desalinizada. La buena noticia es que España, con 800 plantas, es una potencia mundial en desalinización, solo por detrás de Arabia Saudí, Estados Unidos y Emiratos (en la foto). A pleno rendimiento, podría producir agua potable suficiente para abastecer a 34 millones de personas. |shutterstock

El atractivo de estas inversiones obedece a que, incluso cuando llueve dentro de lo normal, se trata de un bien escaso. Todos aprendimos en el colegio que el 70 por ciento del planeta es agua, pero pocos saben que solo el 3 por ciento es dulce. Y de ese 3 por ciento, el 70 por ciento está congelada. Y de ese 30 por ciento aprovechable, el 75 por ciento está contaminada. El negocio global se calcula en 600.000 millones de dólares (similar al de la industria farmacéutica) y crece en torno al 5 por ciento cada año porque la población mundial también aumenta.

En el fondo, lo que se ha vuelto a poner sobre la mesa es la vieja discusión entre público y privado, aderezada con un toque de angustia. La mitad de la población mundial vivirá en regiones estresadas hídricamente en 2050. ¿Y si mañana abres el grifo y no sale nada? La escasez de agua afecta a todos los continentes, pero ahora que Europa está inmersa en la peor sequía en 500 años el asunto se vuelve urgente.

La ONU promueve que no valga lo mismo el agua de beber que la de la piscina. Unos 30 litros por persona y día deberían ser gratuitos; luego, gravar por tramos

El Financial Times repasa algunos antecedentes, como la privatización que tuvo lugar en el Reino Unido en 1989, cuando el Gobierno vendió las redes de agua potable de Inglaterra y Gales a diez empresas. Las tarifas subieron y el servicio empeoró. Las averías y vertidos eran tan habituales que Gales revocó la concesión en 2001. En Inglaterra, sin embargo, y a pesar de las críticas, los accionistas de estas compañías se repartieron 56.000 millones de libras en dividendos hasta 2018. Otro ejemplo es Chile. En 1981, Augusto Pinochet privatizó los ríos en favor de compañías agrícolas, mineras y forestales. Hoy, el 80 por ciento del agua destinada al consumo está en manos del 1 por ciento de los titulares.

En España, el agua es 'gratis'

¿Y España? En principio, no puede haber un mercado de futuros, pues las transacciones están reguladas y los precios son públicos. Además, la gestión de ríos y pantanos por parte de las confederaciones se considera eficiente. Pero luego, cada ayuntamiento hace de su capa un sayo. Desde la década de 1990, casi la mitad de los 8000 municipios españoles ha privatizado el servicio de aguas. En el resto de Europa, lo habitual es que sea de titularidad pública. Pero lo más sorprendente es que el agua, en España, ¡es gratis! La Constitución y la Ley de Aguas de 1985 estipulan que «es un bien de dominio público estatal y no se puede vender ni comprar». Lo que se cobra es la conducción, la potabilización… Lo explica Arturo Albaladejo, doctor en Ingeniería Hidráulica, en iAgua: «Se cobra por el servicio de llevarla hasta tu casa con calidad, cantidad, presión y continuidad, y por evacuar el agua residual y pluvial, depurarla y reutilizarla antes de devolverla al cauce público». Entonces, ¿el servicio es caro o barato? «Si lo comparamos con tener que ir andando varios kilómetros a coger el agua a una charca, como hacen en muchos lugares, parece que sigue siendo barato. Incluso si lo comparamos con el precio de otros países de la Unión Europea en los que no hay la escasez que hay aquí». De hecho, cuesta la mitad que en Holanda o Suiza.

Recuperar los acuíferos. Una tarea pendiente en España es recuperar la salud de los acuíferos (como las Tablas de Daimiel, en la imagen). Más del 40 por ciento están en peligro por la contaminación de los residuos de la agricultura y la ganadería intensivas, que se filtran hasta las masas de agua subterránea. |GETTY IMAGES

¿Quién fija el precio del agua del grifo? Los ayuntamientos. Y las tarifas no son homogéneas. ¿Cuánto cuesta? Entre uno y dos euros por metro cúbico, es decir, por mil litros. Si es embotellada, es mucho más cara: esos mil litros salen por unos 500 euros. En cambio, si es para la agricultura, es más barata. El coste medio del agua para riego vale cuatro céntimos por metro cúbico. La del trasvase Tajo-Segura ronda los 18-20 céntimos. Y si es desalinizada, unos 50 céntimos. Si la sequía se instala, ¿subirán los precios? De hecho, ya están subiendo, aunque de momento es por la inflación. Pero los expertos recuerdan que, en 2019, el Gobierno ya planteó una subida para fomentar el ahorro. Pedro Arrojo, el relator de la ONU, puntualiza que no debería valer lo mismo el agua de beber o ducharse que la de llenar la piscina. Y lanza una propuesta desde la Fundación Nueva Cultura del Agua, que preside: «Unos 30 litros por persona y día (el mínimo vital) deberían ser gratuitos; hasta 100 litros, cobrar a precio de coste; y si se consume mucho más, ir gravando por tramos».

Desde la década de 1990, casi la mitad de los 8 mil municipios españoles ha privatizado el servicio de aguas. En el resto de Europa, lo habitual es que sea de titularidad pública

¿Qué nos espera? En 1995, el entonces vicepresidente del Banco Mundial, Ismail Serageldin, profetizó que las guerras del siglo XXI serían por el agua. En puridad, siempre ha sido así. Una cronología de conflictos relacionados con los recursos hídricos suma más de 1200 desde Babilonia (2500 a. C.) hasta nuestros días. Los desencadenantes se asocian a disputas por el acceso y control de las fuentes, pero también al acaparamiento mediante presas. En las cuencas del Tigris y el Éufrates, cuyos acuíferos se están vaciando, Turquía, Siria, Irak e Irán podrían acabar enfrentados; y en el Nilo, Egipto y Sudán. Dos regiones que, no hace tanto, estaban entre las más fértiles del planeta.


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