Indicadores para saber si tengo «fomo», el miedo a perderse lo que pasa en la red
Uno de los síntomas para saber si tienes «fomo» es tu capacidad para conciliar el sueño - abc

Indicadores para saber si tengo «fomo», el miedo a perderse lo que pasa en la red

Si eres extrovertido, el teléfono te genera problemas de sueño o sufres ansiedad si no miraste el último mensaje de Whatsapp, puede que tengas «fomo»

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Si eres extrovertido, el teléfono te genera problemas de sueño o sufres ansiedad si no miraste el último mensaje de Whatsapp, puede que tengas «fomo»

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  1. Problemas para conciliar el sueño

    Uno de los síntomas para saber si tienes «fomo» es tu capacidad para conciliar el sueño
    Uno de los síntomas para saber si tienes «fomo» es tu capacidad para conciliar el sueño - abc

    La posibilidad que ha dado de internet de acceder al mundo a través de un «click» ha supuesto muchas ventajas: podemos enterarnos en segundos de lo que ocurre en el mundo, de lo que hacen nuestros familiares y amigos (y también enemigos)...parece que nada escapa a las «garras» de la red.

    Pero precisamente esa idea de que internet todo lo sabe, se ha convertido en un arma de doble filo dando lugar a fenómenos que afectan a todos, no solo a los nativos digitales que nacieron con internet debajo del brazo. Una de las «secuelas» de la inmediatez a se llama « fomo» (del inglés, fear of missing out, miedo a perderse algo). Miedo a perder información, a quedarse fuera de un evento, a no saber lo que está pasando...el miedo, en definitiva, a la exclusión.

    Hay muchas pistas para saber si una persona tiene o padece «fomo». Por ejemplo, cuando aparecen problemas para conciliar el sueño.

    El estudio del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud: « Jóvenes y comunicación. La impronta de lo virtual», advierte de este problema. «Es común aceptar, de forma explícita, que las TIC y las redes sociales han creado una necesidad que antes no existía. La base de tal necesidad creada parte de la idea de que “todo el mundo” dispone de ese tipo de tecnología y, sobre todo, que “todo el mundo está” en las redes sociales. Por tanto, como “todo el mundo está” en las redes sociales se torna imprescindible ser parte de ellas para saber qué ocurre, para no quedarse fuera, para integrarse», señala el estudio.

    En el contexto de esa fantasía donde siempre pasa algo y no hay que perderse nada, «los usuarios más intensivos remarcan que se tiene en cuenta “incluso durmiendo” (dejando el teléfono junto a la cama, por si a media noche suena algún mensaje).

    «Si el grupo de amigos tiene la costumbre de comunicarse por la noche, aparece la falta de sueño. Han estado en clase, se van a la cama y resulta que todo su grupo está conectado lo que genera problemas de sueño importantes», explica el psicólogo Enrique García Huete, que también advierte de que el «fomo» no solo afecta a los adolescentes, sino también a los adultos. «Hay una dinámica impuesta por el propio trabajo: hay gente que tiene el móvil encima todo el día. Llegas a casa, se supone que acabaste la jornada pero llegan mails, planes para el día siguiente y, si bien se ve como algo necesario, al final puede ser adictivo. Si no miro, me pierdo algo para mañana», concluye Huete.

  2. Ansiedad

    Quedarse «fuera» de lo que pasa en las redes genera angustia y ansiedad
    Quedarse «fuera» de lo que pasa en las redes genera angustia y ansiedad - reuters

    El «fomo», explica el psicólogo Luis Muiño, «tiene que ver con una sociedad individualista en la que cada vez se presumen más las cosas. Se presume al decir que una fiesta fue divertida, se presume de los viajes...tu prestigio depende de que todo haya sido estupendo. El problema de eso es quedarte fuera porque crea ansiedad no haber estado, no haber participado», explica.

    A su juicio, «las redes acentúan el éxito de los extrovertidos, de los que salen, les gusta estar fuera…los introvertidos tienen así la sensación de quedarse fuera y con la red esa sensación se multiplica. El saber que se quedan fuera les genera tensión, ansiedad pero eso se soluciona con el autoconocimiento, con darte cuenta de que los introvertidos seleccionan más lo que hacen y con quién. Es necesario alejarse del clima eufórico de las redes...al final esa fiesta a la que no fuiste no fue tan divertida», señala.

  3. Extroversión

    Las personas extrovertidas necesitan estímulos externos y usan la red para obtenerlos
    Las personas extrovertidas necesitan estímulos externos y usan la red para obtenerlos - abc

    El «fomo» es un fenómeno que no afecta a toda la población sino a determinado tipos de personas.

    «Entre ellas se incluyen los extrovertidos. Es decir, aquellas personas que necesitan estímulos que vengan de otras personas», explica el psicólogo Enrique García Huete.

    Son precisamente las personas extrovertidas las que más necesidad tienen de exhibirse en la red y la utilizan como un «escaparate social continuo», señala el psicólogo Luis Muiño.

    «Las redes estan hechas por un extrovertido como es Marck Zuckerber, están hechas para ellos y por eso se potencia la extroversión», concluye el experto.

  4. Sentirse «desnudo» o incómodo al no estar conectado

    Muchos jóvenes se sienten «desnudos» si no tienen su móvil, señala el estudio «Jóvenes y comunicación. La impronta de lo virtual»
    Muchos jóvenes se sienten «desnudos» si no tienen su móvil, señala el estudio «Jóvenes y comunicación. La impronta de lo virtual» - afp

    El psicólogo Enrique García Huete señala que para saber si una persona tiene «fomo» es muy útil realizar un cuestionario que puede dar muchas pistas. «Una de las preguntas que es necesario plantear es: Cuando usted no está en redes, ¿se siente incómodo, tiene pensamiento recurrentes?»

    El estudio Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud: « Jóvenes y comunicación. La impronta de lo virtual», advierte de que el hecho de no estar en la red les cuesta mucho a los jóvenes. «Asumiendo la necesidad creada, es habitual el reconocimiento explícito de que resulta difícil “desconectar”, que literalmente engloba los significados de tener la capacidad de estar solos, alejados temporalmente de las redes sociales y la posibilidad de conversación constante; pero también del propio hecho de “desconectarse” de la presencia online, de decidir no estar conectado a las redes sociales, quedando al margen de lo que en ellas ocurre (aunque sólo sea temporalmente)», señala el estudio.

    «Además, la ausencia de los dispositivos tecnológicos intensifica la ausencia de los demás, que siempre están virtualmente presentes en el móvil, en el ordenador… Todo ello se ejemplifica muy especialmente en el teléfono móvil (como dispositivo integrador de muchas opciones de comunicación), sin el cual muchos jóvenes manifiestan sentirse “desnudos” y casi desamparados, ante la ausencia del cordón umbilical que les une con el grupo, o incluso con el mundo», concluye el informe.

  5. Minusvaloración, «sentirse menos divertido que los demás»

    El miedo a perderse algo a veces trae asociado una minusvaloración
    El miedo a perderse algo a veces trae asociado una minusvaloración - Eric Audras

    El «fomo» tiene más que ver con la dependencia que con la valoración que cada uno tenga de sí mismo. Sin embargo, el miedo a perderse algo a veces trae asociado una minusvaloración, creer que siempre es mejor lo que hacen otros que lo que estoy haciendo yo.

    «Muchas adolescentes llegan a la consulta y dicen: hay chicas más guapas que yo, una amiga se ha ido a una playa paradisíaca y yo no he salido del país...no es una actitud consustancial a la dependencia a la red pero puede sumarse, aunque también influye el autoestima», señala Huete.

    El psicólogo señala que esta sensación de minusvaloración es más frecuente en jóvenes porque «en la adolescencia es cuando te aseguras a tí mismo y tienes elementos de inseguridad. En ese sentido, las comparaciones son odiosas y suelen ir en tu contra», explica.

    Además, al funcionar la red como un «escaparate» sobre todo para los extrovertidos, «también se busca generar envidia o autoafirmarse, pero esto ha sucedido toda la vida, cuando volvíamos de vacaciones contábamos que habíamos estado en Nueva York y oto en el pueblo de su abuelo. Ahora es 24 horas...», concluye Huete.

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