Las diez claves para una cena de Nochebuena perfecta
Todo es importante para el resultado final: el lugar donde se celebra, la música de fondo, la decoración o el menú. Pero sobre todo, el buen humor
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12345678910Estilo y tono
Organizar la cena de Nochebuena es tarea apetecible pero no siempre sencilla. A tener en cuenta, una variedad de factores que incluyen los cinco sentidos: lo que vamos a tomar, las bebidas, la mantelería, la luz, el incienso o la música de fondo. Todo es importante para el resultado final: el lugar donde se celebra, la vajilla, las copas y vasos, la cubertería, la decoración y el menú. Pero sobre todo, el buen humor, ingrediente principal de todas las salsas que aconsejaríamos. En el punto 10 está el mejor villancico del mundo. Si lo escuchan, comprenderán por qué. Disfrutemos de estos día. A continuación ofrecemos las diez claves para una celebración perfecta:
Estilo y tono
No es igual pasar la Nochebuena en un piso en el centro de una ciudad, que en un pueblo o en el Campo, con chimenea y olor a tierra mojada. En cada caso, se impone la lógica de ambientar la cena con un estilo «ad hoc», rústico o más sofisticado. Recomendamos centros de mesa hechos con frutas de temporada, como uvas de varios tonos, hojas y frutas pequeñas. Esta decoración durará y acabará siendo un detalle apetecible.
La luz

La profusión de velas añade la luz delicada y sinuosa que da el toque final. Se pueden utilizar faroles marroquíes con velas votivas en el interior, como manera de proteger las velas y magnificar la luz.
Aromas y colores de Navidad

El primer sentido que se estimula y el que más nos afecta de manera inconsciente es el olfato. Estos días suelen traer recuerdos de olores a canela, dulces o leña. Los ambientadores e inciensos de fragancias navideñas son variadísimos, pero aún más curiosos y disponibles los ambientadores naturales: tal es el caso de las naranjas, con especia de clavo pinchadas. Otra opción es cocer en canela en rama con un poco de azucar o miel para que el olor se extienda por toda la casa.
Tacto

Los manteles dan el tono a toda una mesa. Repetimos que la Navidad es el momento de utilizar todas las «joyas de la corona». Saquemos del armario de la mantelería los manteles heredados, las servilletas con monograma y todas las piezas del baúl de los recuerdos. Recordaremos historias encantadoras. Los manteles blancos son un valor seguro. Los rojos, muy cálidos para estos días.
El mantel debe caer unos 20 o 25 centímetros por cada lado de la mesa. Bajo el mantel se puede colocar un muletón o protector, que proteja la mesa y amortigue el sonido de los platos: es el secreto por el que una mesa se «nota» más vestida, como en un buen restaurante.
Las servilletas se colocan a la derecha del plato. Si no hay mucho sitio y no hay tazas de consomé, tambien se pueden colocar sobre el plato. Hay mil maneras tremendamente cursis de doblarlas. Aconsejamos presentarlas de forma rectangular o triangular.
La vista: vajilla

No esperemos otra ocasión para sacar la mejor vajilla. Esa heredada o que nos regalaron hace años. Añadir un bajoplato en alpaca o en un color que combine bien con los platos, realza la presentación. Sobre el bajoplato, el plato principal para el segundo, carne o pescado. Sobre este, un plato para la entrada -hondo o plano según sea el plato- o bien las tazas de consomé con su plato correspondiente. Es el momento de usar los platitos del pan, siempre a la izquierda de los platos principales: pueden ser de plata, alpaca o compañeros a la vajilla. Saquemos salseras, fuentes para espárragos, bowls para guarniciones y ensaladas o saleros bonitos.
Si podemos elegir, las vajillas blancas con algún detalle sencillo, o las rematadas en azules o rojos, son quizás las apuestas más seguras. Es muy actual combinar platos de distintas vajillas: por ejemplo platos bajos blancos con platos hondos o tazas de consomé en distintos dibujos azules.
Cubertería

Los cubiertos suelen ser una fuente de confusión a la hora de su colocación y uso. Como en todo en la vida, recomendamos usar el sentido común y lo que tengamos disponible: hay cuberterías con tenedores de todo tipo y otras en las que solo tenemos tenedor normal y de postre. Cada uno que elija el nivel de complicación que le apetece. Las cuberterías antiguas de plata son elegantes e intemporales. Si hemos heredado una, aún mejor: tendrá pátina y clase.
Una tendencia actual es coleccionar cubiertos de plata de distintas clases y lugares, comprados en mercadillos y brocantes. Se mezclarán así cuchillos de puño labrados, con tenedores más lisos o actuales. Las cuberterías con empuñadura de resina o imitando al marfil también dan mucho juego.
El uso y la colocación de los cubiertos es muy lógico: Se colocan por orden de uso, desde fuera hacia el plato. Los que se usan con la mano izquierda, se colocan a la izquierda; los que se usan a la derecha, se sitúan en el lado derecho. Los cubiertos situados a la derecha del plato suelen ser aquellos para los que necesitamos más precisión o fuerza (una cuchara o un cuchillo, en la mayor parte de los casos, ya que la mayor parte de las personas somo s diestras.
Excepcionalmente un tenedor de aperitivo o para una ensalada sencilla se puede situar a la derecha, ya que se utilizará solo. Pero normalmente, el lado izquierdo es el de los tenedores que se van a usar acompañados de cuchillo. Los cubiertos de pescado constan de una pala alveolada y un tenedor que a veces sólo tiene tres dientes. Los cubiertos de postre se sitúan sobre el plato, paraleos y suelen ser una cuchara y un tenedor pequeño. O bien cuchillo y tenedor pequeños, si es necesario cortar.
Si se sirve mantequilla con el pan, cada un cuchillito de untar se coloca en diagonal sobre el platito del pan. En el punto 8, sobre la disposición de la mesa, encontraremos el detalle de la colocación de todos los utensilios.
Cristalería

Han cambiado mucho las tendencias en cristalería. Hace décadas, era parte importante de un ajuar y elegida con mucha atención: se preferían las copas muy labradas, el cristal de Bohemia, con tamaños muy diferentes y a veces coloreadas. La norma es de nuevo, seguir la lógica de uso: los vasos y copas se sitúan en la parte superior derecha de su plato correspondiente, para tener fácil acceso desde la mano derecha. Su uso suele ser también desde la derecha hacia la izquierda del plato.
Primero se sitúa la copa de la bebida que se ofrezca con el aperitivo. En algunos lugares se sitúa aquí la copa de champagne. A su izquierda, la de vino blanco, habitualmente más pequeña ya que el blanco se sirve en menor cantidad para que no se caliente. Este vino acompañará a entradas o pescados. A continuación, se sitúa la copa de vino tinto, más grande, que se sirve normalmente con las carnes o los platos principales potentes.
Más a la izquierda, se coloca el vaso o copa para el agua, históricamente la de mayor tamaño aunque recientemente la moda es usar las copas más grandes - tipo Borgoña - para el vino tinto.
Si se sirve champagne, la copa aflautada se puede situar a la izquierda de la del agua, a la derecha de todas o bien tras las copas principales, ya que en España solemos tomarlo al final del todo. La copa de champagne es fácilmente identificable y puede variarse más su posición.
Algo similar ocurre con las copas de licores, aunque normalmente éstas -al igual que las de cocktails o los vasos de whisky- no se ponen en la mesa hasta los postres. Detalles de la colocación en el próximo punto.
Disposición de la Mesa

En una mesa formal, encontraremos muchos cubiertos, aunque no es en absoluto necesario usarlos todos. Van en función del menú que se ofrezca y de las ganas de hacer un esfuerzo que tengamos. En una mesa completa muy formal se colocarían los siguientes elementos:
1. Cuchara sopera. 2. Cuchillo de aperitivo o ensalada. 3. Tenedor para aperitivo o ensalada. 4. Pala de pescado. 5. Tenedor de pescado. 6. Cuchillo de trinchar. 7. Tenedor del plato de trinchar o principal. 8. Bajoplato en alpaca o resina, plato llano, plato de entrantes -algo más pequeño-. Sobre ellos, la taza y platito para consomé y sopa en caso de servirlos. 9. Cuchillo para untar mantequilla, situado sobre el platito del pan. 10. Platito del pan. 11. En caso de circunstancias formales, una plaquita en cartulina con el nombre del comensal que se sienta en ese puesto concreto. 12. Tenedor de postre. 13. Cucharita de postre. 14. Copa de aperitivo o copa de champagne 15. Copa de vino blanco. 16. Copa de vino tinto. 17. Copa o vaso de agua. 18. El colmo del chic para recepciones más oficiales, sal y pimienta indiviuales: un detalle tan innecesario como antisocial. También se utiliza este lugar para colocar la tarrina de mantequilla individual.
Menú

En cualquier celebración apetece poner platos que gusten y sean menos habituales. En las cenas navideñas, se exageraba mucho con el marisco en una España «nueva rica». Recomendamos recurrir a valores seguros y platos calientes que resultan más apetecibles en las noches de invierno.
Una buena entrada sería un caldo con hierbabuena natural o una crema de calabaza y zanahoria. Después se podría servir un foie mi-cuit acompañado de frutos del bosque y una salsa de cebolla caramelizada. Para terminar, un rollo de pavo -o un lomo de cerdo- relleno de ciruelas, pasas, cebollitas y bacon, preparado al horno, acompañado de patatitas gratinadas. De postre, una tarta de limón o simplemente un surtido «benéfico» de deliciosos pastelitos y mazapanes preparados por las monjas de clausura de los centenares de conventos de España.
Oído

No hay cena de Nochebuena que se precie sin música de fondo. Desde los clásicos de Haendel o Bach, hasta las canciones de Navidad de Pavarotti o Il Divo, pasando por los tradicionales villancicos españoles, todas las opciones son buenas, si se ponen a un volumen discreto y siguiendo las preferencias familiares. Nuestro favorito, una mezcla éxotica y divertida del «pero mira como beben los peces en el río» cantada por músicos argelinos y españoles juntos. Competencia desleal de cualquier conferencia de paz en el Medio Oriente. Imbatible.








