San Lorenzo: siete naves para llegar a Dios

Siete son los giros del Purgatorio de Dante, siete los pecados capitales, siete los dolores de la Virgen y las palabras de Cristo en la Cruz. Siete las obras de misericordia. Siete, hasta setenta y siete, las veces que hay que perdonar. Siete los caminos que conducen a Roma. Siete los días en los que fuimos creados. Siete son los sacramentos. Siete es el número de la perfección y de la plenitud. Siete son las naves que tiene San Lorenzo para llegar a Dios.Cuando el Rey Santo conquistó Sevilla ordenó crear 24 iglesias, tantas como capitulares tuvo la ciudad cristiana. Cuando se hizo en repartimiento, consagró primero el templo dedicado a la Virgen María -la Catedral-, después el Salvador, luego los apóstoles y por último a los mártires. San Lorenzo fue una de ellas, que en origen fue de estilo gótico-mudéjar de tres naves que, con la ampliación del siglo XVII pasó a tener siete. Es la única de Sevilla con ese número, junto con la Seo. (function() {var a = String(Math.random()) * 10000000000000; new Image().src = 'https://pubads.g.doubleclick.net/activity;dc_iu=/4900/DFPAudiencePixel;ord=' + a + ';dc_seg=923189270?'; })(); Se trata de una iglesia que es un museo repleto de obras de primera categoría y que forman un auténtico tratado teológico. En San Lorenzo están representados los mejores escultores (de Martínez Montañés a los hermanos Ribas pasando por Duque Cornejo y Pedro Roldán), los pintores (Pacheco, Murillo, Domingo Martínez...) hasta la cerámica de la Triana alfarera del Renacimiento. GALERÍAVea la galería completa (40 imágenes)De la mano del párroco, Francisco de los Reyes Rodríguez, llegando por una de las plazas más hermosas de la ciudad, ABC entra en esta casa que fue el hogar del Señor de Sevilla y descubrimos los secretos ocultos.Relieve del retablo mayor en el que se representa el martirio de San Lorenzo - Vanessa GómezEl retablo mayorLa huella mudéjar queda aún visible en algunas partes de este retablo que en 1632 se contrató con Juan Martínez Montañés con la condición de que preservara todo lo posible del original y el manifestador de Diego López Bueno. El «dios de la madera» diseñó un altar donde se contaran las escenas de la vida de Lorenzo de Roma, el secretario del Papa. Cuenta la historia que, tras el asesinato del Santo Padre, el prefecto de la Ciudad Eterna le ordenó que entregara todas las riquezas de la iglesia. Lorenzo le pidió al regidor pagano tres días para recolectarlas y, durante ese tiempo, se paseó por Roma invitando a los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos a los que solía ayudar. Al tercer día, se presentó ante el alcalde y le dijo: «Aquí están los verdaderos tesoros de la Iglesia». El mandatario se ofendió tanto con la burla que le condenó a muerte: «Pero no creas que morirás en un instante, lo harás lentamente y soportando el mayor dolor de tu vida». Y así, Lorenzo, el hombre que dicen que trajo a España el Santo Grial, fue quemado vivo en una parrilla.Esto es precisamente lo que se representa en el retablo mayor, que tiene forma de parrilla y que no pudo terminar Montañés por desavenencias con el precio del trabajo, y que asumieron más tarde los hermanos Felipe y Dionisio de Ribas y en el que pudo participar José de Arce. En el nivel inferior, a la izquierda, aparece la ordenación como diácono; y a la derecha, San Lorenzo repartiendo bienes a los pobres. En el nivel superior, aparecen los dos martirios que tuvo: San Lorenzo atado al árbol mientras le azotan y, a la derecha, el santo en la parrilla. En el ático se sitúa un imponente crucificado, cuya pintura del fondo aparece Jerusalén y el puerto de Sevilla. A la derecha del altar mayor, camino de la capilla sacramental, se encuentra la pila bautismal, por la que pasaron los hermanos Bécquer, los Sánchez Mejías, los Gallo y los Ortega Juárez (Manolo Caracol). Al lado, una imagen de la Virgen de la Granada de Duque Cornejo. Antes de entrar por el cancel de esa joya barroca que es el Sagrario hay otra Virgen, la más antigua de la iglesia, obra de Lorenzo Mercadante de Bretaña. La escultura de alabastro dejó la iglesia en los años 40 del siglo pasado para ir a una exposición en el Alcázar, y no regresó. El párroco la reclamó infinidad de veces y lo que recibió fue una copia de escayola, pero la devolvió. Quería la original, hasta que cedieron y regresó por fin. A la reproducción la situaron en la Puerta del León, entrando a la derecha, y a la imagen de Lorenzo Mercadante fue envuelta en sacos y escondida detrás del altar mayor para que se olvidaran de ella. Hace cinco años, el actual párroco la rescató de su escondite y la puso de nuevo a la vista.La capilla sacramental de San Lorenzo - Vanessa GómezLa capilla sacramentalHorror vacui. El barroco llevado a su máxima dimensión. Así es la capilla sacramental de San Lorenzo, del siglo XVIII. Hasta hace pocos meses, era un cubículo en forma de cruz latina donde se oraba ante el Santísimo entre humedades y la negritud de las paredes. Hoy, tras la restauración, es un tesoro cuyo programa iconográfico se dedica al Santísimo Sacramento, a la Virgen María como primer sagrario de Cristo y a la fe. Teología dibujada en las pinturas murales, repletas de alegorías.El centro es el retablo presidido por la Virgen, que es una Inmaculada de origen napolitano. El retablo es de Francisco Paniagua, de 1703, que también hizo las imágenes que acompañan a la Virgen son Santa Ana y San José. El párroco discute la atribución a esta última dado su parecido con el Señor del Silencio de la Amargura. «Es Pedro Roldán», asegura.Domingo Martínez y Gregorio Espinal son los que desarrollan el tratado teológico que suponen las pinturas murales. En la cúpula aparece la Gloria, los cuatro Padres de la Iglesia, San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino, estos dos últimos son los que componen el oficio del Corpus Christi. La cúpula es el cielo. «¿Cómo conocemos el cielo?», a través de las Escrituras. Por eso están los cuatro evangelistas sobre las cuatro columnas que forman la cruz latina: los pilares de la Iglesia. En las paredes, por otro lado, aparecen escenas bíblicas, entre las que aparece un ciervo bebiendo de la fuente de agua fresca donde está la curiosidad de que esa fuente es la primitiva del Mercurio que estaba en la plaza de San Francisco. El urbanismo de Sevilla en pleno siglo XVIII. Al lado del escudo de la familia Esquivel, que donó la capilla, se encuentran dos pavos reales, que son símbolo de la incorrupción. La creencia antigua decía que la piel del pavo real permanece inmortal. Este gesto que tuvieron los Esquivel «no se olvidará nunca».La capilla del Dulce Nombre - Vanessa GómezLa capilla del Dulce NombreUn documento del cabildo de oficiales de la hermandad de Rocamador describe cómo fue el traslado del Gran Poder desde el convento de San Acasio en la calle Sierpes a su nueva capilla de San Lorenzo. Fue la tarde del 16 de abril de 1703, y las cofradías de la feligresía recibieron al Señor de Sevilla en los límites de la collación, en Conde de Barajas, y acompañaron a las imágenes hasta su nueva sede, donde permaneció hasta 1965. La capilla, hoy cedida a la hermandad del Dulce Nombre, tiene un magnífico artesonado pero, sobre todo, lo que destacan son los paños cerámicos de las paredes, donde aparece el nombre del taller de Manuel Arellano, el año 1885 cuando se pintaron y la palabra «Triana» junto al lema del Gran Poder: «In manu ejus potestas et imperium».En la reja se encuentra la huella del Señor de Sevilla a través de dos pinturas: una del Señor con la cruz a cuestas y la otra de la Virgen con San Juan, que reproducen las vitelas del libro de reglas.La Virgen de Rocamador - Vanessa GómezLa Virgen de RocamadorEn San Lorenzo, antes de que llegaran el Gran Poder, la Soledad y el Dulce Nombre, había tres hermandades que acabaron fusionadas entre sí: la sacramental, la de Ánimas y la de la Virgen del Rosario de Rocamador. Esta última daba culto a una pintura que se encuentra en el coro bajo, a la espalda de la capilla anterior. Se trata de una devoción francesa de la mano del segundo hijo del Rey San Fernando, que era templario. La pintura, del siglo XIV, se inspira en la de la Virgen de la Antigua de la Catedral. La azulejería es de las más antiguas que se conservan y aparece en ella escondido uno de los primeros mapamundi que se hicieron tras el descubrimiento de América, cogido entre dos ángeles. Frente a la Virgen de Rocamador se encuentra el retablo de la Virgen del Pópulo, una pintura realizada sobre mármol blanco. Justo encima, un cuadro de San Bruno que es de Bartolomé Esteban Murillo y que está en depósito en la parroquia. La capilla de la Soledad de San Lorenzo - Vanessa GómezCapilla de la SoledadTras la revolución liberal de 1868, el templo de San Miguel fue derribado y sus bienes se repartieron entre distintos templos, fundamentalmente el de San Lorenzo, que es donde se trasladó la parroquia. Hasta allí llegó la Virgen de la Soledad, que ocupó una antigua capilla que tuvo la Pastora y que es otra de las grandes joyas barrocas del templo. Más allá del altar o de la propia imagen de la Virgen, la dolorosa más antigua de la Semana Santa, destacan las pinturas de la cúpula. La reja también vino desde San Miguel, donde aparece un texto en el que aparece que la capilla es propia de la Soledad. Se refiere a la del templo derribado, ya que la actual no es propiedad de la corporación.Justo al lado de la capilla hay otra en la que se encuentra escondido una imponente Inmaculada de Francisco Pacheco, que el párroco está estudiando colocar en un lugar más visible. Bajo este inmenso cuadro se encuentra una imagen de Santa Ana (de Montañés) con la Virgen Niña. Enfrente está el confesionario del cardenal Marcelo Spínola, el arzobispo de los pobres que fue párroco de San Lorenzo, hoy en proceso de canonización. De Spínola se exponen documentos manuscritos y firmados en el despacho parroquial.La Virgen del Carmen que presidió el convento de la calle Baños - Vanessa GómezJunto a la puerta que da a Hernán Cortés, está la capilla de las Ánimas y, situada justo al lado, la capilla de la Virgen del Carmen. Allí está la imagen con esta advocación más antigua de Sevilla y que presidió durante siglos la iglesia del convento del Carmen, en la calle Baños. Al desamortizarse, pasó a San Miguel, donde recibió culto frente a la capilla de la Soledad. Hoy, curiosamente, ambas imágenes tienen la misma situación, una enfrente de la otra.Desde allí se accede a uno de los habitáculos secretos de San Lorenzo: el nuevo columbario. Allí la parroquia ha instalado un altar pintado por Domingo Martínez que representa a Cristo Yacente y que sólo se usaba en Semana Santa, y un sagrario obra de Gabella que tiene labrados en su interior los símbolos eucarísticos.Este, junto a la colección de cálices -uno de ellos donado por Hernán Cortés-, custodias y demás objetos litúrgicos en una vitrina, completan el impresionante patrimonio de San Lorenzo. El templo donde vivió el Gran Poder que guarda parte de la historia de Sevilla y un auténtico museo de arte y teología.

San Lorenzo: siete naves para llegar a Dios

La parroquia es un museo con un patrimonio desconocido repleto de obras maestras que son un auténtico tratado de teología

Fotogalería: Tesoros ocultos en San Lorenzo

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