La Caridad: la gloria del mundo en un abrir y cerrar de ojos

Las siete obras de misericordiaJavier MacíasEl sonsonete refrescante de una fuente en un patio situado bajo los arcos de las Atarazanas transporta cuatro siglos atrás en el tiempo. Miguel Mañara plantó allí ocho rosales que hoy siguen con vida aunque ya no florecen. Es como una metáfora de la labor que hace el Hospital de la Caridad con los residentes: el cuidado de los venerables, los pies encallados de la sociedad. De la mano del hermano mayor, Eduardo Ybarra Mencos, recorremos el histórico edificio que es uno de los mayores compendios del arte en Sevilla. Mañara pidió la cesión de una parte de los astilleros que construyó Alfonso X y que estaban ya casi en desuso porque desde el descubrimiento de América las galeras que allí se construían fueron sustituidas por las naos, más grandes, que permitían cruzar el océano. Encargó al mejor arquitecto de la época, Leonardo de Figueroa, que levantara respetando los arcos un recinto barroco. La iglesia de aquel complejo, dedicada a San Jorge, debía tener un programa iconográfico que resumiera la labor de la hermandad de la Caridad, las siete obras de misericordia: dar de comer al hambriento, de beber al sediento, curar al enfermo, visitar al desnudo, hospedar al peregrino, visitar a los presos y enterrar a los muertos.GALERÍAPara ello, contó con el triunvirato del arte del momento: Bartolomé Esteban Murillo, Pedro Roldán y Juan Valdés Leal. Murillo se encargó de pintar las seis primeras escenas que decoran las paredes laterales de la iglesia, mientras que Roldán remató con el retablo mayor la última, principal fin que tenía por entonces la hermandad: dar sepultura a los ahogados en el río y a los muertos. Valdés Leal completaría el programa con dos cuadros situados en el bajo coro y un tercero en la parte alta. Uno frente a otro, se encuentra la terna de las ‘vanitas’, resaltando la vacuidad de la vida frente a la muerte. ‘In ictu oculi’ (en un abrir y cerrar de ojos), que simboliza cómo la muerte puede llegar en cualquier momento, igualando a todos, despojando de las riquezas y títulos de la vida. Frente a él, el ‘Finis gloriae mundi’ (el fin de las glorias mundanas): dos ataúdes abiertos, uno de un obispo y otro de un noble con sus cuerpos en descomposición y una balanza arriba sostenida por la mano de Cristo en el que se encuentra el platillo ‘ni más’ frente al ‘ni menos’. El cuadro 'Finis gloriae mundi' de Valdés Leal en la Caridad - Vanessa GómezEl tercer cuadro de Valdés Leal, situado en el coro alto, es la ‘Exaltación de la Santa Cruz’. Una enorme pintura que simboliza al emperador Heraclio llegando a Jerusalén tras recuperar la cruz de Cristo. Al intentar entrar por las puertas de la Ciudad Santa, comenzaron a desprenderse las piedras de la muralla y un ángel descendió del cielo indicando que, si quería entrar, debía hacerlo despojándose de todo el boato imperial, recordándole que Cristo entró por allí a lomos sin más gloria que a lomos de un borriquillo. La iglesia de San Jorge es la teología elevada al arte supremo. Ni el expolio francés logró arrebatarle la grandeza. El mariscal Soult robó cuatro de los cuadros de Murillo de la la serie de las obras de misericordia. Los dos originales son los que se encuentran más cercanos al presbiterio. Sin embargo, del pintor sevillano se conservan también dos pequeños cuadros que rematan sendos altares laterales, que representan un San Juanito y un Niño Jesús. También se encuentra una Anunciación de la Virgen y el impresionante de 'Santa Isabel curando a los tiñosos', que regresó a la Caridad después de que en 1939 el gobierno español y el francés llegaran a un acuerdo para su regreso. Otra de las obras más importantes de las que se encuentran en la iglesia es el Cristo de la Caridad, un ecce homo espectacular de Pedro Roldán que todos los Viernes de Dolores se expone en besamanos en el centro del templo y preside el vía crucis ese día.La iglesia de San Jorge del Hospital de la Caridad - Vanessa GómezEl resto del complejoNo sólo la iglesia es un compendio de obras de arte. Las dependencias del Hospital de la Caridad están repletas de un patrimonio incalculable. Por ejemplo, existen otros dos Valdés Leal: un retrato de Mañara presidiendo el despacho del hermano mayor y, en la sala capitular, otro del fundador de la hermandad leyendo las reglas, sentado detrás de la mesa donde están las votaderas. Esa mesa y los mismos elementos son los que siguen utilizándose en los cabildos. Para llegar a esta sala, se recorre un pasillo alto lleno de cuadros de buena factura, que da acceso también a la biblioteca y al archivo. La primera de ellas tiene un artesonado impresionante, y guarda algunos libros tan antiguos como ediciones de ‘El Quijote’ en idiomas que van desde el cantonés al mandarín. Y, en el archivo, hay documentos históricos de la hermandad como los libros de actas, algunos de ellos pintados por el propio Valdés Leal. Este artista, además, no sólo centró su obra en la pintura. También fue un excelente escultor. De hecho, en los antiguos dormitorios de los residentes se encuentra una Inmaculada de gran factura que es de las pocas tallas datadas del artista sevillano.

La Caridad: la gloria del mundo en un abrir y cerrar de ojos

Mañara levantó un hospital para los desfavorecidos sobre las antiguas Atarazanas y contó con el tridente de la época: Murillo, Valdés Leal y Roldán

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