portada especial de pasión en sevilla
La Macarena en una mirada

Hace treinta años que Maireles pintó medio rostro de la Macarena como cartel de la Semana Santa de Sevilla. Con este motivo, ABC ha tomado la fotografía del mismo encuadre de la Virgen para la portada de la revista Pasión en Sevilla, una obra fotográfica que invita a indagar en el misterio de la mirada, su singular asimetría y la universal trascendencia devocional de la imagen
El treinta aniversario del cartel del Consejo de Cofradías de Francisco Maireles ha servido de inspiración para crear la portada del número especial de Pasión en Sevilla para la Semana Santa de 2025. El mismo encuadre del rostro de la Virgen de ... la Esperanza Macarena que pintara el artista en su estudio de la calle O' Donnell ha sido captado por el fotógrafo Juan Manuel Serrano, con la ayuda de los compañeros Manuel Gómez y Juan Flores, en una bellísima imagen que reaviva el misterio sobre la sobrenatural representación de la virtud cristiana que lleva por advocación la imagen.

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En 1995, Maireles compuso en un precioso cuadrante del ojo izquierdo de la Macarena el que para muchos es el más destacado cartel que se ha realizado para anunciar la Semana Santa de Sevilla. Y, como tantos, no se libró de la polémica. El pintor de Gilena, localidad que le vio nacer en 1920, se reconocía como «trianero de Sanlúcar» y siempre estuvo muy vinculado al mundo de las cofradías. El Consejo que presidía Antonio Ríos le hizo el encargo. Maireles pintó un encuadre de la mitad izquierda de la cara de la Macarena incluyendo en la pupila una luna llena alumbrando la ciudad presidida por la Giralda, como referencia al vínculo de la imagen como gran devoción de Sevilla. Asimismo, pintó difuminados dentro de las tres lágrimas de ese perfil de la Virgen las siluetas del Gran Poder, el Cachorro y a un nazareno del Valle, hermandad a la que pertenecía y en la que era camarero del Nazareno.
Maireles resolvió la obra pocas semanas después del encargo. El cartel se presentó en la víspera del día de la Inmaculada. Cuando se dio a conocer no se salvó de las críticas por el impacto que supuso representar solo parte del medio rostro de la imagen y pintar sobre su pupila. Pero sobre los recelos de los más ortodoxos la obra fue aclamada por el público, que la consideró una propuesta moderna llena de simbolismo y respeto, representativa de la esencia de la Semana Santa de Sevilla. Su autor dijo en la presentación que era una obra pensada sesenta años antes: «Desde que siendo niño vi por primera vez a la Macarena y me prendé de sus ojos». Aseguró que estaba hecha con todo su sentimiento, «con el corazón, lleno de la luz del Viernes Santo en el que Sevilla ve a la Virgen y la Virgen ve a Sevilla».
«La pasión vista por una mirada», resumió Maireles, que utilizó papel rugoso y una fórmula mixta de acuarela, témpera y pastel para darle un aspecto aterciopelado, «como es la Macarena».

El entonces hermano mayor Joaquín Sainz de la Maza la consideró una obra «muy acertada» por la elección de la imagen para anunciar la Semana Santa del año en el que la hermandad celebraba el IV Centenario de su fundación,
Maireles compuso un cartel que ha sido ampliamente reconocido entonces y posteriormente por los profesionales. «El cartel con mayúsculas», dijo del mismo Juan Manuel Miñarro, compañero de facultad. «Un icono de la cartelería de Sevilla», resumió Sánchez Aguilera. «Un referente extraordinario que resuelve una idea con abrumadora sencillez, dando forma a una imagen tremendamente impactante por su poder simbólico», apostilló Isabel Sola.
Los carteles
El rostro de la Macarena ha sido elegido también este Año Jubilar de la Esperanza para el cartel de la Semana Santa que el Consejo de Cofradías encargó a la pintora Virginia Saldaña. La ayamontina pintó a la Virgen de San Gil «como una mujer sencilla, sin adornos, y con el rostro de una madre. Con el mensaje de ilusión, progreso y vida que es la Esperanza», dijo.
Pero, en contra de lo que pudiera parecer, no es la Macarena una imagen habitual del cartel de la Semana Santa, ya que junto al de Maireles, solo hay un precedente anterior, el de 1981 de Fernando Salazar Piedra, cuando el cartel era fotográfico. Muestra el paso de la Virgen por la calle Parras.
La hermandad sí se ha hecho con un importante y variopinto patrimonio pictórico en los últimos años al editar un cartel específico que han realizado entre otros Huguet Pretel, Nuria Barrera, Fernando Aguado, Carlos Peñuela, Daniel Puch, Pérez Villalta, Ricardo Suárez o Carmen Laffón. Este año el encargo recayó en Luis Gordillo. Su particular visión de la Macarena le apartó momentáneamente de lo abstracto para componer una obra figurativa en la que quiso capturar «el primer deslumbramiento, el enamoramiento instantáneo» entre la mirada de la Virgen y la suya y que describió también como «algo divino que se apoderó de mi y me llevó en sus brazos».
La leyenda de la mirada...
Si alguien no creyente como Gordillo se refiere así al impacto de la mirada de la imagen, no extraña que el semblante de la Macarena, cuya autoría se desconoce aunque se atribuya al taller de la Roldana, esté rodeado de leyenda. Sus dos perfiles, el de la pena y el de la sonrisa, reflejados en los espejos de su camarín, desafían toda explicación racional y deja sin palabras incluso a los que, teniendo el don de la misma, se reconocieron rendidos ante el rostro de la Macarena en sus pregones de Semana Santa: «Iba a mirarte y no puedo. ¿Quién te aguanta esa mirada? Que no se puede aguantar la belleza de tu cara. Como todo te lo han dicho mi silencio es el que habla», le escribió Antonio Burgos.
Es difícil responder a la pregunta que hacía Carlos Herrera en su pregón de 2001: «¿Cómo te gusta más la Macarena?. Azahar por los ojos, por las manos. Siento a Dios cabalgando por mis venas, yo no sé lo que pasa, sevillanos, cuando miro pasar la Macarena», se contestaba el periodista.
Alberto García Reyes indagaba en su pregón de 2017 en la «asimetría» del rostro de «la niña del azulejo». «Todo es noche tras tu día, es otra vez el principio y el verbo es un participio que conjuga la agonía de tu hermosa asimetría. Eres fugaz en tu euforia, por eso todo es memoria, tu belleza es espejismo que atrás deja el atavismo donde cabe nuestra historia».
Ese doble perfil es al que se refirió también en su pregón (2000) el que bien pude ser reconocido como poeta de cabecera de la Macarena, Joaquín Caro Romero, para quien la Virgen cumple cada abril diecinueve años. «Esperanza es gloria y prez con doble perfil de espejo», refirió en uno de los versos de la décima que dedicó a su esposa Inmaculada Rodríguez Guzmán, madrina de la coronación canónica.
José Luis Garrido Bustamante (1990) vio incluso el «temblor de su barbilla» en la imagen.
Los ojos de la Macarena también fueron referencia en el pregón de Enrique Casellas (2023) rematando una seguidilla con el verso: «Cumple condena, que te apresó en sus ojos la Macarena».
También Rafa Serna se centró en los ojos «misericordiosos» de la divina imagen y en sus cinco lágrimas, cuando en 2016, sobre las tablas del Maestranza, se preguntaba por los sentimientos de quien tallara la imagen: «¿Te crearon en un sueño? ¿Cómo pudo ni siquiera aguantarte la mirada? ¿Sabría en ese momento que la imagen que tallaba haría temblar los cimientos, las entretelas del alma, y ya jamás en el tiempo habría quien la igualara?».
Resumía así esa sensación de lo insuperable que Antonio Rodríguez Buzón remarcó en su mítica descripción de la Macarena en el pregón de 1956 que dio pie a la leyenda del origen de la imagen: «Por eso a ti Macarena, tallada en jardín de brisas con las guías celestiales del dolor y la sonrisa, te hicieron la Soberana de las Legiones divinas, te coronaron de estrellas, te proclamaron Bendita y te bajaron los Ángeles para dejarte en Sevilla. Por eso reinas habrá, pero como Tú, ninguna».
Hay muchas formas de acercarse a esa visión siempre impactante de la Macarena, la que consigue que en su libro de visitas del besamanos haya quien haya escrito en árabe un salmo del Corán en su honor. O aquel pregón de seis palabras en el que 'Juanito' describió perfectamente la esperanza, cuando tras pasar por el besamanos de la Virgen confesó su orfandad y su fe a pie de página del mismo libro con un: «Dale un beso a mi papá».
Visiones de la Virgen
ABC, tras la cercana experiencia que hizo posible la magnífica fotografía que abre el número especial de Semana Santa de la revista Pasión en Sevilla, ha querido ahondar en el misterio de la mirada de la Macarena, en la leyenda de la pena y la sonrisa repartidas en sus dos perfiles, y ha pedido a distintos profesionales una opinión específica, desde sus conocimientos, sobre qué les sugiere el rostro de la Macarena.
Juan Manuel Serrano, fotógrafo
Para el autor de la fotografía, la experiencia de fotografiar de cerca a la Macarena le ha llenado de sensaciones: «Para empezar, cuando llegas al lado de Ella, transmite un amor inmenso. A partir de ahí, todo lo demás. Cuando estás con Ella también se te olvida todo lo que está alrededor. Nada importa. Da igual que vaya de hebrea, de reina con corona, sin corona... Tienes la certeza de que te está leyendo el alma. Después de ese cúmulo de sensaciones hay que ponerse a trabajar, claro».
Nunca estuvo tan cerca, aunque sí ha tenido la experiencia de estar a solas con la Virgen también por motivos profesionales. «La primera media hora es que no puedes hacer nada. Es que te embarga esa sensación, ese cúmulo de sensaciones... No sé cómo describirlo, pero es la sensación de que tu madre te está mirando».
Serrano considera que la Macarena es fotogénica. «Porque además tiene la virtud de que de cualquier detalle que hagas de ella el 95% de los sevillanos reconoce que es la Macarena, sea una lágrima, el ojo, los labios… con cualquier detalle. Y tiene dos perfiles el que ríe y el que llora».
Para este profesional de la fotografía, esa asimetría es la clave de belleza de la imagen. «Sí, yo creo que sí. Las cosas perfectas no suelen ser atractivas. Yo creo que la diferencia entre bello y atractivo es eso. El que te atraiga, que no haya una simetría perfecta en la cara, que no haya dos partes iguales, sino que tiene vida. Porque no hay ninguna persona perfecta».
Para Serrano, la Macarena sí es una perfecta definición de la esperanza. «Verla a Ella invita a tener la esperanza en la vida eterna. Todo eso que nos lleva a seguir viviendo todos los días».
Victoria López, pintora
La pintora Victoria López también ha elegido en el Año Jubilar de la Esperanza a la Macarena como imagen del programa de Semana Santa de Sevilla en PDF de ABC de Sevilla. Para ello ha utilizado la técnica de pastel sobre papel, pintando exclusivamente con los dedos, sin pincel ni otro elemento, mezclando y difuminando un pigmento compuesto de tiza y lápiz capa a capa.
López sostiene que la mayor dificultad que tiene pintar la Macarena es que la Virgen cambia. «Cada vez que miro a la Virgen va cambiando. Tú la miras diferentes días y vas modificando lo que pintas. La pintas y al día siguiente cambia. Cuando le hacen una foto en cada foto la veo diferente». Y no oculta que el reto es mayor porque «como es un referente en Sevilla y todo el mundo la conoce, si te equivocas se da cuenta todo el mundo».
Insiste también la artista en la singular asimetría de la imagen. «Tiene una parte que parece que sonríe y otra que parece que está triste. Esa diferencia también hace que sea un reto pintarla. Y en esta obra en particular. He querido que resalte el rostro de la Virgen. Entonces toda la parte del tocado va muy simplificada, que eso también es un esfuerzo para que la mirada y el rostro sean lo que llame la atención».
Del rostro de la Macarena Victoria López destaca la mirada. «Tiene una mirada profunda, que penetra, que cuando la miras casi no sabes si mirarla o no, si quedarte o mirar para otro lado, como que te llena muchísimo. Parece que te sientes comprendido cuando te mira. Y también la boca, porque al tenerla entreabierta como que da la impresión de que te está hablando o que te va a hablar. Y gracias a eso yo creo que tiene tantísima devoción y llega a tantísima gente, porque es muy humana y muy muy cercana».
Victoria le reza a la Macarena, una talla «con una capacidad impresionante para transmitir ese sentimiento de dolor que sufrió la Virgen. Cuando tú miras ese dolor lo sientes como propio pero también te sientes acompañada. Yo, además, me siento pequeña, porque cuando la ves tan bonita, tan grande; no sé, como majestuosa, me siento pequeña, como que me sobrecoge. Cuando estoy delante no me salen las palabras», reconoce.
Fernando Aguado, imaginero
El imaginero Fernando Aguado considera que la Macarena es una imagen enigmática. «Es un poco como la Gioconda, La Gioconda de De María. Primero, por su concepción, por su capacidad expresiva y por todo lo que llega a transmitir. Técnicamente está muy bien resuelta, porque la gestualidad de su entrecejo es absolutamente clave. Las proporciones, el tamaño de la boca respecto a los ojos, la propia asimetría de la imagen la hace que sea una imagen mágica, siendo una virgen compleja en cuanto a que es una imagen frontal que no tiene ningún giro, que mira hacia el frente, es una frontalidad imponente.
Para el escultor, la asimetría del rostro de la Macarena es perfecta. «Si tú lo analizas, ella tiene una ceja de una manera, la otra tiene otro dibujo. El ojo derecho está más caído que el izquierdo del vértice externo. Hasta la policromía de los ojos es diferente. En un lado tiene más luz que en otro. La boca no tiene la misma secuencia la comisura izquierda que la derecha. Absolutamente genial. Con toda su historia material, que eso también es muy importante, el propio proceso de envejecimiento de los materiales, de la policromía, esa cosa que parece un maquillaje que llega a tener en los párpados por los tintes. Todo eso influye, influye muchísimo y es una imagen que además en el palio es impresionante. Mire como la mire en el palio es una barbaridad».
Recuerda la última salida de la imagen para la procesión magna del pasado diciembre y se pregunta: «cómo puede ser que cambie tanto de día, de noche. Es absolutamente mágica», añade.
Respecto a la representación de la advocación de la esperanza, Aguado piensa que si se hubiese llamado Virgen de los Dolores, también hubiese funcionado igual. Él acaba de tallar una réplica en miniatura y considera que aunque copiable, «por supuesto que como ella, ninguna».
«Toda copia que se haga de una imagen, por muy bien que esté hecha, siempre va a estar por debajo del original. Y ella tiene cosas que por mucho que te acerques solo hay una. La bautizaron cuando dijeron que como tú, ninguna, por supuestísimo».
«Mira, yo he tenido el privilegio de estar muy cerca de la Virgen porque soy hermano, le trabajé a la Hermandad y he vivido momentos privados muy, muy impactantes. No sé, sin desmerecer a ninguna otra imagen, ella es que te atrapa y te cautiva. Tiene algo en la mirada que te inunda y eso el que lo niegue creo que está equivocado. Eso es una realidad objetiva».
Recuerda el imaginero un momento inolvidable cuando un año Antonio Santiago, que era entonces el capataz de la Virgen, le dijo «ven que te voy a enseñar lo más bonito de la Madrugá». Lo metió debajo del paso. Por aquel entonces el paso tenía una abertura de la peana por detrás y en la oscuridad se adivinaba la Virgen a través de la luz que le entraba por el cuello. «Estaba viendo la esperanza», dice. Después se quedó solo en la basílica, cuando estaba saliendo la cola del manto. «La mire por donde la mire, aunque sea por el manto, ella te vuelve loco».
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