El Santo Ángel que frenó el expolio francés

El Santo Ángel es el convento masculino con mayor patrimonio de toda la Archidiócesis de Sevilla. Allí se encuentran obras de Martínez Montañés, Zurbarán, Cristóbal Ramos y puede que el joven Murillo. A pesar de los intentos de expolio y los derribos, la orden carmelita sigue viva guardando un auténtico tesoro a la vista con una inmensa y generosa comunidad de fieles. De la mano de su prior, fray Juan Dobado, ABC entra en la iglesia y el monasterio para decubrir la historia, la arquitectura y el arte que habita en la calle Rioja. La congregación presenta este sábado un libro de gran formato a modo de catálogo de todo lo que se esconde entre los muros del convento, así como los avarares por los que ha pasado hasta convertirse en un auténtico centro espiritual en pleno centro de Sevilla. Bajo el título «El Santo Ángel de Sevilla y su museo» está escrito por el padre Dobado y saca a la luz fotografías y episodios históricos desconocidos, así como atribuciones de sus obras de arte. (function() {var a = String(Math.random()) * 10000000000000; new Image().src = 'https://pubads.g.doubleclick.net/activity;dc_iu=/4900/DFPAudiencePixel;ord=' + a + ';dc_seg=923189270?'; })(); Fue el propio San Juan de la Cruz quien fundó el convento en 1587. Han pasado los siglos, más de 400 años de presencia carmelitana en el templo pese a las continuas idas y venidas por las guerras, las desamortizaciones y la piqueta de una ciudad que no ha respetado su inmenso patrimonio. La orden sigue regentando, cuidando e incrementando el templo. Siendo un convento mediano de entre los grandes cenobios que tuvo la capital en el siglo XVI, logró destacar por su ubicación y la aparición de grandes personajes y familias que escogieron la casa: el conde-duque de Olivares, Vázquez de Leca, los marqueses de Benamejí, la nación genovesa, la Real Audiencia. En todos estos siglos de historia, por el convento pasaron grandes artistas y excelentes predicadores. Todo eso hizo que fuesen llegando escultores, pintores, escritores. El propio Juan Martínez Montañés era vecino del convento, ya que su taller lo tenía en la calle O'Donnell, hizo tres capillas, el crucificado de los Desamparados y todos sus hijos están enterrados en la cripta del templo. Más recientemente, Aníbal González fue vecino -como sigue siéndolosu familia-, así como Gonzalo Bilbao, Gómez Millán o Maireles.La arquitecturaCuenta fray Juan Dobado que «la arquitectura de la iglesia es muy elegante. Responde al final del manierismo, antes del barroco, y sabemos el arquitecto: Alonso de Vandelvira, que hizo una de sus mejores cúpulas aquí». El templo se construyó en tiempo récord: se encargó en 1603 con el objetivo de que estuviera terminado en 1608, pero se inauguró un año antes. Sólo cuatro años. ¿La razón? Las limosnas de los fieles ya que, como sigue ocurriendo, el Santo Ángel está en una de las zonas más nobles de la ciudad y sigue conservando una feligresía generosa y pudiente. «Aquellos frailes cayeron muy bien en la collación porque si no no se explica la rapidez para levantar todo el monasterio», afirma el prior.La iglesia quedó intacta hasta que en el siglo XX tuvo intervenciones leves: la capilla del Sagrario que hizo Aníbal González o la recuperación de las cuatro capillas de la nave del Evangelio.«Estás como en un museo»Fray Juan Dobado cuenta que los visitantes suelen comentar siempre que se trata de una iglesia «muy cómoda» y que «estás como en un museo». Y es así. La colección de escultura y pintura del convento en general es abrumadora: el Cristo de Montañés, la Inmaculada de Duque Cornejo, la Santa Ana de Roldán, la portentosa Virgen del Carmen de Cristóbal Ramos, Ocampo, Hita y Castillo, Astorga, Ruiz Gijón... Uno de los seis cuadros de los ángeles de Zurbarán - J. J. ÚbedaMucho se perdió en el siglo XIX. Los franceses convirtieron la iglesia en caballerizas y eso hizo que el retablo mayor y otros laterales se perdieran. Sin embargo, en estilo neoclásico, se fueron rehaciendo incorporando el rico patrimonio escultórico. En pintura el templo conserva importantes obras. Lo más conocido es la serie de seis cuadros del taller de Zurbarán, situados en la nave central, que son obras con motivos de ángeles que han participado en las principales exposiciones de este artista. «Afortunadamente fueron colocadas en un carro junto con el expolio en el Alcázar. Cuentan que varios carros no pudieron salir porque se quedaron atascados. Uno tenía estos cuadros. Yo creo que fueron ellos los que echaron más peso para que no pudieran llevárselos y volvieron a las alturas aquí en su iglesia», comenta el prior. La Inmaculada que podría ser de Murillo - J. J. ÚbedaPor otro lado, hay una Inmaculada de Juan del Castillo que, tras algunas conversaciones con Valdivieso, el prior cree que se trata más bien de una obra del joven Murillo. «Ahí hay piezas de gran calidad. Si miramos la otra Inmaculada de Juan del Castillo, no tienen la que tiene ésta. Yo apunto en el libro si no tenemos aquí a un joven Murillo, porque las cabezas de los querubines son similares a las que aparecen en el cuadro de la Virgen del Rosario del Palacio Arzobispal, que se considera la primera obra del maestro», afirma Dobado.Sin embargo, de entre todas las obras que guarda el Santo Ángel hay tres muy simbólicas. Sobre todo, el portentoso Cristo de los Desamparados, que le rodea desde siempre en la comunidad como un halo de misterio y leyenda. Cuentan que Montañés, al entregarlo, rompió el contrato a cambio de la sopa de los pobres que los frailes daban al mediodía en el callejón de mendigos que había tras el convento. Dobado cree que «esto no son casualidades, son providencias. El Cristo se llama Desamparados y el contrato no está. Tenemos una cédula judicial en la que Montañés declara que está tallando un Cristo para los carmelitas, y eso sirve como de contrato. Pero nos gusta mantener ese aire misterioso que tiene la imagen que, cuando el profesor Hernández Díaz pide que se traslade desde la capilla donde se encontraba hasta la del Sagrario, lo más sorprendente del cúmulo de provindencias es que la puerta por donde sacaban el caldero está ahora detrás del Señor. Es decir, después de pasar por varias capilla, el crucificado ha vuelto a sus inicios, a esa puerta legendaria». El Cristo de los Desamparados de Martínez Montañés - J. J. ÚbedaLa segunda obra en relevancia del templo es la Virgen del Carmen del altar mayor. En palabras de monseñor Asenjo cuando la coronó es la imagen con esta advocación más bella de cuantas había contemplado. Fray Juan Dobado señala que «ella ha visto toda la historia de los últimos dos siglos y pico, los peores, sin moverse de su camarín. Ha visto cómo entraron los franceses, cómo tiraron el retablo... y la Virgen, que es muy difícil de bajar por sus proporciones, pensamos que ha permanecido siempre ahí custodiando, intercediendo. Es una imagen que los fieles de esta iglesia miran mucho antes de comulgar». La Virgen del Carmen de Cristóbal Ramos - J. J. ÚbedaPor otro lado, la tercera de las obras con una historia especial está la Inmaculada de Duque Cornejo. «No todo estuvo aquí desde el principio, algo vino de fuera. Esta maravillosa imagen nos la regaló el beato Spínola y nosotros la tenemos como una reliquia». Procede del antiguo convento Casa Grande de San Francisco. Tras su desaparición, pasó al depósito del Palacio Arzobispal. Las Hijas de María, que estaban en el Sagrario, pidieron irse al Santo Ángel y, por ello, hicieron entrega de la Inmaculada. La Inmaculada de Duque Cornejo - J. J. ÚbedaEl museo Todos los historiadores que han investigado el patrimonio del Santo Ángel recomendaron a la comunidad que lo expusieran porque «es el mejor convento masculino de la diócesis». Así, en 2016, los carmelitas abrieron un museo donde se muestra todo lo que no recibe culto en la iglesia. Junto a las vitrinas, se sitúa la biblioteca que, según González de León, era la mejor, donde fueron a parar los fondos documentales del conde-duque de Olivares o la librería de Vázquez de Leca. Allí se sitúa el belén napolitano -que estos días se encuentra en el templo por Navidad- o la colección de 50 niños Jesús del barroco. En el museo se han ido incluyendo firmas de escultores citados anteriormente y otros como La Roldana, Salzillo o Montes de Oca.El museo y la bilbioteca del Santo Ángel - J. J. ÚbedaEl ángel perdidoEn el libro llaman la atención dos capítulos. Uno de ellos es «El Ángel perdido», que hace alusión a la famosa escultura del Retiro de Madrid. En él, se citan las numerosas obras de arte que se perdieron en el XIX. La más célebre, tal y como destaca el prior, es el cuadro de la Santísima Trinidad de Rubens, el único que había en Sevilla. «Ése sí sabemos que sale en un carro hacia Europa», asegura. Se perdieron además diez pachecos, un zurbarán, dos retablos de Montañés, otro de Ocampo así como un Niño y un San Juanito del mismo escultor y el San José que hizo en 1620 Juan de Mesa y que sospechan los frailes que es el que ha aparecido en las carmelitas de la calle Pozo. El otro capítulo es «El Ángel oculto», en el que se dejan caer una serie de piezas de todo tipo que están en la clausura conventual y sólo se puede contemplar en los cultos. El Santo Ángel guarda todo un tratado de arte entre sus muros, abierto a la ciudad. Sus frailes viven en el siglo XXI, conservando ese carisma cercano a su feligresía que hizo hace 433 años que la ciudad se volcara con ellos. Hoy tienen un sueño: sacar a la calle al Cristo de la Sopa como un símbolo para dar a conocer sus joyas devocionales a toda Sevilla.

El Santo Ángel que frenó el expolio francés

Los carmelitas de la calle Rioja guardan el mayor patrimonio de los conventos masculinos de Sevilla, un museo abierto a la ciudad

En imágenes: tesoros ocultos de Sevilla: la iglesia del Santo Ángel

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