San Nicolás, el camino hacia la Salud

La belleza está en el interiorJavier MacíasEl turista que pasa por San Nicolás, desde el exterior, ve una torre desmochada, una ventana cegada, un templo con una estructura irregular y poco agraciada, que obliga a subir unas escaleras y pasar por un cancel interior descuadrado respecto a la vertical de la puerta principal. Sin embargo, nada más entrar, se abre ante sus ojos un templo con una belleza sin igual. Como ocurre con numerosas iglesias barrocas de Roma, el exterior no presupone lo que esconde. Por eso, San Nicolás de Bari es uno de los templos que mejor responden al titular de esta serie de tesoros ocultos de Sevilla. Una iglesia barroca en su más pura concepción, repleta de altares de enorme valor patrimonial, donde reside la hermandad de la Candelaria. En esta iglesia, por tener, tiene hasta un olor especial.De la mano del investigador Martín Carlos Palomo García, ABC descubre cada uno de los rincones del templo donde habita la Luz y la Salud, al que acuden cada lunes un rosario de devotos haciendo la caminata para postrarse ante el santo titular de la parroquia, una de las devociones populares más importantes de la ciudad. En el retablo mayor se encuentra una de las dos imágenes de San Nicolás de Bari que hay en el templo. En este caso, se trata de la escultura que preside la hornacina central. El otro, situado en la nave del Evangelio, está entronizado en un templete y rodeado de velas, flores y estampas de los devotos que acuden cada lunes. En el altar mayor también se encuentra, en el manifestador, la imagen de la Virgen del Subterráneo, titular de la hermandad. Se trata de una pequeña imagen gótica que toma su advocación porque en tiempos de los romanos, ésta era la zona más alta de la ciudad y estaba repleta de galerías subterráneas y, en una de ellas se encontró oculta la Virgen al excavar en los cimientos de la antigua parroquia renacentista.La nave de la EpístolaA la derecha según se mira del presbiterio, la primera capilla que aparece es la de San José. «La imagen es muy valiosa, pertenece a la hermandad sacramental y está documentada a Antonio Ruiz Gijón en 1678, cuatro años antes de que tallara al Cachorro», explica Martín Carlos Palomo. Toda la parroquia está llena de obras pictóricas de gran categoría, de firmas como Vicente Alanís, Juan de Espinal o Pedro Tortolero.El altar de San José, con la imagen que lo preside que es de Ruiz Gijón - J. J. ÚbedaEntre los altares barrocos situados en esta nave de San Nicolás aparece uno que es de estilo ecléctico, de mucha menor categoría, pero que tiene la singularidad de que fue el que acogió durante años a los titulares de la hermandad de los Gitanos, durante el tiempo que residieron en el templo. A su marcha en 1880, el vacío que dejó el Señor de la Salud fue cubierto con el traslado de un Nazareno de tamaño académico que estaba en la parroquia de la Magdalena y que fue titular de la extinta hermandad de la Antigua y Siete Dolores. Al llegar a San Nicolás, adoptó el nombre de la Salud y se ubicó precisamente en este altar, en cuya puerta de acceso está escrito «Nuestro Padre Jesús de la Salud». En torno a esta talla, atribuida últimamente a Francisco de Ocampo, se creó una hermandad hace ahora cien años, junto a la Virgen de la Candelaria. En este altar, precisamente, estuvieron las imágenes hasta 1948, cuando tras la fusión con la sacramental ocuparon la capilla del Sagrario.Escoltando este espacio simbólico se encuentran otros dos altares que guardan una historia curiosa. Por un lado, a la izquierda, el de la Santísima Trinidad, cuyo conjunto escultórico procede del desaparecido convento de las Vírgenes, que se encontraba en la calle del mismo nombre. Y, el de la derecha, está dedicado a Santa Bárbara, que lleva en sus manos la reproducción más antigua de la reforma de la Torre del Oro de cuantos hay en la ciudad, ya con los ventanales abiertos. Otro de los detalles de este altar es que los motivos decorativos de este altar inspiraron al tallista Antonio Vega para realizar el actual paso del Señor de la Salud de la Candelaria, de estilo rocalla. El altar que cobijó al Señor de la Salud de los Gitanos y, posteriormente, al de la Candelaria, tiene en la puerta inscrito el nombre de la advocación - J. J. ÚbedaLe sigue el retablo de San Roque, en cuya hornacina central se encuentra una escultura de la Inmaculada del círculo de Montes de Oca. Así lo atribuye el profesor Teodoro Falcón, uno de los mayores conocedores de esta iglesia y de sus archivos, según apunta Martín Carlos Palomo. Por último, en esta nave se encuentra el altar de la Virgen de Fátima, cuya imagen fue realizada por Sebastián Santos. Para concluir, la capilla del bautismo con la pila en la que se han bautizado los niños del barrio, está situada en un lugar discreto de la iglesia. La nave del EvangelioSiguiendo por el otro extremo del templo, a la izquierda del retablo mayor se encuentra la capilla de la Virgen del Patrocinio, presidida por una imagen que es una versión barroca de la del Subterráneo. Al lado, se encuentra el altar de la Virgen del Camino. Se trata de una bellísima dolorosa arrodillada con las manos entrelazadas «que vino de Triana porque fue titular de una cofradía extinguida que se llamaba del Santo Ecce Homo y Nuestra Señora del Camino», asegura el investigador. Sin embargo, donde hoy se encuentra esta Virgen antaño estuvo ubicada la imagen del Cristo del Subterráneo. «Es un crucificado, posiblemente el más antiguo de Andalucía, que la hermandad de la Candelaria ha podido recuperar después de arduas gestiones y que actualmente está en el IAPH para un estudio de cara a una posible restauración», explica Martín Carlos Palomo. Este Cristo estaba oculto en los almacenes del Museo de Bellas Artes y, dentro de unos meses, regresará a San Nicolás para ocupar ese altar. La Virgen del Camino, titular de una extinta cofradía trianera - J. J. ÚbedaA continuación se encuentra el retablo de Santa Rita, que procede del antiguo convento de San Agustín. La iconografía se caracteriza por tener una herida en la frente al encomendarse al Señor pidiendo padecer los mismos sufrimientos que tuvo Cristo. De esta forma, cuentan que se desprendió una espina de su corona clavándose en la fente y provocándole una llaga. Asomándose a la sacristía, el visitante se encuentra un cuadro de la Virgen del Rosario que, según dice la tradición, es el que dio nombre a la Cuesta que conecta la plaza del Salvador y la Costanilla.Avanzando por la nave del Evangelio, tras una rejería de gran valor artístico está la capilla sacramental, que además del sagrario cobija a los titulares de la Candelaria. Junto al Señor de la Salud, se encuentra la Virgen, que es una obra de Manuel Galiano de 1924, pero reformada por Antonio Dubé de Luque en 1967. Otros detalles de la capilla son dos cuadros que están en los laterales: el de San Carlos Borromeo dando la comunión a los apestados de Milán, bajo el que se encuentra el espectacular simpecado de la hermandad; y «la mejor representación de las Virgen de Guadalupe en el mundo, fechada en 1704, pintada por Juan Correa, y que reproduce en las carteles las escenas de la aparición al indio Juan Diego», indica el investigador.Las imágenes de la Virgen de la Candelaria, el Señor de la Salud y San Juan Evangelista - J. J. ÚbedaJusto arriba de la capilla se encuentra la sala capitular de la hermandad, donde se guarda, entre otras piezas, la corona de la Virgen de la Candelaria y el importante archivo documental. Los últimos altares de esta nave son los dedicados a Santo Domingo del Val -procedente del desaparecido convento de San Francisco- o el del Cristo de las Gracias, una imagen de papelón que tiene un fuerte arraigo devocional entre los fieles de San Nicolás. Junto a éste, se encuentra la imagen de la Virgen de la Paloma. Así acaba el recorrido por esta joya barroca oculta que es la iglesia de San Nicolás, que «además de acoger la advocación de la Salud, ha dado a lo largo ese patrocinio a tantas personas, junto con la Candelaria, que es la luz, y han dado entre ambos los mejores titulares que podrían tener los hermanos», concluye Martín Carlos Palomo.

San Nicolás, el camino hacia la Salud

De la mano del investigador Martín Carlos Palomo, ABC descubre el patrimonio de la parroquia que cobija a la hermandad de la Candelaria

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