Santa Cruz, la conquista cristiana de la Judería

El mirador de la GiraldaJavier MacíasSubiendo Mategos Gago desde la Giralda y siguiendo la huella marcada en el suelo de la vieja muralla de la Judería se llega al corazón del barrio de Santa Cruz. La parroquia es el primer eslabón de la Sevilla cristiana y el último al que se agarra una zona cada vez más despoblada por la conquista del turismo. Ahora que la calle ha renacido y que el turismo se ha esfumado, la ciudad ha reconquistado Santa Cruz. El silencio reina en el primer tramo de la antigua calle Borceguinería, llamada así en alusión al gremio de los zapateros que se asentó en el lugar hasta el siglo XVIII, justo cuando se levantó el convento del Espíritu Santo de los clérigos menores que, un siglo después, se convirtió en la parroquia. Se escucha el chorro de agua de la fuente de la plaza Virgen de los Reyes y, desde Mesón del Moro, el griterío de los niños del colegio de San Isidoro. El interior del templo es un remanso de paz: las paredes blancas de un templo barroco que los avatares del tiempo lo convirtieron en lo contrario al horror vacui. Se trata de una de las iglesias más transformadas de cuantas conservan su planta original. Primero, porque el derribo de la primitiva parroquia en lo que hoy es la plaza de Santa Cruz alteró la iconografía del hasta entonces convento. Y, segundo, porque la moda afrancesada del siglo XVIII que huía del barroco tumbó el presbiterio original y el retablo mayor para sustituirlo por un baldaquino neoclásico que hizo Blas Molner. El presbiterio de Santa Cruz es resultado de una reforma en el siglo XIX - J. M. SerranoLa primera parroquia era una edificación medieval que se levantó en 1391 sobre una antigua sinagoga, como ocurrió con las vecinas San Bartolomé, Santa María la Blanca o el monasterio de Madre de Dios, tras el pogromo y la expropiación de los terrenos pertenecientes a la comunidad judía. En aquel templo medieval fue enterrado Murillo -hoy se conserva en el archivo parroquial su certificado de defunción- bajo la capilla donde se situaba una tabla de Pedro de Campaña que representaba el Descendimiento de Cristo y ante la que el pintor de las Inmaculadas permanecía horas absorto a «esperar a que terminaran de bajar al Señor». (function() {var a = String(Math.random()) * 10000000000000; new Image().src = 'https://pubads.g.doubleclick.net/activity;dc_iu=/4900/DFPAudiencePixel;ord=' + a + ';dc_seg=923189270?'; })(); La tumba nunca más se encontró y el patrimonio se desperdigó. La tabla acabó en la Sacristía Mayor de la Catedral. Y, en la actual parroquia, lo que se conserva son piezas que pertenecieron a la orden de los clérigos menores o de otros templos. Un ejemplo es el Cristo de las Misericordias, titular de la hermandad de Santa Cruz, que ya estaba en la iglesia del convento y que es uno de los mejores crucificados de la Semana Santa, atribuido a Pedro Roldán. Después de distintas ubicaciones, el actual párroco, Eduardo Martín Clemens, lo ha situado en el presbiterio, delante del baldaquino, para que sea el corazón de la comunidad parroquial. En su antiguo altar está actualmente la Virgen de los Dolores (obra de Eslava), donde llama la atención el grupo escultórico de la Transverberación de Santa Teresa, atribuido a La Roldana. Y, en el lugar donde estaba esta talla hasta hace dos años, se ha colocado a la Virgen de la Paz que presidía el templete del altar mayor. Esta última es una imagen de gran calidad artística, atribuida a Jerónimo Hernández hacia 1579, que procede de la actual parroquia de la Magdalena donde era conocida con la advocación del Rosario.La Virgen de la Paz, atribuida a Jerónimo Hernández, y que presidía el baldaquino - J. M. SerranoLas imágenes más destacadasJunto al púlpito aparece una excepcional imagen del arcángel San Miguel, que ha sido atribuida a Hita del Castillo, Cayetano de Acosta o La Roldana. En el muro de la derecha, junto al presbiterio, el primer retablo está dedicado a Santa Ana y la Virgen Niña, ambas de Pedro Roldán. El conjunto escultórico está entronizado en un retablo de Bernardo Simón de Pineda y policromado por el pintor Valdés Leal. Los tres artistas colaboraron en otros retablos como el del Hospital de la Caridad. De Bernardo Simón de Pineda es también el retablo situado a los pies del templo, en la nave del Evangelio, que alberga una Inmaculada ..Le sigue otro retablo barroco donde se encuentra la talla de San Francisco Caracciolo, el fundador de la orden de los clérigos menores. La talla y el altar se atribuyen a Pedro Duque Cornejo.El conjunto de Santa Ana con la Virgen, de Roldán, en un retablo de Bernardo Simón de Pineda policromado por Valdés Leal - J. M. SerranoEn la nave de la Epístola, por su parte, junto a la de la Virgen de la Paz, la talla más importante es la de San Eloy, una escultura que se atribuye a Juan de Mesa y que fue reformada por Domingo Martínez. Así, en la parroquia de Santa Cruz están representados los principales artistas del barroco sevillano, pese a la destrucción provocada por los «ilustrados» neoclasicistas.Un mirador únicoSobre la bóveda de las naves laterales, que hoy sirven de almacén de enseres, se va a instalar un museo con el patrimonio de la hermadad de Santa Cruz. Desde allí, se accede a una escalera de caracol que conduce a las cubiertas y a la cúpula. Desde arriba, las vistas son imponentes: la Catedral y la Giralda, toda la Judería, las torres de los principales templos de Sevilla y el antiguo claustro del convento, que hoy es el patio del colegio de San Isidoro. La Catedral, vista desde las cubiertas de la parroquia de Santa Cruz - J. M. SerranoEste espacio conecta con la espadaña que, junto con la fachada, corresponden al diseño neobarroco de Juan Talavera y Heredia (1926-1929), ya que no fueron rematadas cuando se construyó el templo en el siglo XVIII. En esta zona hay unos huecos de escalera que conducen a celdas secretas donde vivían los religiosos.La Escuela de CristoSanta Cruz tiene dos accesos. El primero es el principal, a través de la calle Mateos Gago, «los Campos Elíseos sevillanos» según le han señalado al párroco algunos turistas. Y, el segundo, es un laberinto. Caminando por Ximénez de Enciso aparece una callejuela de nombre Carlos Alonso Chaparro. No tiene salida, salvo que con suerte la puerta esté abierta. Aparece entonces una preciosa plazuela con una pequeña pila, macetas de pilastras y geranios y paredes encaladas. Un letrero de cerámica señala el lugar: «Plaza de la Escuela de Cristo». Debajo, un retablo cerámico de una escena de la Natividad, que es la que da nombre a esta orden seglar dedicada a la oración que se reúne en el oratorio al que se accede por esta plazuela.El oratorio de la Escuela de Cristo, presidido por un Stabat Mater - J. M. SerranoEs el patio del compás de la parroquia y el oratorio cobija uno de los patrimonios artísticos más desconocidos de Sevilla. Esta orden permanece en Santa Cruz desde 1743 y el templo está presidido por un Stabat Mater: el Cristo de la Providencia de Juan de Astorga y la Virgen de Consolatrix y Aflictorum, de Cristóbal Ramos. El crucificado sustituyó a otro de Francisco de Ocampo y que hoy es el titular de la hermandad del Calvario. Además, en este espacio recóndito se encontraba otro crucificado de sobresaliente factura: el actual Cristo de la Salud de San Bernardo, de Andrés Cansino, que marchó al arrabal después de que en 1936 fuera destruido el anterior titular de la corporación. También se expone allí uno de los mejores belenes de la ciudad, realizado por La Roldana.La parroquia de Santa Cruz cobija uno de los patrimonios más importantes y desconocidos de Sevilla y con dos templos conectados por una plazoleta privada. Así es el corazón cristiano de la Judería hispalense.

Santa Cruz, la conquista cristiana de la Judería

La parroquia que da nombre al barrio más turístico de la ciudad ha tenido vaivenes en la historia y esconde un patrimonio desconocido además de dos enclaves secretos: la Escuela de Cristo y el mejor mirador de la Giralda

Fotogalería: Los tesoros ocultos de la parroquia de Santa Cruz en Sevilla

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